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Hace 20 años las apuestas deportivas no eran ni cerca lo que son ahora porque si no, seguramente la final entre Argentina e Italia hubiese sido una de las que más hubiese pagado en los Juegos Olímpicos de Atenas 2004. En aquél momento, estar en la cita ecuménica era un privilegio para muy pocos. Eran más las potencias mundiales las que se quedaban afuera que las que podían clasificar.

Argentina venía de ser subcampeón del mundo, injustamente porque merecía ganar la final de Indianápolis 2002, con lo cual se encontraba en sus mejores años. Y pese a la sensación de los propios jugadores y del cuerpo técnico, eran candidatos a pelear una medalla pero no, a priori, a ganar el oro. Pero iba a estar en la conversación.

Lo que era cierto que Italia no estaba en los planes de nadie. No por Italia en sí porque la realidad es que los tanos tenían un buen plantel, con jugadores importantes, con mucho protagonismo en sus clubes y determinantes. Porque selecciones como Serbia y Montenegro, Yugoslavia hasta un tiempito antes, Lituania, Grecia, Estados Unidos y España partían, en los papeles, un paso delante de Italia.

Pero, los partidos hay que jugarlos. Los dos seleccionados compartieron grupo y en el duelo entre ellos, Argentina ya llegaba clasificado y quizás se relajó, los italianos ganaron y también se metieron a la segunda fase. Los europeos perdieron contra Serbia y Montenegro y ante España, quien venció a ambos.

En el primer cruce, a Italia le tocó uno de los rivales más débiles, a priori, como Puerto Rico. Trabajó, sufrió, batalló pero lo pasó. En semifinales tenía adelante uno de los firmes candidatos como lo era Lituania. Pero en un verdadero partidazo, los tanos jugaron a la perfección y se metieron, de manera impensada, en la final.

Para Argentina, la historia fue distinta. Si bien en primera ronda fue un tanto similar, en los cruces fue inversamente proporcional: comenzó con rival más difícil y terminó con el más débil, arrancó con un nivel bajo y terminó brillando. Porque en cuartos le tocó el dueño de casa, Grecia. Los helénicos le estaban ganando bien, pero los argentinos lo dieron vuelta y se llevaron la victoria. En semis, el ya conocido Estados Unidos al cual le propinaron una verdadera clínica de básquet. Tras pasar esos dos duros escollos, sabían y sentían que el rival de la final era más débil, pero no por eso había que relajarse.

El resto de la historia es conocida. Argentina batalló y le ganó a Italia la final menos pensada de Atenas 2004.