NBA 2015/16

El último ataque de la serpiente

22:01 13/04/2016 | Se retira Kobe Bryant y a continuación, compartimos algunos de los momentos y transformaciones que han marcado su exitosa carrera.

Kobe, en su era de superhéroe.

El desafío es grande: realizar una artículo sobre la trayectoria de Kobe Bryant, con los límites lógicos de duración que impone el sentido común periodístico. ¿Cómo resumir tanta gloria, tantos logros, tanta historia en una acotada cantidad de párrafos? El reto es grande, pero también lo es el protagonista. Y en esta noche, su noche, no podemos dejar de intentarlo.

Lo primero que habría que definir, es de qué Kobe Bryant estamos hablando. ¿De aquel talentoso arrogante que empezó a dominar la liga antes de tener suficiente edad para consumir alcohol?, ¿del más experimentado y centrado, que supo sacarse el estigma de ganar sin Shaq?, ¿del Kobe doble Oro olímpico?, ¿de los fantasmas en el juicio de Colorado?. Todas opciones interesantes, pero vamos a arrancar por otra. Menos trillada.

Llamemoslo el "Kobe de Smush Parker", en referencia a aquel marginal compañero que luego vagó por ligas latinoamericanas. Estamos hablando específicamente de la temporada 2005-06, ya sin O´Neal, pero todavía con Phil Jackson en el banco. A pesar de que seguramente es uno de los planteles de los Lakers menos recordados, con el mencionado Smush como base titular durante los 82 partidos, es relevante para entender al personaje. Podríamos decir incluso que fueron años de quiebre y bisagra para su legado.

Aquel equipo de los Lakers, sacando a Kobe y a un emergente Lamar Odom, tenía aún menos talento que el que se arrastró durante la actual temporada 2015-16. Su rotación, además de los dos jugadores ya mencionados, consistía de: Smush Parker (33,8 minutos), Kwame Brown (27,5), Chris Mihm (26,1), Devean George (21,7), Luke Walton (19,3), Brian Cook (19), Sasha Vujacic (17,7) y el futuro jugador de Liga Nacional, Laron Profit (11,2).

Al ver estos nombres, cualquiera podría argumentar que se trata de un equipo del fondo de la tabla. Y sin embargo, con su instinto asesino, Bryant se encargó de hacerlos relevantes: ganaron 45 partidos, aparecieron los históricos 81 puntos ante los Raptors y en playoffs, tuvieron contra las cuerdas a los Suns en pleno esplendor de Nash y compañía, para luego caer en el séptimo partido. Antes, nos regaló una de las definiciones más memorables de la historia de este deporte.

Aquel relato radial de "Kobe Bryant has hit a shot at the buzzer" en la definición ante los Suns, fue un momento icónico durante años y hoy todavía se lo puede disfrutar en algunas repeticiones de NBA TV. Sin embargo, y por más que Bryant había hecho todo lo humanamente posible, promediando 35,4 puntos, para darle relevancia a aquellos Lakers 2005-06, el desenlace había quedado lejos del esperado: derrota en la primera ronda. Dignísima, claro, pero ¿existe tal definición en la mente de esta criatura? Por supuesto que no.

A pesar de sus momentos heróicos, la gloria de los tres títulos con Shaq y Phil estaban lejos y los comentarios sobre que nunca volvería a ganar un título, comenzaban a caer sobre los hombros de la superestrella angelina. Eran tiempos de rumores de traspasos (incluso se habló de los Clippers), de frustraciones con el joven Andrew Bynum y de un camino sin un final feliz a la vista. Kobe sabía que era necesario un cambio y aunque se puede discutir qué fue exactamente lo que lo generó, no hay dudas de que ese cambio llegó. La serpiente cambió su piel.

¿Habrá sido su experiencia con el seleccionado de Estados Unidos desde Las Vegas?, ¿la situación vivida con el juicio por abuso sexual?, ¿la llegada de un ladero ideal como Gasol? o ¿la simple maduración de una mente, a la que muchas veces le jugó en contra estar tan por encima de la media en su profesión? Sea alguno de estos factores o la suma de todos ellos, lo cierto es que Bryant sufrió una mutación evidente, que en términos muy básicos, puede reflejarse en su cambio de número: del 8 del talento desobediente, al 24 del liderazgo más puro y brutal que se ha visto en el último tiempo. Y durante algunos, fue maravilloso.

Cuando Kobe logró ese mix perfecto entre el desequilibrio individual y el entendimiento del juego, ya no hubo barreras para detenerlo. Es verdad que en el 2008 los Celtics lo frenaron en la final, pero aquella definición se explica más por los problemas de las otras figuras del equipo (Gasol y Odom, sobre todo), que por errores de la Mamba. Y porque Boston tenía un equipo sensacional, obviamente.

Igualmente, la revancha llegó rápido: título en el 2009 ante el Magic de Howard y el desquite en el 2010 ante los Celtics, para terminar de borrar cualquier fantasma del pasado. Ya no había peros a la hora de analizar el legado de Bryant: cinco anillos, dos de ellos sin O´Neal y como frutilla del postre, por fin había logrado superar al eterno rival de la franquicia. ¿Qué quedaba? Alcanzar al gran ídolo y modelo a seguir, Michael Jordan y sus seis campeonatos.

Por una inmumerable cantidad de situaciones, Bryant no llegó a ganar otro título, algo que conociendo su espíritu ultra competitivo, estamos seguros de que todavía lo persigue. Hubo malos movimientos de la gerencia, planteles que no terminaron cuajar y al final, un par de lesiones devastadoras que le quitaron glamour a su despedida. Pero al menos, Kobe se dio un gusto: superar a MJ en la tabla de goleadores históricos, metiéndose en un podio que ahora comparte con Karl Malone (con quien tuvo una relación tormentosa cuando compartieron equipo) y Kareem Abdul-Jabbar.

Aquel comienzo algo parcial (2005) para relatar la transformación de Bryant, no puede hacer que obviemos su otra etapa. Tan distinta, como importante, y desde los números, aún más exitosa. Kobe llegó a la NBA con apenas 18 años y apenas pasó una temporada hasta que se volvió un integrante definitivo del All-Star Game. Al tercer año ya estaba promediando 20 puntos y al cuarto, ya podía lucir su primer anillo. ¿Quinta temporada? Segundo anillo. ¿Sexta? Tercero. Un paso arrollador, que sólo su lucha de egos con O´Neal iba a lograr frenar, generando la salida del "Diesel" a Miami y comenzando la mencionada era con Smush Parker, Chris Mihm y Kwame Brown como referentes.

A la pasada, hablamos de la inteligencia de Bryant y no sería justo que quede perdido como un tema más. Si bien su talento natural y sus horas y horas de trabajo lo hicieron uno de los anotadores más puros de la historia de la liga, fue su cabeza la que le permitió quebrar todo tipo de límites y trascender su deporte, como sólo las leyendas logran hacerlo. Pocos entendieron a sus fans como Kobe y si de marketing (real, no forzado) hablamos, ningún jugador de su era le llega a los talones.

Kobe tuvo una infancia distinta a la del jugador promedio de la NBA, pasando sus años formativos en Italia. Incluso, pocos saben que su idioma primario fue el italiano, aprendiendo a hablar en inglés con fluidez, recién en su preadolescencia, algo que según el propio escolta, le generó problemas y burlas al momento de volver a Estados Unidos. 

¿Habrán ayudado esas burlas a forjar una impenetrable armadura mental, que hasta hoy acarrea?, ¿habrán influido en aquella 2005-06, para en lugar de resignarse a un año de mediocridad, luchar por un objetivo ligado a su grandeza? Kobe Bean Bryant juega hoy ante el Utah Jazz su partido número 1346 en la NBA. Y cada uno de ellos, sin importar si al lado tuviera al pivote más dominante del nuevo milenio, o a Kwame Brown, nos sirvieron para admirar la caza a sus presas, de la serpiente más venenosa de la NBA.

 

Juan Estévez
En Twitter: @basquetplus
En Twitter: @JuanEstevez90
 

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