La historia de Jimmy Butler: de huérfano a estrella de la NBA
16:24 03/12/2019 | Pocos conocen el camino que debió recorrer el jugador de Miami Heat para llegar a la liga. Superó obstáculos inimaginables.
Cuatro selecciones para el juego de las estrellas, cuatro elecciones en el segundo quinteto defensivo ideal, dos ocasiones incluido en el tercer mejor quinteto de la NBA, un premio al jugador de mayor progreso de la temporada y una medalla olímpica son sus palmares en ocho años de profesionalismo.
Además, un legado inconmensurable de apariciones en playoffs, jugadas defensivas y partidos en los que él decidió las situaciones a su favor. Etiqueta de persona sacrificada, indómita y voraz, que no concibe otra forma de conseguir las cosas que a través del trabajo duro y las horas de entrenamiento continúas. A continuación, su historia.
El peor escenario posible
Desde pequeño, su historia no fue un cuento de hadas y no la tuvo para nada fácil. Su niñez no es como la de cualquier otro niño. No tuvo juguetes con los que divertirse, ni sueños con los que fabular. Echado de su casa a los 13 años, Jimmy era un chico sin rumbo que no tenía esperanzas para el futuro. "No me gusta tu mirada, te tenés que ir”, fueron las últimas palabras que pronunció su madre antes de pedirle que abandone su hogar.
Así fue que Butler terminó huérfano, sin familia y sin seres queridos. A pesar de ello, su vida seguiría gracias a la benevolencia de sus amigos, quienes lo alojaban en sus casas por un par de días. Con la mochila en sus espaldas y el corazón destrozado, Jimmy era un imberbe nómade que paseaba de casa en casa. A diferencia de otros chicos de su edad, él tenía que preocuparse por cosas como qué comer o adónde dormir.
El básquet estuvo siempre ahí, pero no de la manera en que alguien desearía. No era su santuario, ni su lugar de paz. Era sólo un momento para olvidarse de los problemas de una adultez temprana que ningún joven merecería vivir. Sin embargo, allí estaba un día, lanzando al aro y divirtiéndose como cualquiera que tenga una naranja en sus manos. A lo lejos observaba alguien, pero no era un entrenador ni alguno de sus compañeros.
La suerte de encontrarte alguna vez
Ese alguien era un pequeño de su edad, un pibe que también estaba en noveno grado. Inmediatamente se acercó adonde estaba Jimmy y lo retó a un torneo de triples. Hasta el día de hoy no se sabe quién gano, pero de lo que sí hay certezas es que, a partir de ese momento, sus vidas cambiaron para siempre.
Luego de un par de charlas, su nuevo amigo, Jordan Leslie, invitó a Jimmy a jugar videojuegos y a dormir en su casa. A la mamá del joven no le gustó nada la idea al comienzo. Butler tenía fama de ser problemático. Junto con ello, la señora tenía a siete hijos que cuidar, cuatro de su anterior matrimonio y tres del actual.
Pese a la dubitación de su madre, el papá de Jordan dio el sí definitivo y le permitió quedarse. El acuerdo era por uno o dos días, pero tras un par de jornadas algo mágico ocurrió. Los hermanos se habían encariñado tanto con Butler que cada vez que éste preparaba su mochila para irse decían: "hoy es mi turno para que Jimmy se quede”.
Esta artimaña continuó por un par de meses hasta que los Lamberts finalmente decidieron acogerlo por tiempo indefinido, haciéndolo parte de su familia para siempre. Sin embargo, para vivir en la casa de Jordan, Jimmy tenía que cumplir un par de reglas a rajatabla: buenas calificaciones, ayuda en el hogar, tal como lo hacían todos sus nuevos hermanos, y llegar al domicilio en los horarios establecidos.
La explosión esperada
Su respuesta fue inmediata y esto comenzó a notarse en la cancha de básquet. Se dedicó por completo a la disciplina y trabajó tan incansablemente que en su último año de secundaria terminó siendo capitán del equipo y líder anotador, con un promedio de 19.9 puntos y 8.7 rebotes. También fue nombrado el jugador más valioso del torneo e integró el quinteto ideal del distrito.
Con la mente en el juego y el corazón en orden, Jimmy estaba listo para dar el próximo paso. Desafortunadamente, las principales universidades no se fijaron en él, y, ante la emergencia monetaria que estaban pasando los Lamberts (había nacido su octavo hijo), debía encontrar una salida rápida.
Finalmente decidió ir al colegio comunitario, destino de aquellos jugadores que necesitan seguir desarrollando sus fundamentos para luego intentar dar el salto a la NCAA. Allí fue intratable y en su primer partido de conferencia marcó 34 puntos. Después siguió anotando a mansalva, teniendo noches de 30 y 40 tantos en cada enfrentamiento. Esto comenzó a llamar la atención de los reclutadores de las universidades más importantes, que ahora sí empezaban a pelearse por él.
La lucha de los grandes
Colegios como Kentucky, Iowa State, Marquette y Mississippi State le enviaron ofertas de reclutamiento en su primer año en el colegio comunitario. Jimmy no lo podía creer, sabía que era bueno, pero no que estaba para jugar en ese nivel, no al menos en su campaña de novato.
Ante el agobio de la prensa y de las escuelas, Butler recurrió a la persona que más confiaba en este mundo para tomar una decisión: su madre postiza, Michelle Lambert. Ella pensó que, si bien la mayoría de las universidades tenían excelentes programas de básquet, sólo una estaba a la altura en cuanto a la exigencia académica, por lo que juntos terminaron aceptando la oferta de la prestigiosa Marquette.
Sus primeros partidos con la universidad no fueron los ideales. No contaba con minutos ya que delante de él estaban nada más y nada menos que Wesley Mathews y Lazar Hayward. Pese a las adversidades, Jimmy recordó las palabras de Michelle e intentó convertir los problemas en situaciones positivas. Entrenó como nadie y esperó su momento. “Nunca fui tan duro con alguien como lo fui con Butler porque él no sabía lo bueno que podía ser”, recuerda su entrenador, Buzz Williams.
Con todos los planetas alineados, Jimmy consiguió tener minutos semanas después, promediando 5.9 puntos en 19 minutos de media en cancha. Ese crecimiento siguió hasta que explotó en su último año, en donde consiguió máximas anotadoras (15.7) y una etiqueta de excelente defensor que hasta el día de hoy la mantiene.
Siguiente objetivo: la NBA
Fue en ese último periplo en donde comenzó a llamar la atención de los reclutadores de la NBA. A pesar de que lo consideraban un buen proyecto, Jimmy otra vez fue subestimado y pocos esperaban que tenga éxito. Así y todo, los Bulls vieron algo en él y lo eligieron en el pick 30 del draft 2011.
La primera temporada fue de transición porque no contó con los minutos suficientes para demostrar de qué estaba hecho. Pese a ello, él siguió esforzándose, recordando siempre las palabras de Michelle, con actitud positiva y confiando en su juego. Así fue que en su segunda temporada dio un salto para adelante, participando en los 82 partidos de temporada regular y firmando unos excelentes playoffs, en donde fue un actor clave para los de la Ciudad del Viento.
Un legado de oro
A partir de ese momento llegaron los reconocimientos, fue elegido jugador de mayor progreso en el 2015, seleccionado para el Juego de las Estrellas en 2015, 2016,2017 y 2018, integrante del segundo quinteto defensivo ideal en 2014, 2015, 2016 y 2018 e integrante del segundo mejor equipo de la NBA en 2017 y 2018.
Su carrera en la NBA es notoria, pero su pasado es lo que hace a Jimmy Butler una persona digna de admiración, capaz de superar cualquier obstáculo gracias a su resiliencia y a la suerte de haberse cruzado en el camino con las personas ideales. Su vida es una película de superación, pero también una manera de enseñar al resto que no existe la adversidad, que nada es imposible de lograr.
Ignacio Miranda/ [email protected]
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