Basquetplus.com

Resulta difícil hacer un análisis bien argumentado de Eslovenia. Es de esos equipos que son una cosa con un jugador, y otra cosa sin ese jugador. Muy distinta. Muy dependiente. Y Luka Doncic, el hombre en cuestión, es el que cambia el status de la sorprendente Eslovenia. El tema es que, a diferencia de otros casos en el paso de equipos con una megaestrella, Doncic hace que su simple presencia convierta a Eslovenia en potencial candidata a medalla.

Usted dirá que quizá exageramos con la injerencia que le damos a Luka en relación al equipo, que tiene además otros muy buenos jugadores, y probablemente sea cierto. Este equipo viene de hacer un soberbio Repechaje en Kaunas, eliminando al local Lituania, que por primera vez desde que volvió a competir en 1992 no estará en los Juegos. Pero la realidad marca que, sin Doncic (y sin alguno más durante varios juegos), quedó último en su zona en el clasificatorio para el Mundial 2019, ganando 3 partidos de 12. 

Pero hablemos del ahora. Esta Eslovenia también ha progresado en estos dos años. No solo Luka, que tiene un dato único: jamás perdió un partido oficial con la selección mayor de su país: ganó invicto el Eurobasket 2017 y el Repechaje de Lituania. Esta vez, no tendrá a Anthony Randolph como extranjero nacionalizado, pero sí a Mike Tobey, que en Kaunas fue un buen valor al que Luka supo alimentar, lo que en definitiva hace de Eslovenia un rival de cuidado. Porque Doncic anota, rebotea, pero sobre todo contenta a todos. Sabe aprovechar las virtudes de sus compañeros y los hace mejores. Cuando él descansa (poco), el efecto positivo dura algo, pero se acaba. 

Con Tobey, los otros que aportan más que antes son Klemen Prepelic, Vlatko Cancar (compañero de Campazzo en Denver), y el todoterreno Jaka Blazic, muy útil en el esquema de de Sekulic. Zoran Dragic también le suma experiencia, pero digamos que estos son los que forman la armadura básica del equipo. A diferencia de Lituania, no tiene un juego interior tan fuerte, lo que favorece en algún punto a la Argentina, que podría decirse que recorre más o menos un camino parecido de juego colectivo, aunque sin una dependencia sobre un jugador. En su primera prueba mundial, Eslovenia aspira a seguir sorprendiendo.