A 20 años del oro olímpico

Carlos Delfino y el oro: "Lo de Atenas quedó marcado a fuego"

12:59 22/08/2024 | Fue una de las caras nuevas del equipo para Atenas 2004. Fue el primer torneo importante para el Lancha y tuvo una participación destacada. Lo repasó con Básquet Plus.

Carlos Delfino, una de las caras nuevas del equipo, tuvo una gran actuación en Atenas 2004

Carlos Delfino fue uno de los dos jugadores nuevos que se incorporaron al equipo para disputar los Juegos Olímpicos de Atenas 2004. El santafesino tuvo un papel importante en la obtención de la medalla dorada. Fue el primer torneo importante que jugó con el seleccionado argentino y estuvo a la altura de las circunstancias.

-Con el diario del lunes, uno recuerda a un Carlos Delfino con una trayectoria gigante, exitosa. Pero, ¿qué te pasaba por la cabeza a los 21 años en un Juego Olímpico, que era el primero para casi todos menos para Oberto y Wolkowyski?

. Con el diario del lunes y después de tanto tiempo, te das cuenta de cuando sos más chico esa inocencia, esa inconsciencia de lo que te está pasando, pensás que te va a pasar siempre. Ese año yo jugué un Juego Olímpico, tal vez para mí a principio de año era impensado estar ahí o a lo mejor ni siquiera sabía que estaban los Juegos Olímpicos. Ese mismo año jugué una Final Four de Euroliga con un equipo que no estaba hecho, tal vez, ni para llegar a playoffs. Entonces de golpe pasaban cosas y las sentía como naturales. Tuve la suerte que ese año salieron muchas cosas muy redondas, con la Selección Argentina y con mi club. Tuve un año muy intenso, muy productivo, muy lindo. Es el año que también decido saltar a la NBA. Pero, obviamente que la cosa que más recuerdo cuando pasa el tiempo, incluso ni bien pasó, pero que más vas valorando porque ves que cada vez es más difícil, es el Juego Olímpico. A esa edad, incluso tal vez nunca hubiese pensado que hubiese estado en los planes de un entrenador de formar parte del equipo y llegar a Atenas.

-Walter y vos, obviamente sabían que para meterse en ese equipo o había que ser muy bueno o romperla toda en la preparación o que, lamentablemente, se lesionara alguien. Pasó lo segundo. La rompieron toda en la preparación. Además, si bien Lucas y el Toro venían con algunas molestias físicas, eran del riñón del equipo. ¿Para vos eso era una segunda batalla, para quedar tenías que hacer el doble, no un poquito mejor que ellos?

. Era muy chico. Me acuerdo que el año previo, Rubén cuando hacía la previa hacía un viaje siempre, visitaba a los jugadores y demás. Me visita en Bolonia y me hablaba del grupo grande y después que había un grupo que iba a jugar un Sudamericano. Dependiendo cómo vaya en ese Sudamericano, tal vez después puede haber chances de integrarme o hacer la gira. Pero algo se veía. Con ese grupo del Sudamericano fuimos a entrenar, creo que en Chaco. Cuando llegamos y empezamos a entrenar, nos olvidamos. Era un grupo como de 20, Rubén hacía concentraciones grandes y largas para lo que es hoy. Cuando empezabas, a los 2 o 3 días era como que te olvidabas de todo lo que había más allá porque era todo muy engorroso los entrenamientos, los viajes y demás. Fue un buen Sudamericano, además fue medio histórico porque hacía mucho que no ganábamos en Brasil, teníamos un lindo equipo, jugábamos muy bien, mucha química. Cuando termina el torneo, como que me había olvidado de lo que había hablado con Rubén y nos dicen: ‘Walter, Leo y Carlitos se van a Córdoba con el grupo grande’. Yo no estaba ni preparado. Típica historia de mi vida: me fui a Santa Fe, cambié el bolso, desayuné, tomé unos mates con mi familia, justo estaban mis abuelos, agarré la camioneta, me acuerdo que me fui con un tío y mi viejo a Córdoba. Primer entrenamiento y me di cuenta que el grupo era muy unido. Los conocía a todos, competía con la mayoría, los tenía individualmente pero el grupo era muy unido. Tenían mucho vivido y no es que nos trataban mal, pero cuando vos entrás en un grupo y hablan de anécdotas, cuentan cosas vividas, vos sos un accesorio digamos. Con Walter nos pasaba eso, éramos un poquito de afuera. Nosotros compartíamos habitación, entonces eso nos ayudaba a que nos uniéramos mucho nosotros y nos hagamos un poco de espalda el uno del otro, o de oreja porque hablábamos mucho (risas). Además, Walter estaba en un momento especial en esa época y yo trataba siempre de darle una mano. Cuando empezamos a jugar, nosotros tuvimos un poco de ventaja porque veníamos de jugar el Sudamericano y ellos venían de pretemporada, entonces corrimos con esa ventaja. Yo nunca lo pensé. Yo desde el principio lo veía como un paso muy largo en esa época, después se fue dando y salió todo redondo.

-Antes de todo esto está la famosa primera vez que vos vas a Colón, y alguno me contó: ‘Carlitos vino, le dio un beso a alguien y se fue’. Eso hacía que tu ascenso necesitaba un extra.

. Jugaba en Bolonia, me draftean y Bolonia no me dejaba jugar en la Selección porque me había lesionado un tobillo. Ellos querían que me recuperara durante todo el verano. No podía jugar con la Selección. Yo tenía tres años de contrato con el Bolonia. Era para el Preolímpico. Había dos Selecciones, había una concentración como de 40 en Colón, estaban los dos grupos juntos. Fui a hacerme ver el tobillo porque lo tenía inflamado. Fui a hablar con Rubén, le dije: ‘Rubén, mirá, tengo este papel, no me dejan jugar, tengo el tobillo así, a mí me encantaría, pero no me dejan’. Estaba recién drafteado. Subo a una habitación, hablo con Rubén y cuando bajo, ya estaban todos los chicos comiendo, entonces empiezo a saludar desde la punta de la mesa y en el fondo estaban los más grandes, la Generación Dorada de hoy. Al principio estaban los del “segundo grupo”, mal llamados, eran muchos chicos de mi edad o sub 21, jugadores con los que yo había jugado últimamente. Empiezo a saludar y en un momento lo saludo a Martín Leiva que me pregunta algo, me quedo charlando con él, empiezan a llegar platos de comida y entonces pensé, saludaré después así no los interrumpo. Pero ese después nunca pasó y me fui. Entonces la anécdota que salió después fue que Leo, que era parte del grupo de los grandes, empezó a decir: ‘Uh, cuando se entrene, le vamos a dar mal’. Con Leo hasta esa concentración del 2004 no habíamos entrenado nunca juntos, agarro la pelota, ataco al aro, él salta a la ayuda, la vuelco y salió puteando para todos lados. Vino después del entrenamiento y me dijo: ‘Te la quería dar, pero no llego, no llego’. Ahí me contó lo que pasó del otro lado de la mesa durante ese almuerzo que yo nunca lo supe. Pero es algo que quedó marcado, todavía hoy en el chat lo tiran: ‘¿Te acordás cuando Carlitos llegó que ni nos saludó?’. Es algo que quedó marcado.

-El día que les dicen que van vos y Walter era en Mar del Plata. A esa altura, ¿ya sabías que estabas o todavía no tenías la seguridad?

. El grupo se juntó en Córdoba, empezamos a jugar y los más grandes rotaban, nosotros jugábamos siempre. Vamos a Mar del Plata y pasó lo mismo. Ahí nos va muy bien con Walter. Nos hablábamos y decíamos, ‘che, ¿será? ¿no será? ¿qué pasa?’. Después del último partido, algunos cenaban y otros se iban. Nosotros con Walter teníamos todo programado para irnos para casa porque no estaba en los planes y el equipo se juntaba después en Buenos Aires para salir para Europa. Termina el último partido, volvemos al hotel, me pongo a guardar las cosas, suena el teléfono, era Rubén y me pide que vaya a su habitación. Estaba nervioso porque no sabía qué podía pasar. Llego y Rubén estaba serio, yo lo había tenido bastante a él porque estuvo con el U21, pero siempre con distancia. Y me dice: ‘Vas a quedar. Esto va a ser un golpe para el grupo porque las personas que no van a quedar son parte del núcleo. Pero se lo ganaron. Nos van a hacer muy bien. Son parte del rompecabezas y bla bla’. Estaba congelado. Cuando me lo encuentro al flaco afuera estábamos los dos sorprendidos, enloquecidos. Trasnoche, tenía colectivo para irme a Santa Fe, al otro día teníamos día libre para juntarnos al día siguiente en Buenos Aires a la mañana siguiente con los 12 definitivos. Ahí ya con el golpe del shock porque yo no los vi a los chicos después de hablar con Rubén, nosotros nos estábamos yendo, había gente que estaba con la familia y se estaba por ir a comer y demás. Yo estaba solo. Re contra shockeado. No era época de celulares, no era época de noticias que vuelan y cuando se empezó a enterar todo el mundo el día después era un poco una locura porque a partir de mí, que no lo esperaba, mi familia, los allegados, a todo el mundo. Inesperado y loco. Fue el inicio de todo.

-¿Te resulta simple ver desde afuera y decir qué le dieron vos y Walter a ese equipo?

. Yo fui compañero de equipo un año antes del Toro Palladino. El Toro fue juvenil de mi papá jugando al básquet, habían estado juntos en la Selección de Entre Ríos. Era uno de mis mentores y el otro era Ale, con él había jugado dos años antes entonces lo conocía mucho. Él era por ahí el que me integraba, ‘este perro verde es así’ y me allanaba un poco el espacio con los demás. Hay muchos que me dicen que entré por el Toro porque tenía la 14 de él, pero yo con ese grupo jugaba mucho incluso como el tercer base del equipo. Entonces era un poco más por Lucas lo mío. En los entrenamientos rotaba un poco con Ale que estaba un poco tocado. Pero después en la posición de guardia que estaba un poco más cargado el tema, pasaba y rotaba, pero yo estaba más con Pepe y Ale, Rubén me hacía jugar más de base. En ese momento creo que estábamos la gran mayoría en un momento brillante, top, todo el mundo jugaba en Europa, la mayoría en Euroliga o en el segundo nivel de copa europea, pero jugaba mucho, tenía mucho roce internacional, era consagrado para lo que éramos nosotros en esa época. Era mucho más balanceado el tema. Los entrenamientos eran una guerra. Aparte con Rubén se entrenaba un montón, era la época de que se entrenaba mucho entonces estábamos todos preparados para eso. En el día se entrenaban 4 o 5 horas, algo impensado para este momento. Era la época de las pastas y las pesas entonces estábamos todos cuadrados, llenos de músculos entonces cuando había un bloqueo era a romperse, era durísimo. A mí me sirvió muchísimo esa competición para aprender y para mejorar. Siempre se habla un montón de cosas del grupo, los entrenamientos me marcaron un montón porque era aprender a combatir con el que tenés al lado para después ir juntos a combatir contra otro. Realmente te conocías.

-Han quedado jugadores afuera de torneos importantes por esos entrenamientos.

. Si, además no había que decir ‘vamos a jugar en serio’. Entrábamos en las canchas y en la entrada en calor ya era ir a correr a morir, no es como ahora que vamos despacito y empezamos con las píldoras. Esa batalla interna por un lugar, por jugar, por tener un minuto más, te mejoraba y el equipo subía el nivel. Había peleas, puteadas, agarrones, rotura de remeras, pero después nos sentábamos a comer y estaba todo bien porque era lo que nos hacía mejores y esa era la parte más sana de ese equipo.

-Vos no habías estado en el Mundial ni tampoco en el Preolímpico. En el Mundial fue quizás el tope del nivel de juego, por lo menos de juego lindo y efectivo. Mientras que en el Preolímpico se había jugado bastante mal, con varias derrotas de esas que duelen, parecía que ya no eran los nenes del 2002, ya traían sus mañas, para Rubén ya no era tan fácil llevarlos. Al no haberlo vivido, en el 2004 tampoco hacen una gran gira previa, ¿dudaste? ¿Pensaste ‘uh, esto no era lo que pensaba’?

. Con Walter pensábamos, ‘che, no ganamos, ¿será culpa nuestra? Estos flacos la rompen toda, jugaban bien, ganaban todo y ahora no’. Nosotros jugábamos bien, hacíamos puntos, jugábamos mucho, sentíamos que por ahí la gente coreaba el nombre, todo, porque aparte veníamos de festejar. Pero no ganábamos y nos cargábamos entre nosotros porque era como que trataban las cosas. Pero el grupo trabajó y mucho. 

-¿Les importaban esos amistosos?

. Importaba lo que pasaba, el trabajo, no tanto el resultado. Yo nunca escuché un reclamo para que no sigamos perdiendo. Había puteada, agarrones. Me acuerdo un agarrón fuerte, no recuerdo bien, si justo antes de los Juegos Olímpicos o durante el torneo entre Gabi y Pepe. Nos juntamos en el medio de la cancha y empezaron a levantar la voz, encima eran compañeros de habitación. Se reclamaban que lo bloqueó fuerte. Había una intensidad y un problema de que no estaban saliendo las cosas a nivel resultados, pero los entrenamientos eran buenísimos. El nivel era altísimo porque el nivel de jugadores, de intensidad y de trabajo era altísimo, pero no se daban los resultados. Me acuerdo en la preparación en Mar del Plata con España B, era como que no se podía creer. Pero era un grupo que ya empezaba a motivar al rival. Ese tipo de rivales que siempre se conseguía para competir en las pretemporadas o en los pre torneos, venían super motivados porque era como una final del mundo para los demás. Nosotros estábamos cansados de los entrenamientos, recontra castigados desde ese punto de vista y también, lo que pasa siempre con la Selección cuando haces esos torneos, es que estás en una situación de cariño con la gente que después casi nunca lo vivís, porque no era normal jugar en Argentina los torneos grandes. Entonces a las giras por ahí las tomabas un poco más relajado, pero los resultados no llegaban y se complicaba.

-Siempre era sacarse una mochila cuando se tomaban el avión desde Ezeiza para Europa.

. Absolutamente. Con el pasar del tiempo lo tomamos como natural. En Argentina se trabajó siempre durísimo, no es que estábamos de vacaciones ni nada. Pero es esto que digo, ‘¿cuántas entradas querés? ¿Quién viene? Hoy vino mi novia. ¿Adónde vamos a comer después?’ Al mismo tiempo Rubén con la cantidad de horas de entrenamiento, el traslado en colectivo a veces de tantas horas, para allá, para acá. Eran todas esas pequeñas cositas que por ahí fluían ahí. La hora de juego, que por ahí es una pavada, pero todo el mundo está acostumbrado a jugar en Europa a las 18 o al mediodía y en Argentina era a las 22 y estebábamos medio dormidos ya. Son todas pequeñas cosas que influían.

-No recuerdo un partido que no era importante en principio pero con tanta incidencia en el después como el de Serbia y Montenegro. Y si lo medís más a futuro, con tanta incidencia en una selección en los siguientes 10 o 12 años. Si la palomita de Manu no entraba, ¿era el cambio completo de esa Selección? ¿Iban a ir más motivados contra España? ¿Serbia se hubiese agrandado otra vez para lo que venía? Porque ese partido a ustedes los catapultó y a Serbia lo hundió en el pozo.

. Es el famoso momento bisagra. Yo me acuerdo de ese partido, de estar con un piecito adentro del grupo, conociendo y demás. Habíamos hecho una gira, habíamos jugado una Diamond Ball, llegamos con otro ritmo. El partido había sido para arriba y para abajo. Por momentos bien, por momentos mal, por momentos trabado, recuerdo que jugué mucho. Yo no sentía una necesidad especial o no tenía nada contra Serbia en particular, pero el grupo sí, tenía algo en el pecho y había que sacarlo de ahí, por algún lado tenía que salir. También estaba del otro lado porque si no no se dan esas cosas, no te importa tanto. Qué hubiese pasado la verdad que no se. A corto, a mediano o a largo plazo, no sé cómo se hubiesen gestionado las cosas o movido las piezas. Serbia en ese torneo fue increíble. Así como otros partidos que fueron especiales, como el de España, para Argentina siempre se hace especial el partido con España, se nos hace re contra difícil ganarle históricamente. Por ahí los que estábamos del lado italiano no lo sentíamos tanto, nunca lo sentimos tanto y como la mayoría siempre pasa por ahí, se hacen estos partidos especiales. De ese lado también había mucha rivalidad porque nosotros empezamos a ser un poco denominados como ‘escuela’, la forma de jugar nuestra era denominada como ‘la nueva escuela’ y los serbios en esa época estaban re contra instalados. Por ahí vos entrabas en una liga y de dos extranjeros por ahí uno era de ellos, el entrenador extranjero muchas veces era uno de ellos, estaba muy instalada como escuela acá en Europa. Entonces había como una pequeña fricción y encima el argentino está marcado por no dar ese pasito para atrás, siempre va al frente, va y confronta.

-Tenemos cierta similitud con los serbios.

. Si, mucha. De hecho, cuando convivís, cuando tenés un compañero, te das cuenta que somos muy parecidos. Pero a la vez eso hace que cuando no conocés, te choques. Veníamos del Mundial, de lo que había pasado antes, pero también viene por un tema de personalidad, de cultura del básquet y de los momentos, un poco esto de egos, celos, uno mira por esas cosas.

-¿Dónde estabas cuando fue la final del 2002? ¿Cómo la viste, la seguiste?

. La seguí por una computadora con el minuto a minuto porque no había imágenes, estaba en el hotel de Bolonia porque recién había firmado con el Fortitudo. Estaba en el hotel enfrente de la estación del tren, siguiéndola enfrente de una computadora, con mi viejo abrazándonos, pero con el minuto a minuto era una locura. No sabíamos si había terminado o no. La acción de Manu la vi mucho tiempo después. Todo el torneo lo seguimos así. Terminaba el partido y nos abrazábamos, lo sufríamos bastante.

-¿Dónde estabas cuando fue la palomita de Manu? ¿Cuál fue tu visión?

. Pide el minuto Rubén y la pelota la tenía que agarrar yo o Ale. Dependiendo de quién la agarraba, éramos los dos más rápidos que podíamos atacar, a mí me defendía Bodiroga y era un poco más pesado así que podía pasarlo, ese partido lo había atacado mucho y lo había pasado bien. Después ver adelante que estaba Manu. Estaba dibujada otra cosa, era distinta, creo que incluso había hasta una publicidad y no se veía. En el dibujo estaba yo de un lado y Ale del otro, la pelota sale para el otro lado entonces lo voy acompañando y lo veo de atrás. Uno de los primeros que se le tira encima a Manu soy yo porque venía corriendo atrás de él en la misma línea. Yo soy uno de los que queda más abajo de todos y me faltaba el aire.

-¿Sos uno de los que piensa que cuando la pasó Ale debería haber tirado?

. La gran pregunta mía era si yo la hubiese agarrado y la hubiese pasado porque quedaba poco tiempo. Viendo después el vídeo, yo trato de desmarcarme, pero como diciendo, lo hago porque lo hago, porque la realidad que quedaba muy poco tiempo para hacer algo superproductivo. Pero salió algo super mega archi productivo. Son esas jugadas que pasan. Cosas de instinto. Cuando Manu la tira, uno piensa que la tiró para arriba, algo puede pasar. Pero después, jugando años con Manu, él tiene tipos de tiros que son naturales así. Si otro jugador hubiese tenido que tomar ese tiro, quizás la pasaba por arriba del aro, le pegaba al tablero o tiraba cualquier pizza. Sin embargo, fue lo que fue porque fue algo como natural. Manu en esa época estaba siempre haciendo tiros raros, locos, desde atrás del aro, siempre le gustó eso, por eso tal vez le salió tan natural el tiro. Después cuando se hizo más grande dejó un poco de hacer eso.

-Si le preguntas a los 12 cuál es el tiro de su vida que más recuerdan, es ese.

. Fue re contra importante el tiro, fue bisagra. A partir de ese tiro se abrió un abanico grande. Tal vez no entraba y decís ‘bueno, erramos el último tiro’ y no sé qué hubiese pasado. Era un tiro que era mucho más fácil errarlo que meterlo.

-Argentina tiene varios esos: el de 2002, si no entraba ese, si entraba el de Chapu en 2006.

. El de Chapu era un tiro mucho más sólido como preparación, como expectativa de tiro, que ese tiro de Manu. Otro torneo, otro año, otra plataforma completamente distinta. Teníamos otra espalda para afrontar esa piña como se afrontó. Pero fue muy loco. El torneo en sí fue muy loco.

-En el partido con España, vos y Manu también, eran de los pocos que no habían jugado en España, pero hasta te diría que ahí empezó el duelo entre dos selecciones que no habían tenido mucha super participación a nivel mundial y que dominaron la siguiente década y media. ¿Qué pasaba con España? Se que a Luis…

. Le cambiaba el humor. Luis empezaba a mover el piecito ya en el colectivo y quería empezar a tirar a la mañana temprano para afinar. ‘Uh, está este que me lo cruzo’, y así. Había un cruce muy grande de Luis con Felipe Reyes. Había muchos que era como que chocaban en la Liga y tenían un poco esta situación y la llevaban a los pocos que no la conocíamos. ‘Lo voy a matar’, ‘cuando lo cruce, se la doy’.

-Venían del caso de Chapu con Rudy en la Copa del Rey.

. Claro y estaba: ‘uh, Rudy’, ‘uh, Rudy’. Y te das cuenta que venía de los dos lados. Había un poco de allá y un poco de acá. Había una pica linda. Después se fue desarrollando. Terminaron festejando más que nosotros. Con el pasar del tiempo soy uno de los pocos que puedo decir que le gané a España pero después de unos años (risas).

-Hay algunos que piensan que el tiro que vos erraste contra Italia fue a propósito para elegir rival. La primera respuesta obvia es que no van a esperar hasta ese momento para perderlo si quieren perderlo. Lo debiste ver varias veces. Era un tiro que lo tiras 20 veces y metes 18.

. Esa jugada era para Manu. La pelota la tenía Pepe, saque de fondo. Yo salí para el otro lado. Pepe no hace contacto visual nunca conmigo y estaba viendo que con Manu se estaban haciendo unas señas para que él salga. Había un cruce ahí abajo, yo cortinaba y claro, todo el mundo se fue con Ginóbili y yo quedé solo. La pasé para el otro lado casi. Agarro el rebote y no llego a tirar. Así como decimos del primer partido, si la metía, ¿los cruces cómo eran? Cambiaba todo para nosotros y para muchos otros equipos. Para mí que yo jugaba en Italia, muchos me cargaban como que los había perdonado. No, nada. De hecho yo me voy re caliente cuando erro y me viene a abrazar Gianmarco Pozzecco y a decirme que no me enoje, era como un hermano, habíamos estado jugando juntos dos años acá en Bolonia y viene él a consolarme a mi antes que cualquier compañero porque pasó una cosa rarísima.

-Cuando termina ese partido, 3-2 y no era una gran situación deportiva, Grecia en cuartos de final, no venían jugando muy bien. Ahí es como que arranca otra historia y es saber ganar. Contra Grecia es la primera muestra.

. Ahí te das cuenta un poco cuando tenés un equipo largo, muchas fichas para jugar. Estábamos con el agua al cuello, jugando contra el local, perdiendo por mucho, mirabas la hinchada y era una locura. Pensabas que ese partido ya tenía el final escrito. Los periodistas que generalmente son los que escriben y la persona o el espectador, buscan siempre un héroe. En un equipo todos los jugadores son importantes. Ese día se levantó Walter, un recurso del entrenador, probemos a ver qué pasa. Y cambió todo. Ese partido fue increíble porque pasó de una situación de ebullición en contra a caos para el rival y que vos decís se complicó para ellos, la tuvimos y la resolvimos. Aprender a ganar, sí. Argentina tenía esa fama del equipo, de la cantidad de jugadores que tenía, de lo que jugaban. Uno valora mucho de lo que te puede dar cada uno. Saltándonos un poco, Walter la rompe ahí y después no juega la final. Justamente, tal vez, por la cantidad de jugadores y que cada uno le aportaba cosas distintas. Quizás es más una pregunta para Rubén, pero en ese partido fue una carta mágica.

-¿Recordás estar o que el grupo estuviera al borde de la “desesperación” cuando estaban 10 abajo con Grecia y faltaba relativamente poco?.

. Yo creo que no estábamos al borde del abismo, pero estábamos en un conflicto grande porque no salían las cosas que habían empezado a funcionar. Entonces cuando se te cae el plan A, el plan B y el plan C, tenés que salir a buscar a ver qué encontrás, es un momento de crisis. Y justamente eso es lo lindo de ese equipo, que tenía tantos recursos que usás uno que casi no venías usando y en ese momento fue una carta ganadora total.

-Está claro que Rubén es un protagonista central en toda la historia, ¿pero ese es su acierto en los Juegos Olímpicos o es mérito de Walter?

. De los dos. De Rubén por apostar por quien apuesta y de Walter por estar preparado. Además, Walter por la persona mágica que es por su personalidad, por su manera de afrontar la vida, en la cancha, tal vez la persona justa en ese momento. Con el tiempo, eso también lo cambió mucho a él, lo pudo haber definido mucho como persona y como jugador a él. Pero en ese momento era el indicado. Tal vez, no sé cuánto lo hubiesen pensado y creo que ese es un gran acierto de Rubén, del cuerpo técnico. Fue increíble, fue ver el factor X que cambió el partido. Lo podés ver de otras formas, como un manotazo de ahogado, pero cómo un solo movimiento cambia toda la historia, con toda la gente en contra, jugando contra el local, estábamos solos contra no sé qué cantidad de personas, Grecia tenía un gran equipo, era una de las aspiraciones a medalla de los locales. Entonces fue increíble la situación.

-Para vos fue la primera ganarle a Estados Unidos en 2004, los chicos venían de la hazaña de romperle el invicto al Dream Team en 2002. ¿Qué te pasó por la cabeza en esos triunfos contra Estados Unidos, qué sentiste?

. Era rarísimo. Yo iba a jugar a la NBA, ya había declarado que me iba a Detroit. El técnico de Estados Unidos iba a ser mi entrenador. Entonces todos los partidos estaba Larry Brown mirándome. Terminaba un partido y venía y me decía: ‘me gusta cómo cortas sin pelota, me gusta cómo te movés en defensa’. Era como que me estaba coacheando desde ahí. La mañana antes del partido, yo siempre me quedaba jugando un mano a mano con Hugo después de entrenar, ese día empezamos medio paveando y después terminamos tirándonos piñas por todos lados. Entran ellos después que nosotros y yo estaba con Hugo discutiendo una jugada y entraba Larry Brown mirando y me tiró una broma sobre el partido de la noche, lo saludé y me fui. Era especial ya desde ese punto de vista para mi Estados Unidos. Pero también sabiendo que me iba a jugar a la NBA, era como la primera vez que me medía. Los chicos ya venían de ganarle, entonces lo veían distinto. Entro al partido y Rubén me dice ‘lo tenés a Iverson’. En Europa en esa época era joven, activo, no te digo que me sentía Superman, pero físicamente estaba bastante cómodo. Vino un contraataque y me hizo una finta y me fui para otro lado, terminó tirando y no llegué nunca. Me pasaban esas cosas y decía ‘upa, juegan. Hay diferencia’. Los chicos ya la habían tenido a esa situación, para mí era la primera, entonces lo afrontaban de otra manera. Aprender a afrontar esas cosas también fue una escuela para mí. Fue una escuela también afrontarla desde la preparación, por ahí el común normal prepara un partido contra un equipo NBA y pensás qué hacen todos. Además, Rubén los bajaba mucho a tierra, los humanizaba mucho y eso como jugador creo que te ayuda. Le sacaba la capa digamos.

-¿Lo táctico era muy importante en ese equipo de Argentina?

. Un montón. Ese equipo improvisaba poco. Son cosas que hoy con la edad que tengo y estando todavía en la cancha, son cosas que aprendí en ese momento y trato de inculcar siempre. La Selección siempre se destacó porque cada uno sabía su rol. No todo el mundo te jugaba un pick and roll y después tiraba como Ale Montecchia. Ale lo hacía 10 veces por partido. En todos los partidos lo hacía Ale, incluso definiendo la final, no todo el mundo lo terminaba haciendo. O el tiro de Manu. O irse a postearse porque te marcaba uno chiquito. Cada uno sabía su rol, cada uno sabía qué hacer, cada uno sabía adónde buscar y encontrar al otro. Cuando aprendés eso, que vos hacés tu parte y el otro hace la suya, la música sale perfecta, es distinto. Ese equipo estaba muy sincronizado en ataque y en defensa sobre todo. En la preparación había días que hacíamos entrenamientos, no te digo sin pelota, pero casi. Entonces después cuando teníamos adelante a alguien, lo limabas porque lo hacías naturalmente porque todos los días te estabas entrenando y lo hacías habitualmente. Se jugaba muy físico.

-En la final te pasa la situación inversa a la que le pasaba a los chicos con España, vas contra Italia que es tu lugar, más vos que Manu porque tenías amigos en ese equipo. Encima se habían sacado de encima al cuco del torneo porque Lituania venía en un gran nivel. Cuando se enteran que es Italia, ¿fue un efecto positivo o una pequeña alarma de que puede pasar otra cosa?

. Cuando pasamos y estábamos festejando en el colectivo, foto haciendo la medalla y todo eso, después nos enteramos que era Italia y no Lituania. Por un lado, decís: ‘bueno, es más accesible que Lituania’, pero por el otro decís, ‘bueno, pero le ganaron a Lituania’. Y ellos después que nos ganaron a nosotros se habían ido para arriba, incluso le habían ganado a Estados Unidos en la preparación. Ellos tenían que, si la metían de afuera y los tiradores estaban encendidos, eran difíciles, se complicaba. Pozzecco jugaba un poco, lo digo porque lo conozco, a un tiro ignorante como se decía acá. Cuando jugaba tenía un tiro ignorante, no pensaba, llegaba y tiraba. Jugaba conmigo en Bolonia y habíamos ganado mucho, de hecho, llegamos a la final de la Euroliga. Entonces cuando nos enteramos que jugábamos con ellos, pensamos ‘bueno, es más accesible, pero ojo porque puede ser cualquier cosa’. Y sí, era un poco especial. Me acuerdo de las cargadas. Con Hugo conocíamos un poco a todos porque él también estaba muy relacionado. Me acuerdo haber entrado a la Villa de ellos y estar hablando con los chicos que estaban jugando a las cartas y decir que vamos a encontrarnos; después se dio la historia que salimos a correr y sabíamos que iban a estar ahí y les pasamos por abajo corriendo. Eran cosas especiales. Además, tenía tres compañeros en ese equipo y antes del partido, en la entrada en calor, yo los llamé y nos juntamos en el medio con Basile y Pozzecco. Acá había un programa que se llamaba El Zorro, ponían personas y había uno que jugaba en contra del equipo, pero los otros no tenían que descubrirlo. Nosotros con ese equipo habíamos perdido la final de la Euroliga y la final de Liga. Entonces los junto y les digo, ‘acá dependiendo quién pierde nos vamos a enterar quien es el que siempre estuvo comiéndolo a los demás y jugando por atrás’. Por suerte no me tocó a mí. Ellos perdieron todas las finales del año. También era un poco especial por eso. Volviendo a lo que hablábamos antes, la inconsciencia de decir otra final, otra final, otra final, pero ellos habían perdido dos finales ya ese año entonces también era una situación especial un poco por eso.

-No recuerdo una final Olímpica o Mundial o de ese nivel, en dónde los dos equipos estén, primero, tan claramente quién va a ganar y por ese resultado que es tan claro, los dos se van a ir tan contentos. Porque Italia estaba tan feliz como ustedes casi.

. Creo que estábamos todos contentos. Con el hecho de asegurarte una medalla creo que estábamos todos contentos. Nosotros cuando pasamos a la final, me acuerdo al Puma en el colectivo, él decía ‘la medalla, ya tenemos la medalla’. Pero claro, ya contábamos con que aseguramos una medalla y tal vez si era otro decíamos la jugamos, pero ya teníamos la de plata. Pero cuando sale Italia, decís, ‘pará, puede ser la de oro’. Era ahora o nunca la de oro. Y del otro lado, yo creo que estaban igual. Creo que nosotros teníamos la presión porque habíamos hecho un poco mejor las cosas, pero cuando jugás sin presión es más fácil. Era lo que le pasaba a Italia: ‘no tenemos que estar acá, llegamos acá, no tenemos que estar acá y si pasa, pasa’. Entonces hacía que no sea tan fácil. De hecho, en un momento se complican las cosas. Entonces esa no presión o ya estoy hecho, hacía que las cosas sean un poco incómodas o desestabilizantes.

-¿Con el tiempo qué crees que fue el oro olímpico?

. Si tengo que definirlo, es una cosa única. Hace poco en el grupo nuestro, alguien puso una imagen que hay un círculo con los países que ganaron aparte de Estados Unidos y del otro lado los países que existen y queda Argentina en el medio. Y Chapu siempre con sus cosas, tiró: ‘bueno, ¿eso qué quiere decir? ¿Qué vamos a desaparecer?’ Porque son países disueltos los otros. Pero es algo único y haber sido parte de eso, es increíble porque siguen saliendo anécdotas. Pasa el tiempo y te vas acordando cosas. En ese momento no había cámaras, teléfonos. Me acuerdo que estaba en la Villa y para llamar a mi familia o a mi novia era ir y agarrar un teléfono público con tarjeta, otra época. Va pasando el tiempo y la memoria es la que te trae muchos recuerdos. Había pocas cámaras en el equipo y por ahí hablamos y preguntamos si hay una imagen de tal situación porque no hay muchos registros. Eso creo que también hace que ese equipo sea tan unido por esa separación que hay hoy que por ahí uno está dentro del grupo, pero se está mandando mensaje con uno y con otro entonces no está al 100% acá adentro o en el lugar que estás. En esa época el equipo estaba todo el tiempo junto, se movía junto, hablaba junto. Me acuerdo esto de ver compañeros con los que jugaba moverse solos en la Villa, ibas a un lugar y te encontrabas gente sola. Vos veías la Selección Argentina y se movía junta. Nosotros estábamos juntos todo el tiempo. Íbamos a comer y nos sentábamos como equipo, todos juntos. Eso nos hizo especial y se llevó de afuera hacia adentro de la cancha.

-¿Qué son los otros 11 chicos para vos hoy, 20 años después?

. Yo creo que son parte de una familia. Es una familia creada, una familia alternativa. Cuando vos jugas al básquet te hacés amigo de gente, Hugo siempre usó mucho el tema del hermano, de camiseta. Gracias a Dios a mí me tocó seguir jugando en la Selección y es verdad, la Selección te une más. Ese grupo es único, es especial. El año después fue distinto. Ya fue distinto. Ese grupo hasta te digo con Rubén, con el doctor, con el kinesiólogo, el jefe de equipo fue especial, el utilero fue especial. Todo fue distinto. Y obviamente que la medalla lo elevó todo. Pero lo hizo una familia y para mi quedó siempre marcado a fuego y fue único.

 

Fabián García / [email protected]
Enviado especial a Cento, Italia
En Twitter: @basquetplus

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