Serge Ibaka, el jugador NBA que sorteó todas las adversidades posibles
19:41 03/05/2020 | Sobrevivió a la guerra en el Congo, se separó de sus padres y fue a Europa en busca de un sueño. Después llegó a la NBA. La historia de un grande.
Todo comenzó en la República del Congo, un 18 de septiembre de 1989. Serge era el tercero de 18 hijos de dos jugadores de básquet profesionales, por lo que la naranja ya marcaba sus pasos. "Acá, en América, puede sonar raro tener tantos hijos", comentó Serge. "Allá es más normal", siguió el contando el interno en una entrevista.
Su mentor principal siempre fue su padre, Desire Ibaka, quien le enseñó los valores familiares y del básquet. Serge siempre estuvo rodeado de este deporte. Desire fue profesional en África y su madre, Amadou Djonga, jugó para la Selección Nacional de la República del Congo. Desde muy pequeño acompañaba a sus padres a sus juegos y a los siete años ya empezó a jugar en una liga de su ciudad. En ese entonces ni siquiera sabía que existía la NBA. Serge sólo quería ser profesional como su papá y hasta el día de hoy continúa llevando la nueve en su honor.
De bien en peor
Serge vivía una perfecta vida en un imperfecto país. Y todo cambió cuando comenzaron las tragedias en su vida personal. A los 8 años sufrió la muerte de su mamá por causas naturales y luego la cosa comenzó a empeorar. Apenas meses después de la muerte de su mamá, en Congo se desató la guerra más grande de la historia de África Nueve naciones y 20 facciones distintas en el país se disputaron el poder de turno.
Esta lucha provocó la muerte de aproximadamente 3.8 millones de personas. También causó el exilio de Serge, quien no descansaba de las tragedias. El joven debió ir a refugiarse a un pequeño poblado en el que ni siquiera había agua potable o luz eléctrica. Todo parecía perdido, de mal en peor. La vida le jugaba una mala pasada.
Ahí debió intentar sobrevivir con la esperanza de que la guerra terminase algún día. Mientras tanto, su padre era encarcelado en la capital por ser considerado cercano a algunos dirigentes oficialistas. Afortunadamente su padre fue liberado al terminar la guerra.
Con la esperanza de paz, Serge se reencontró con su progenitor y volvió a nacer Inmediatamente retomó su vida basquetbolística. Era lo que le daba felicidad, lo que lo mantenía calmado. Con apenas 16 años fue a competir a los campeonatos africanos U18 y la rompió: fue el jugador más valioso, y el líder en puntos y rebotes. A partir de ese momento, los buscadores de talento comenzaron a poner sus ojos en su altura, potencia y pasión.
Hora de irse
Tras ello, Ibaka fue fichado por un equipo de la segunda división de Francia. Esta vez, con 17 años, debía marcharse de nuevo. Uno de sus principales problemas era el idioma, ya que creció hablando un dialecto local. Pero el pivote estuvo a la altura del desafío y terminó hablando francés como un criollo.
Desafortunadamente, el problema aumentó poco tiempo después cuando fue requerido por un equipo de la segunda división de España. "Fue difícil llegar y adaptarse sin hablar una sola palabra de español" recordó. En la segunda de España jugó para dos equipos y cuando no entrenaba Serge aprovechaba para estudiar español, el cual ahora puede hablar, leer y escribir. Y tal fue su dominio del idioma que los que lo conocen dicen que hablar mejor el castellano que el inglés.
La atención desde el continente americano seguía latente y los reclutadores ya sabían su nombre de memoria Un equipo en especial comenzó a interesarse por él. Eran los ya desaparecidos Seattle SuperSonics. Así fue que Ibaka llegó a la NBA en el draft del 2008 después de probarse en los campamentos italianos que la liga realiza cada año en aquel país. Seattle corrió el riesgo y eligió a Serge en el pick número 24 de la primera ronda.
Luego de ser seleccionado en Estados Unidos, eligió quedarse un año más en España para desarrollar su juego. Esta vez era el turno de probar en la ACB y el Manresa era el indicado. Se convirtió en el más joven de la liga con 18 años y ganó el torneo de volcadas de esa temporada.
A la NBA sin escalas
En 2009 decidió cruzar el charco y voló a Oklahoma City, el equipo que se había quedado con la franquicia de Seattle. Durante su año de novato ya comenzaba a mostrar flashes de su potencial en ambos tableros. Promedió 6.3 puntos, 5.4 rebotes y 1.3 tapas en apenas 18.1 minutos. En su segunda temporada ya era una realidad dominante. Terminó segundo en la votación del mejor jugador defensivo de la liga y en playoffs promedió 4.0 tapas.
En 2011, Serge pudo convertirse en ciudadano español, el cual siempre expresa que es su segundo hogar. Inmediatamente después fue seleccionado para formar parte del equipo nacional, en donde ganó la medalla de oro en el EuroBasket de ese año y la medalla de plata en los Juegos Olímpicos de 2012.
Con la confianza que jugar unos olímpicos supone, Serge tuvo una temporada de quiebre en 2012/13. Promedió 13.2 puntos, 7.7 rebotes y 3.0 bloqueos por juego y terminó tercero en la votación para el premio al Jugador Defensivo del Año. Era una máquina.
En su etapa en Oklahoma formó parte de la corta pero rica historia del equipo. Fue miembro del primer equipo defensivo de la liga tres veces y líder en bloqueos en tres ocasiones, y llegó a las finales de la NBA en 2012 y a las finales de la conferencia oeste en 2016. Después de siete temporadas con Oklahoma City Thunder, Ibaka fue traspasado a Orlando Magic durante el verano de 2016. Era hora de hacer las valijas otra vez y allí se encontró con la adversidad, sus números no eran los mejores y necesitaba encontrar una manera de salir del pozo.
Por suerte Toronto tocó sus puertas y lo adquirió vía traspaso en febrero de 2017. Saliendo desde el banco, Serge aportó veteranía, defensa, explosión y puntos que son aprovechados hasta el día de hoy en Canadá. Junto con ello, fue uno de los jugadores clave en el título de la temporada pasada.
Una personalidad única
Pero su figura va más allá del deporte. Tras haber cumplido el sueño de toda su vida, Serge se puso como misión usar su posición para tener impactos significativos fuera de las canchas. La manera de retribuir su suerte es ayudando a los niños de las repúblicas divididas del Congo. También creó una fundación que lleva su apellido y se comprometió a ayudar a quienes más lo necesitan. A su vez, es embajador Unicef y desarrolla conjuntamente con ellos diferentes proyectos para mejorar la calidad de vida de los africanos.
Hoy la vida le sonríe ante todas las adversidades que cualquier persona normal siquiera imaginaría. Disfruta de su pasión, es un embajador y también un ejemplo. Marcado por la lucha de un continente olvidado y los valores de sus padres, Serge se hizo un hueco en la cima del mundo. A base de esfuerzo, paciencia y trabajo duro llegaron las recompensas. Con sangre, sudor y lágrimas allí camina Ibaka, el guerrero, el batallador.
Ignacio Miranda/ [email protected]
En Twitter: @basquetplus
En Twitter: @nachomiranda14
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