Luciano De Cecco, del sueño en el básquet a mejor estrella mundial en vóley
16:40 15/12/2023 | Una de las grandes figuras del vóley argentino es un gran fanático de la naranja, habló con Básquet Plus y contó su historia, desde la herencia de papá Ricardo a su sueño cuando se retire.
Todo el que nombre a Luciano De Cecco en la actualidad sabe que es uno de los referentes del vóley argentino y es considerado uno de los mejores armadores del mundo. Sin embargo, lo que pocos conocen es que su pasado está muy ligado al básquet, ese que comenzó a jugar para seguir los pasos de Ricardo, su padre, y que luego cambió por un deporte donde, hay que decirlo, mal no le ha ido.
-¿Cómo se dieron tus inicios jugando al básquet? Porque sos un amante grande del deporte.
. Se dio por mi papá que jugó en la LigA y ahora es entrenador (Ricardo, que dirige en Salta Basket la Liga Argentina actualmente). Crecí como el típico hijo de deportista que lo sigue a todos lados. Al final, desde que nací en el 88, mi viejo jugó en Ferro, Santa Paula de Gálvez, Echagüe de Paraná, Unión de Santa Fe. A todos los lugares más o menos cerca con mi mamá lo seguíamos hasta la 1992/93. Mi mamá plantó bandera en Santa Fe porque nació mi hermana Juliana, mi viejo siguió su camino solo y nosotros cuando podíamos lo acompañábamos.
-¿Dónde arrancaste? ¿En qué club?
. Arranqué al principio en Rivadavia Juniors, que hice solamente la escuelita. Después empecé en la escuelita y mini en Gimnasia en Santa Fe.
-¿Quién era tu ídolo de chico?
. En la NBA a mí me gustaba Shaquille O'Neal. Después tenía un montón de videos de Michael Jordan, Scottie Pippen, Barcelona 92, los Bad Boys de los Pistons. Todo lo que era básquet retro me gustaba. cuando Magic llegó a los Ángeles Lakers y cosas así. De Shaq me gustaban las Reebok Zebra que tenía él, que mi viejo un año cuando fue a Estados Unidos con mi mamá de viaje de bodas me trajo un par y no las quería usar porque era como haber ganado la Copa de la Champions, la intocable, la medalla de bronce de Tokio, la quería tener ahí y mirarla pero no tocarla. Después vi a los NBA en Londres, tuve la oportunidad de estar ahí, comer al lado de gente de NBA, de Kobe Bryant, de Anthony Davis, de James Harden, pero si veo a Shaquille O’Neal los demás no me importan.
-¿Qué tipo de jugador eras?
. Era base, sabía pasar la bola, sabía tirar. Cuando era chico no era tan grandote, después con los años me puse más grande.En mi categoría jugaba de alero o ala pivote porque era uno de los más altos en Santa Fe, pero casi siempre en las categorías más grandes jugaba de base o escolta.
-¿Y cómo se da tu reclutamiento con Ben Hur?
. Por Facundo Müller, asistente de Sergio Martín, que era el entrenador de mi viejo cuando fue en el Echagüe de Paraná. Él era el asistente de Julio Lamas en Ben Hur y era el encargado de la juvenil, de los reclutados. Fui con dos chicos cordobeses, con el Koki Ramírez de Paraná y tenía 14 años.
-¿Cómo fue esa experiencia? ¿A qué estuviste? ¿Un año o dos puede ser?
. 11 meses estuve. Deportivamente fue muy buena, personalmente muy mala porque obviamente estando solo. Era escuela, estudio, entrenar, hacer la vida que hago hoy, pero muy chico sin haber nunca probado. Porque al final cuando vos vas al club te ayudan, tenés gente que te cocina, gente para todo, y nosotros ahí teníamos solamente la gente que cocinaba y después todo lo otro era muy arreglarnos nosotros, nos daban las ayuda para buscar el libro, conseguían maestras particulares, todas las cosas, pero dependía mucho uno mismo. Se enfocaban un poco más en el deporte, que obviamente era el 50% de la prioridad, la otra prioridad del estudio y en la parte personal me fue muy mal. Por eso fue una de las razones de las que decidí volver también.
-¿Ahí se da tu decisión de llegar al vóley?
. Al volver a Santa Fe mi decisión era seguir jugar al básquet después de la inundación de Santa Fe. Obviamente Ben Hur había hecho económicamente una inversión. Habían hecho un acuerdo económico y obviamente cuando yo me volví Gimnasia tenía que volver a desembolsar para que pueda volver. Y Gimnasia es un club de barrio sin presupuesto, nosotros con mi viejo económicamente no estábamos a la altura de hacer una inversión de ese tipo. Intenté, después de que no se pudo y dejé Me tomé mis cuatro, cinco semanas sin hacer nada. Y después dije ‘voy a jugar al vóley porque algo tengo que hacer. No me voy a quedar encerrado en mi casa’-
-¿Qué encontraste en el vóley?
. En realidad, yo iba al club. En Gimnasia, cuando vos vas a la escuela a la mañana, los deportes que podés hacer a la tarde dentro del club son pocos. Son natación, gimnasia deportiva, básquet, vóley y algo de tenis criollo en su momento. Obviamente son todos a los mismos horarios. Yo había elegido el básquet y vóley, porque era el lunes, miércoles y viernes básquet, martes y jueves el vóley, los sábados jugaba al básquet y los domingos al vóley, entonces me calzaba perfecto. Cuando el básquet no estaba más, con el vóleytambién hice tenis criollo, que me daba más o menos el horario. Iba un poco más temprano al club y volvía más tarde, pero me dio que ir al club, estar con mis amigos, hasta que me fui a Bolívar siempre intenté volver al básquet, nunca pude. Una vez que me llamaron de Bolívar y que entendí que posiblemente tenía algo para jugar a otro deporte y al voley y dije ‘ahora me meto con esto para tratar de hacer lo mejor posible, para ver si sale una oportunidad de poder vivir el deporte con el voley’. De ahí el básquet para mí fue un factor secundario, siempre estuvo dentro de mis gustos, pero lo tuve que guardar en el cajón.
-¿Cómo fue decirle a tu viejo?
. Más que miedo por decirle que cambié deporte, el miedo era decirle que fracasé. Porque al final yo quería seguir los pasos de mi viejo. Mi viejo hizo lo mismo que hice yo, obviamente con mucho más desarraigo, en una época diferente, entonces obviamente estado muy bueno hacer el camino que hizo mi papá y tratar de ser como él o mejor que él o más o menos vivir la experiencia que vivió él. El cambiar de deporte no es que me incomodaba, era el sentido mío de decir ‘fracasé, no me salió, no fui, no la aguanté, extrañé’. Con mi mamá hablaba mucho, mi viejo obviamente estaba poco en casa porque entrenaba, jugaba, estaba de viaje, entonces obviamente yo tenía más diálogo con mi vieja y a veces mi viejo llegaba a la noche y yo estaba durmiendo. Entonces lo veía poco y esas pocas horas que veía nunca encontraba la forma de decirle. Y un día se lo dijo mi mamá, mi papá me agarró, me dijo que haga lo que yo quería, que lo importante era que haga algo que me guste, que sea feliz y que quiera serlo y que lo haga de la mejor manera posible, siempre al máximo, respetando los valores y las cosas que ellos me habían inculcado y pues con el tiempo se habrá acostumbrado creo, ya pasaron como 18 años.
- Pensando en que te fuiste a Bolívar también al tiempo de haber arrancado con el vóley, ¿qué sacaste de lo que fue la experiencia a Ben Hur para irte a Bolívar también, otra ciudad distinta hasta más lejos que Rafaela?
. Lo que lo que más convenció a mis viejos, porque no me querían dejar ir al principio porque obviamente después de un paso en falso tener dos pasos en falso podría ser el término de una pequeña carrera que hubiese tenido en el deporte. Entonces mi mamá realidad se aseguró de que tuviera una contención de gente de familia que estén cerca, porque a Rafaela era una hora y media de viaje en auto, muy distinto que Bolívar. Obviamente Bolívar proporcionó a cada uno de los chicos que fue una ‘familia adoptiva’, donde te iban a buscar, te invitaban a comer, te ayudaban con los estudios, te ayudaban con la escuela. Eran unos interlocutores entre el club y mi familia. Eso fue lo que lo que me ‘faltaba’, contención fuera del deporte para poder tener el paquete lleno, digamos.
-¿Y qué sacaste del básquet para ser armador en vóley?
. Todo, la forma de moverse, el pivoteo, los dos pasos para la bandeja, un montón de movimientos, los movimientos laterales que se usan en la defensa, la posición de defensa del básquet que se usa para el vóley. Todo traté de acoplarlo, porque si no no me divertía. A mí el vóley no me gustaba mucho, no era algo que me seducía de jugar, porque el vóley cuando sos chiquito si no sos bueno técnicamente te aburrís. No es como el básquet que la tirás de cualquier forma, la metés y estás re contento, en el vóley y si le pegas de cualquier forma no hay chance de que te salga bien. Entonces traté de hacer un híbrido entre las cosas que a mí me gustaban y el vóley para hacérmelo gustar o hacérmelo querer un poquito más y después fui adoptando ese talento que heredé de alguna parte para ponerlo en función de ser una mejor versión de mí mismo.
- Imagino que en el vóley cuando arrancás querés hacer puntos, todo lo que no hace un armador. Eso también va dentro de lo que era el base.
. Sí, puede ser. Obviamente que yo tengo la filosofía de cuando es un deporte de equipo, no importa quién haga los puntos, lo importante es que el resultado final sea importante. Creo mucho en los roles, creo mucho en el valor adjunto que pone cada uno al más allá de hacer puntos, ser protagonista o ser el mejor. Me ha tocado en el básquet y en el vóley en el rol de outsider y entrar un punto o un partido en una liga y tenés que tratar de aportar de lo que te toca cuando te toque, como te toque. Yo sinceramente no elegí ser armador porque no era de las mis posiciones preferidas. Pero los entrenadores vieron que yo tenía un valor adjunto para este rol, para esta posición y traté de que todo lo que uno aprende tanto fuera como en la cancha, ponerlo al servicio el equipo y,me toque ser protagonista o no, ayudar al equipo a que gane, que es la filosofía, el valor fundamental de ser parte de un deporte de equipo.
- Sacando el hecho de haber seguido a tu papá cuando entrenaba en los clubes y demás, ¿cuál es tu relación con el básquet desde el momento que dejaste hasta ahora?
. Muy buena. Veo básquet, veo mucho más básquet que vóley, estoy abonado a la Euroliga, voy acá que hay dos chicos argentinos, Franco Bazani que juegan acá en Civitanova y cuando puedo voy a ver los partidos. Tengo a Gustavo Imsandt y a Lucio Delfino acá en Pésaro y en Fabriano que hay veces que voy a ver los partidos, cuando estaba Cabeza Delfino acá en Pésaro fui un par de veces con mi viejo a ver los partidos, íbamos a comer, o sea, me gusta. Me gusta el ambiente, me gusta lo que lo hace generar los chicos limpiando la cancha y después en el medio tiempo tirando la pelota adelante de un estadio de 10.000 personas. Esa cosa la hice yo también y es lo que más me gusta, aparte obviamente del deporte que me cautiva y me genera mucha emoción todavía.
-¿Y seguís la Liga, seguís todo lo que es el básquet argentino? Se sorprendió mucha gente cuando ascendió Unión de Santa Fe, que publicaste en tus redes felicitando.
. Sigo mucho, veo mucho los highlights, los partidos de Unión cuando ascendió los pasaban por YouTube, entonces me quedaba hasta tarde mirándolo. Cuando ascendió, yo estaba en los Juegos Olímpicos, en Tokio, y lo venía siguiendo por el Sofascore en esa época porque en Tokio con diferencia de horario y todo el quilombo no había podido seguir. Soy fan del deporte, todo lo que es básquet, todo lo que es gente que conozco, clubes donde fue mi viejo, utileros, asistentes, con Julio Lamas en las olimpiadas nos juntamos a hablar también y hablamos de filosofía del deporte, experiencias. Todo para mí es enriquecedor, me gusta, y también me gusta ser parte, con mi viejo, muchas veces hablábamos de básquet, quiero saber el tema, me gusta ser parte de la conversación, no me gusta ser el que escucha y no habla.
- Hablabas de los Juegos Olímpicos y es público que tenés una relación de amistad con Facu Campazzo y Nico Laprovittola.
.Sí, con ellos fue más que nada porque nosotros nos juntamos en las olimpiadas con los hermanos Simonet (handball), con Facu, con Nico, con Pato Garino, con Nico Richotti. Y teníamos también, aparte del deporte, también jugábamos a los videojuegos juntos en esa época y estábamos todos en una época más joven, en la cual teníamos más tiempo libre y dedicábamos nuestras horas de ocio a jugar y charlar. Ahí creció una amistad que es invalorable porque hoy los ves. Facu y Nico la están rompiendo en la Euroliga, en Barcelona, Real Madrid. El chino Simonet la rompe en la Champions League de handball, es uno de los mejores jugadores del mundo. Los otros dos hermanos Simonet son medallistas panamericanos, clasificación olímpica, juegan en Europa hace años. Fede Pizarro, Nico Richotti que dejó y ahora es embajador de básquet de Tenerife, Pato Garino fue a la NBA con Facu y con Nico, con Gaby Deck, que hablamos de vez en cuando, fue a la NBA y es figura e el mejor equipo del mundo. Con Cabeza Delfino, yo crecí con él, con mi viejo y me siento recontra honorado de conocerlo y poder charlar con ellos no por lo que son como jugadores, sino por lo que son como personas conmigo, con la gente y que tuve el placer de conocerlo y poder compartir cosas que capaz que la gente ni sabe o ni vio y eso queda siempre por la memoria.
- En Atenas 2004 vos ya eras jugador de vóley y debutás en la selección a los dos años. ¿Cómo viviste eso?
. El 2004 fue mi primer año de vóley. Lo vi como hincha de básquet. Obviamente vi todos los partidos, desde el primer partido con Serbia, desde el punto de Ginóbili en el último segundo, y Magnano corriendo con los zapatos, dando la vuelta a la cancha entera, hasta el partido que dio vuelta al Conde Herrmann entrando desde el banco de suplentes contra Grecia. V todos los partidos como un hincha más. Como exjugador de básquet y haber mamado mucho básquet con mi viejo, no ves solamente el resultado, sino lo que genera un deporte que en esa época no era tan importante como lo es hoy en Argentina. Antes el básquet ocupaba un lugar muy chiquito en el deporte argentino y en Argentina cuando necesitas ganar algo grande para ser reconocido, como pasó con las Leonas, como le pasó al básquet, como posiblemente pasó un poco al vóley, como le pasó a Pignatiello y como le pasará a muchos otros deportes emergentes cuando tengan la suerte de colgarse una medalla olímpica, como Pareto, obviamente que es una de las mejores, no me quiero olvidar nadie porque en Argentina cuando ganás tenés un pedazo más de la torta digamos que deja el fútbol, el automovilismo o el boxeo pero si el básquet no hubiese ganado en Atenas 2004 yo creo que hoy no tendría la importancia que tiene hoy y un montón de otras cosas. O sea, si esa Generación Dorada no hubiese ganado, los valores esos que ellos igual transmitían nadie los hubiese valorado.
- Hay algo que me llama la atención, hay muchos chicos que cuando dejan el deporte es como que terminan y lo cambian por otro, se alejan completamente. A vos te pasa lo contrario, estás pegadísimo el básquet.
. Lo que pasa es que al vivir tanto con el vóley, ver tanto vídeo de vóley, estudiar los porque tengo un rol desgraciadamente en el cual tengo que mirar mucho vídeo y quiera o no te llena la cabeza, no me gusta llenarme de algo que después se vuelve un monótono, entonces busco otras cosas como bueno el básquet. No es que lo busco, me gusta entonces lo miro ya no me vuelvo loco, grabo los partidos no me quedo hasta las cuatro de la mañana viendo la NBA acá en Italia lo miro el día después o miro los pero me gusta porque el básquet va evolucionando, cambian las reglas, cambian las cosas. La Euroliga ahora para mí tiene mucho mejor que la NBA a nivel de visibilidad por cómo juega el deporte en sí. Y me gusta mirar, como miro también en la Liga Italiana o la Liga Española. Estoy abonado a todos los canales de vídeo y cuando puedo lo veo. Es un deporte que me genera expectativa, me genera fanatismo y lo hago por placer.
Ferro, un sueño cumplido del básquet en el vóley
Cuando Luciano era chico, Ricardo jugó la temporada 1991/92 en Ferro. En un Héctor Etchart que vivía grandes épocas, jugó 40 partidos. Allí transcurrió parte de la infancia de un joven Luciano que soñaba con jugar con la camiseta verde en ese estadio repleto de gente.
“Fui a Ferro porque quería. El sueño mío era jugar en el Etchart como mi papá jugó el básquet, que yo al básquet nunca lo iba a poder hacer, y encontré la simbiosis perfecta que me dio el club, en el cual después, aunque no podía jugar, iba al club, iba a ver los entrenamientos, estaba en el club, hice amigos” contó De Cecco.
Y agregó algo de su vivencia tan normal en los clubes de barrio: “Tuve la suerte de conocer 5, 6, 7 personas increíbles que hasta hoy me hablo casi todos los días como con mis amigos de Santa Fe, en el cual conocí a e Ferro sin nada. Para mí yo ya gané. Más allá de que jugué, que estuve en el club y de que cumplí un sueño, Ferro me abrió las puertas de algo mucho más grande de ser un jugador de vóley, sino vivir de vuelta la vida del club a 35 años, compartir, ver chicos que juegan el fútbol, que juegan el básquet, al hockey, correr, las madres y los padres que esperan a los chicos que jueguen y que hagan deporte para volverse a su casa. Eso para mí es impagable. Y yo fui a Ferro gratis, fui por las ganas de ir, quería tratar de devolverle algo al club que a mí tanto me dio”.
Además, contó que quería “mostrar otra faceta que la gente no ve, porque al final nos ven a Facundo (Conte), a mí, jugar en la selección, pero todo lo que nosotros pasamos para llegar a ese momento, estaría bueno que los chicos más chicos lo vean para que digan ‘che, yo quiero ser como él, yo quiero hacer lo que hizo Scola, yo quiero hacer lo que hizo Ginóbili’. Y hoy ni Ginóbili ni Scola ni De Cecco viven en el país, entonces cuál es el espejo más grande, cómo haces para que ellos vean lo que vos hiciste, para que quieran ser como uno. Eso es lo que yo veo que posiblemente nos falta y yo quise hacerlo y la verdad lo hice, poco, me hubiese gustado hacerlo muchísimo más pero desgraciadamente no me dieron los tiempos. Pero lo volvería a hacer, eso es seguro”.
En esta línea, Luciano comentó sus sensaciones y lo que quiere él como referente: “Es tratar de colmar que todo la expectativa que uno tiene al servicio de un club, al servicio de una institución, y que esa institución le pueda sacar un valor agregado a lo que uno hace. Obviamente me gustaría que muchos chicos o jugadores de mi talla, de selección, que puedan apoderar un club y decir ‘che, juguemos un día, llenemos una cancha, que nos vean jugar todos los chicos, pero que no vayan a jugar en una forma diferente, que nos vean jugar en un club con el mismo sentido de pertenencia, con los mismos valores, con la misma motivación y con la misma gana de ganar, que nos ven en la televisión cuando salimos por la tele. Creo que eso deja mucho más a que vean un simple partido en un Mundial y pase y no se hable del vóley”.
“Es la realidad y no lo que sería la utopía de decir, yo quiero ya la selección, pero cómo hago, y nadie tiene esa respuesta”.
-¿Pensás que hubieras llegado a ser profesional jugando el básquet?
. Creo que la Liga Nacional hubiese llegado. No sé si hubiese sido un jugador importantísimo, pero sí creo que una liga, un TNA lo hubiese llegado a poder jugar. No sé si como un jugador importante, pero sí hubiese sido un jugador de rol que podría aportar algo.
- Y cuando dejes el vóley, ¿pensás hacer la gran Rodrigo Palacio con él?
. Al cien por cien. Solo por el hecho que me gusta el básquet, porque me gustaría mantenerme de actividad y la única forma que sé de mantenerme de actividad es divirtiéndome y si hay un deporte que me divierte puede ser el básquet, puede ser el tenis. El golf, lo probé, me ayuda mucho a relajar pero no es algo que me divierta, entonces no sé si me volvería un jugador de golf, pero sí el básquet me gustaría y si luego con amigos o con gente conocida, muchísimo mejor.
Alejandro Malky / [email protected]
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En Twitter: @alemalky
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