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Lejos de cerrar la herida por la derrota ante República Dominicana para los argentinos, la cual los dejó sin chances de clasificar al Mundial 2023, algo que, seguramente, pasará mucho tiempo hasta que pueda sanar. En unos meses, cuando se dispute el Mundial, la herida volverá a estar a flor de piel.

Pero, para algunos memoriosos, mientras veían el partido de este domingo por la noche entre Argentina y República Dominicana, les pareció que estaban viviendo un deja vú. Pero no, no era un deja vú, era una realidad. Ya se había vivido una situación similar y que dolió, tanto o más que esta.

Muchas similitudes. Argentina, Córdoba, Orfeo Superdomo, partido definitorio, Facundo Campazzo, Nico Laprovíttola, Nico Brussino, Marcos Delía, Tortu Deck, Pato Garino, Taya Gallizzi, estadio repleto, una fiesta, el equipo jugando a un nivel superlativo, pasando por arriba a su rival de turno, 32 minutos de estar al frente en el marcador. Pero, de repente y casi sin darse cuenta, todo se desmoronó, sonó la chicharra y el equipo que festejaba era el rival.

En aquella ocasión, principio de septiembre de 2017, era la final de la Americup, haciendo estreno del nuevo formato de disputa de FIBA, sin boletos para una competencia siguiente. Era ganar y tener la gloria de ser el mejor equipo del continente. Pero Argentina no pudo. Jugó una primera mitad en un nivel excepcional, pasó por encima al Estados Unidos de Jeff Van Gundy, sin ninguna estrella. Demoledor 42-27 en la primera mitad, la máxima llegó a ser de 20, pero como si durante la charla en los vestuarios se pasara de la noche a la mañana, el equipo se fue apagando, fue perdiendo efectividad, fue sumando errores, pérdidas y su rival, sin prisa pero sin pausa, se fue acercando.

En el final del encuentro, como los animales de caza que merodean a sus presas viendo cómo se van debilitando antes de darle la estocada final, Estados Unidos le dio la daga definitiva que lo puso al frente y le permitió quedarse con la consagración como el mejor seleccionado del continente.

Podríamos cambiar los nombres, en vez de Estados Unidos poner República Dominicana; en vez de Jeff Van Gundy poner Néstor García; en vez de 20 de máxima, 17 de máxima; en vez de estar en juego el título continental, estaba en juego, nada más y nada menos que la clasificación al Mundial. Pero la historia es similar, casi idéntica. Sí es cierto que República Dominicana presentó jugadores con un bagaje internacional importante y con mucho oficio, algo que Estados Unidos no tuvo, pero en ambos casos tenían mucho talento.

En 2017 y en 2023 a Argentina le costó, no lo pudo mantener, no lo pudo sacar adelante y la imagen del final, fue la misma: el entrenador rival llevado en andas como si fuera un héroe nacional y Argentina se quedó con las manos vacías luego de estar a minutos de tocar el cielo con las manos.