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Earl The Goat Manigault, la leyenda del básquet que nunca llegó a la NBA

16:39 27/05/2020 | Enfrentó a talentos como Kareem Abdul-Jabbar y Earl Monroe. Tuvo una infancia dura, problemas en la escuela y adición a la heroína. Su historia.

Manigault en la cancha (Foto: Check NBA)

“Tendría que ser el GOAT”, dijo un tal Kareem Abdul-Jabbar cuando le preguntaron acerca de quién era el mejor jugador al que se había enfrentado. Pero, ¿quién era ese misterioso personaje? Su nombre era Earl Manigualt y lo conocían como el GOAT (la cabra) en los principales playgrounds de New York, adonde fue una leyenda.  

Desafortunadamente, Earl nunca pudo jugar en la NBA por una serie de problemas que iniciaron en su infancia y se extendieron hasta su adultez. La pobreza, primero, y luego la rebeldía. Todo en una época en la que los jugadores de color no tenían muchas libertades y recién comenzaban a tener sus primeras experiencias en universidades y en ligas profesionales del país en las que predominaban los blancos.  

Inicios duros 

Nacido en 1945, en una zona rural de Charleston, Estados Unidos, el GOAT se crio en la pobreza extrema. Era el más joven de los nueve hijos de Mary Manigault y, por ser el más pequeño, no le daban mucha atención. En South Carolina vivían en una casa muy chica, sin electricidad, agua y calefacción. Todo era muy duro. 

Por suerte, las condiciones de la familia Manigault mejoraron cuando todos se mudaron a Harlem, New York. Tenían la esperanza de tener un mejor pasar y en la Gran Manzana lo podían lograr. Earl, por su parte, era un chico sin habilidades sociales por su escasa educación y le costaba mucho conectarse con otras personas, especialmente con chicos de su edad.  

En la escuela tampoco le iba bien. Simplemente no le interesaban los libros. Su única salida fue el deporte y en quinto grado conoció el de la pelota naranja. Su amor con el básquet fue a primera vista y nunca más se despegó de él. En la cancha tenía una vida paralela. Gritaba, humillaba a todos y demostraba tener un talento especial. Era el mejor de su edad... y de unas edades superiores también.  

Crack desde pequeño 

Tal era su nivel que, mientras estaba todavía en la escuela, logró anotar 52 puntos en un sólo juego, lo que significó un récord para la ciudad en ese momento. No era alto (crecería hasta tener apenas 1,85), pero saltaba como si tuviera resortes en las zapatillas. También entrenaba mucho, especialmente las volcadas, y era conocido por saltar ocasionalmente sobre jugadores pequeños tras tomar distancias considerables que le permitan hacerlo. 

Durante sus tiempos en el legendario Rucker Park, cuna de grandes glorias y míticos partidos, la cabra logró vencer a talentos que luego irían a la NBA como el mismísimo Kareem Abdul-Jabbar (todavía Lew Alcindor en aquella época), Earl Monroe y Connie Hawkings, entre otros. Se enfrentaban todos los sábados en torneos de 3 contra 3 o 5 contra 5 y Manigault siempre se llevaba los laureles. 

En medio de todo eso surgió su apodo: el GOAT. Hay muchas teorías que explican el origen del mote. Algunos creen que se lo pusieron así porque esas cuatro palabras hacen alusión a the Greatest of All Times (el mejor de todos los tiempos) y otros dicen que proviene de un error de un profesor que una vez le dijo Mani-Goat, en lugar de su pronunciación correcta. Independientemente de todo, su apodo se mantuvo y se mantiene vivo hasta la actualidad. 

En la cancha era una bestia, pero en la escuela seguía dando la letra, y no en el buen sentido. En su último año de secundaria lo expulsaron del colegio por fumar marihuana en el baño de la institución y debió irse a North Carolina para finalizar su educación en el Laurinburg Institute. Allí se recibió al final del periodo con el segundo grado más bajo de su promoción.  

La universidad una incógnita 

A pesar de su pobre nivel académico, muchas universidades querían tenerlo porque habían escuchado rumores de que era uno de los mejores de su camada. En ese entonces, los jugadores de color recién estaban empezando a llegar a esta clase de instituciones y él no quería ser el primero por la presión que eso significaría.  

Justamente por eso, el GOAT eligió asistir a Johnson C. Smith University, que era predominantemente de color. Pero en ese equipo estaba un entrenador que jamás lo comprendió: Bill McCollough. Este técnico deseaba que la universidad juegue a un ritmo lento y cuidadoso, en el que Earl tendría un rol y un libreto del que jamás se podía salir.  

Como todos saben, Manigault era un rebelde con causa y su juego era lo más parecido al rock and roll, con muchos contragolpes y vastas posesiones. Así fue que en un partido se desató y, en contra de todas las instrucciones de Bill, marcó 27 puntos que le permitieron demostrar para qué estaba hecho. Sin embargo, al entrenador no le gustó nada lo que hizo y paulatinamente le fue reduciendo minutos hasta que Earl, en complicidad con el embarazo de su novia, terminó abandonando la universidad. 

Cansado y ofuscado, el GOAT se volvió a New York, en donde comenzó una vida de vicios con la bebida y las drogas, particularmente la heroína. Sin siquiera pensarlo, esa adicción se transformó en el eje de su vida y todo el dinero que conseguía lo gastaba en eso.  

Luego de eso intentó volver al básquet profesional, pero dos periodos en la cárcel (a causa de las drogas y los robos para pagarlas) en 1969 y 1977 atentaron contra su deseo de vivir de lo que lo hacía feliz.  

Tocando el fondo para conocer el horizonte 

En esa etapa hubo de todo. En 1971 logró rehabilitarse de la heroína tras salir de la cárcel y prometió usar su legado y su experiencia para ayudar a otros. ¿Qué hizo? Le pidió 10.000 dólares a un traficante de la zona para limpiar una cancha que le permita educar a niños a través del básquet, alejándolos de las calles y las drogas.  

También en ese entonces nació The Goat Tournament, que contó con la participación de jugadores de la calidad de Mario Elie y Bernard King, entre otros. Pero esa maldita droga nunca dejó de ser parte de la vida de Earl y pronto volvió a usarla, siendo arrestado en 1977, mientras intentaba robar dinero para comprar una dosis 

Después de salir de la cárcel por segunda y última vez, Manigault escapó de Nueva York en un intento de dejar de drogarse para siempre. De vuelta en su ciudad natal, Charleston, con dos de sus hijos, intentó crear una vida mejor para ellos y para él, haciendo todo tipo de trabajos que iban desde cortar el césped hasta pintar casas. 

La Gran Manzana siempre estuvo cerca  

Finalmente regresó a Nueva York y reinició The Goat Tournament, así como el torneo Walk Away From Drugs (alejarse de las drogas), con el objetivo de siempre: alejar a los chicos de las calles y, especialmente, de las drogas. También consiguió un trabajo en East Harlem´s La Guardia Memorial House, en donde su rol era el de ser consejero de los niños. 

Allí permaneció hasta su muerte en 1998, cuando tenía 53 años y dos operaciones cardíacas encima. Atrás dejó un legado irregular y turbio, pero muy significativo. En Harlem su nombre todavía resuena. Quiso cambiar el mundo y combatir a sus propios demonios en el intento. Un hombre único, de mucho coraje y lucha. Lo conocían como Earl THE GOAT Manigault 

 

Ignacio Miranda/ [email protected]
En Twitter: @basquetplus
En Twitter: @nachomiranda14

Fuente: 
Rebound: The Legend of Earl "The Goat" Manigault

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