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De más está decir que elegimos lo último, porque no nos parecía justo la primera opción. Es más, nos parecía desagradecido y profundamente exitista, algo que no queremos copiar de otros deportes.

Al fin y al cabo, lo único que pasó en España 2014 fue que se perdió un partido importante, en octavos de final, ante un rival que terminó siendo muy superior, como Brasil.

¿Se podría haber jugado mejor? Seguramente. Pero no ocurrió. Nadie se quedó con energía adentro, con lo cual lo que está asegurado (darlo todo), se concretó. Lo otro es parte de muchas cosas.

Lo que sí pasó en España, con cierta magia, fue una especie de sensación general de que algo terminó. Quizá la derrota hizo que se juntaran emociones que venían de antes, de cuando Manu Ginóbili tuvo que renunciar por presión de los Spurs. 

No hay más Generación Dorada, y está bien que sepamos aceptarlo. Si el año que viene estos fenómenos tienen ganas de darse un gusto más (que se den los que quieran), los disfrutaremos, pero sabiendo ya que es una yapa, no parte de un proceso que terminó.

Campazzo queda casi sin discusiones como el líder de la nueva camada, que todavía tendrá a algunos veteranos por un tiempito (Scola, ojalá Delfino, Pipa Gutiérrez). El futuro, con el legado que dejaron estos muchachos, es promisorio.

En la revista, además de la cobertura que te ofrecemos siempre, hacemos un repaso de lo que fueron estos 12 años de placer, desde la irrupción a nivel mundial en Indianápolis 2002. 

No te la piedas. Pedila en tu quiosco. Es de colección.