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Liga Nacional

Chapu Nocioni y una final para el recuerdo ante Atenas

20:07 22/03/2025 | Andrés explotó por completo en la 98/99 y fue figura de Independiente en la definición ante el griego a pesar de no haber sido campeón.

Chapu ante Leo Gutiérrez (La Voz)

Andrés Nocioni llevaba un crecimiento sostenido en la Liga, pero de la mano de Independiente la 98/99 sería su última en Argentina antes de partir a Europa. Y lo hizo como subcampeón, pero como gran figura de ese equipo de General Pico.

En Historias de un Guerrero se repasó:

Cuando empezaron los playoffs, el equipo explotó. Es cierto que el primer cruce contra Estudiantes de Bahía Blanca les costó una enormidad (3-2, con las 3 victorias conseguidas por 1, 4 y 5 puntos), pero tomaron mucha confianza, especialmente Chapu, que fue decisivo en los dos primeros triunfos (16 y 28 puntos, respectivamente). Después llegó Gimnasia de Comodoro, ya con desventaja de localía, y levantaron un 0-2 para terminar ganando 3-2 la serie. Ahí no pesó tanto Chapu, sino que el equipo se sostuvo más en los más experimentados (Ruiz Moreno, Sucatzky, Prickett), algo similar a lo que ocurrió en las semifinales ante Obras, al que barrieron 3-0. Obras no tuvo a su as de espadas (Lázaro Borrell) en los dos primeros partidos por lesión, pero igual casi le gana el primero en Pico, que necesitó dos suplementarios. Para el tercero volvió Borrell, pero se lesionó Gabini, otra de las estrellas del equipo junto con Pablo Prigioni. “Le ganamos a Estudiantes, a Gimnasia y nos encontramos con un Obras que tenía algunos lesionados, y lo vencimos también. Ahí tomamos consciencia de dónde estábamos. En la final de la Liga. Nosotros teníamos un buen equipo, con Ruiz Moreno, Sucatzky, Prickett, Monty Wilson”.

Independiente llegó tan envalentonado a la definición del torneo ante Atenas (que había vencido en la semifinal al otro equipo de La Pampa, Pico FC, 3-0), que viajó a Córdoba con la autoestima por el cielo y dio el batacazo en el primer partido, ganando 67-65. Atenas era, además del máximo ganador de la historia y campeón vigente, un equipo que daba miedo por sus nombres: Pichi Campana, Marcelo Milanesio, Diego Osella, Leandro Palladino, Leo Gutiérrez y Steven Edwards conformaban una plantilla tremenda. “A mí no me importaba quién estaba enfrente. Me daba lo mismo que fueran Milanesio y Campana. Para mí eso siempre fue natural. Me pasó lo mismo después en la NBA. Nunca le dí importancia. Yo jugaba. Y en esa final, salvo el primer partido, que entré poco, después tuve mucha participación. Luego de ganar ese juego, como teníamos muchos jugadores con experiencia, como el Vasco, Sucatzky, Ruiz Moreno, Zulberti, no nos subimos al caballo y seguimos tranquilos. Eso me ayudó, porque si hubiese sido por mí quizá me hubiera ganado la euforia”.

Aunque habían jugado juntos en Olimpia dos años antes y se habían hecho amigos, con Leo Gutiérrez, ahora rival en la final, todavía no eran tan cercanos. “Teníamos relación, pero no nos llamábamos durante el año. Cambió todo unos meses después, cuando empezamos la seguidilla de torneos con la selección: Sudamericano, Preolímpico y Panamericanos”. Leo la rompió en el segundo partido (17 puntos y 8 rebotes) y Atenas puso la serie 1-1. Andrés, en ese juego, ya cambió su rol: 14 puntos en 31 minutos.

En La Pampa había una enorme expectativa por pasar al frente en la final, pero Atenas sacó la chapa de favorito y ganó 79-71. Nocioni volvió a ser figura destacada con 17 puntos. El cuarto choque, otra vez en Pico, quedaría en la memoria, aunque no precisamente por la belleza de su desarrollo. Al día de hoy, sigue siendo el partido con menos puntos de la historia de la Liga Nacional. Atenas volvió a ganar, esta vez por 52-47, y quedó con doble match point a favor, teniendo el quinto juego de local, en Córdoba. Parecía todo definido. “Los dos partidos en La Pampa los perdimos mal. El primero no tanto, pero el segundo fue horrible. No me olvido más que llegamos a Córdoba para el quinto partido y escuchamos por la radio cómo iba a ser el recorrido de la caravana que iba a festejar el campeonato. Estábamos yendo para el estadio. Y creo que eso nos encendió un poco, porque nos estaban ignorando por completo”.

Para sorpresa de todos, Independiente jugó un partido fantástico y Chapu explotó. Teniendo en cuenta la instancia que se estaba disputando, podríamos decir que fue su partido consagratorio en esta primera etapa de su carrera en la Liga. No solo anotó 25 puntos y tomó 7 rebotes, sino que fue la energía que lideró a un equipo que en ningún momento dio el título por perdido, aunque estaba 1-3 y enfrente tenía a las mayores glorias de la competencia de entonces, empezando por Campana, que metió 28 esa noche y no podía creer que un pibe de 19 años les estuviera arruinando el festejo.

“En realidad yo lo respetaba como un mayor, porque no demostraba la edad que tenía cuando entraba a la cancha -dice Campana-. Ovbiamente, por momentos se notaba su inexperiencia, pero jugó la serie como un tipo grande”. Independiente terminó ganando 77-74 y llevó la serie otra vez a General Pico. “La verdad es que jugamos un partido muy lindo y yo anduve muy bien. Me solté en esos momentos. Era titular, porque el Vasco Aispurúa estaba lesionado. Jugaba muchos minutos. Ese día la cancha reventaba de gente y todos estaban preparados para festejar. Creo que fue el factor que nos dio el plus para llevarnos el triunfo”.

De regreso en La Pampa, el rojo aplastó a los cordobeses en el sexto juego 89-68, con otro gran partido de Andrés, que sumó 18 puntos (2-3 triples) y 4 rebotes en 38 minutos en cancha. “Todavía tiraba poco de tres puntos. La metía más de 5 metros. Me posteaba, iba para adentro. Era una época en la que no se jugaba mucho pick and roll. Yo anotaba más por ir al rebote ofensivo o jugar uno contra uno. Corría la cancha, era muy atlético. Lo principal era que tenía mucha confianza, y margen de error”. 

La final se iba a definir entonces en un séptimo partido, nuevamente en Córdoba. Algo totalmente distinto a lo que había ocurrido el año anterior, con el 4-0 de Atenas sobre Boca en el Luna Park. A esa altura, Andrés ya casi había arreglado para irse al TAU Cerámica, por lo que iba a ser su último partido en un club de la Argentina, posiblemente en todo lo que quedara de su carrera. Por muy poquito no fue así. “Claudio (Villanueva) siempre le dice a Alfredo (Salazar), que me contrató barato porque lo hizo antes de esa final. Él nunca la vio. Ya estaba cerrado el fichaje”.  Esta vez no hubo festejo anticipado de los medios cordobeses, ni del club, ni de nadie. La mala experiencia previa había servido, una vez más, para no vender los huevos antes de comprar la gallina. Y vaya si estuvieron bien en no hacerlo. Independiente estuvo al frente del marcador un buen tiempo, pero Palladino y Milanesio, con sendos triples, inclinaron a su favor el partido, que de todos modos llegó cerrado al final. En el último minuto se dio la jugada determinante. Con el resultado 63-58 a favor de Atenas, Ruiz Moreno penetró y, en el aire, quiso pasársela muy forzado a Nocioni. La pelota fue interceptada por Steve Edwards y Chapu le cometió falta, que encima fue su quinta. Y, en la misma acción, unos metros más lejos, Zulberti le hizo una falta intencional a Bruno Lábaque. Todo en contra. Atenas ganó el partido 70-58 y se quedó con la serie 4-3. “Fue el partido en el que se la volqué en la cara a Osella, que ese año la rompió toda. También fue el día que Palladino metió un triple con 34 segundos de posesión. Cada vez que lo veo se lo recuerdo. No sonó la chicharra y la metió con el tiempo vencido. Fue un tiro clave, porque encima Palladino en esa época no era tirador todavía, y clavó una pizza increíble. El partido lo tuvimos ahí, al alcance de la mano, pero lo cerramos con poca experiencia”.

Aunque volvió a ser la figura de su equipo con 14 puntos, 9 rebotes y 2 tapones (todos creen que hubiese sido el MVP de la final si la ganaba Independiente), Nocioni se fue muy frustrado de la cancha. Tan frustrado que, en la primera de cambio, reaccionó mal. “Estaba en el bus, con un pedacito de ventanilla abierta, y viene un cordobés y me escupe. Salí corriendo en patas, como dos cuadras. Ese se me escapó, pero en el camino me puteó otro y le dí un viandazo que casi lo mato”. Sergio Aispurúa lo rescató de la calle. “Al pibe lo había agarrado la policía y lo tenían contra el patrullero, y vino Chapu y le dio una piña que abolló todo el auto”, dice el Vasco, que lo subió de nuevo hacia el colectivo para arrancar hacia General Pico.

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