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Anthony Bennett es un caso bien contundente de cuando se habla que en la NBA todo es perfección. No lo es. No solo eso. Se mandan macanas, muchas, y algunas bien grandes. Bennett es un ejemplo. El canadiense fue elegido por Cleveland, pensando que armaría unos nuevos Cavs, tras la ida de LeBron a Miami 3 años antes, a su alrededor. 

Si bien no fue un draft maravilloso, lo prefirieron a Bennett por sobre Victor Oladipo (2), CJ McCollum (10), un tal Giannis Antetokounmpo (15) y Rudy Gobert (27), por citas nombres que llegaron lejos. Es cierto que Giannis fue una apuesta total y nadie imaginaba que sería lo que es. Tampoco nadie pensaba que Bennett sería lo que es. 

Repasemos. En Cleveland jugó 52 partidos en su temporada rookie y promedió 4.2 puntos y 3.0 rebotes. Como no ocurre casi nunca con un número uno, Cleveland lo mandó junto con otro canadiense número uno, Andrew Wiggins, a Minnesota, para contratar a Kevin Love. Los Wolves lo tuvieron también un año (5.2 puntos y 3.9 rebotes en 57 partidos), y se lo sacaron de encima. 

Cuatro días después de ser cortado por Minnesota, cayó en Toronto. Misma historia: un año y unos números espantosos; 1.5 puntos y 1.2 rebotes en 19 partidos. Chau Toronto, hola Brooklyn. Nada cambió: 5.0 puntos y 3.4 rebotes en 23 partidos. Y adiós a la NBA. Bah, firmó con otros dos equipos (Phoenix y Houston), pero no debutó con ninguno. Lo echaron antes de empezar. 

Cansado de fracasar en la NBA, empezó a fracasar en el ámbito FIBA. Después de Brooklyn fichó en Fenerbahce, donde increíblemente salió campeón de la Euroliga con Obradovic, pero jugando pésimo: 1.2 puntos en 10 partidos del torneo europeo. 

En la 17/18 y 18/19 jugó en la G-League, esperando su chance de vuelta a la NBA, pero no prosperó. Hizo la plancha en la temporada pandémica (19/20) y aterrizó en Cangrejeros de Santurce este año. Bah, aterrizó es un decir, porque se lo anunció el 28 de mayo y el 6 de julio Bennett dijo que no iría al club, sin ver un minuto en cancha. 

El Hapoel Jerusalén apareció en escena entonces. Se ve que el general manager no tiene acceso a internet ni a diarios deportivos, porque apostó por Bennett, y obviamente fracasó. El amigo Anthony estuvo 8 partidos entre el 23 de octubre y el 1 de enero. Empezó más o menos bien, con 2 juegos de 14 puntos, pero en los últimos 5 cayó en picada, promediando 3.2 puntos.

Hoy, la dirigencia del club israelí lo cortó y puso en sus redes un cartel con su foto y un enorme "Thank you Anthony Bennett". Pareció casi irónico. Veremos si los ingenuos de este planeta básquet siguen malgastando su dinero o Tony aprovecha los 16.5 millones que se llevó por su maravilloso paso por la NBA y se dedica a otra cosa. Esta historia continuará.