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Este domingo se están cumpliendo 15 años del primer partido de Emanuel Ginóbili en la NBA. Fue el 29 de octubre del 2002, en el debut de los Spurs en una temporada que les terminaría trayendo el segundo anillo de su historia. Aquella noche San Antonio venció a los tricampeones Lakers por 87-82 y Manu anotó 7 puntos, aportando energía y cambio de ritmo para ser clave en la segunda mitad. Desde ese momento hasta hoy, el bahiense no paró. Nunca.

En una carrera que aún mantiene la potencia arrasadora de una topadora, Ginóbili cumplió, superó y pulverizó todo tipo de expectativas que podían haber al día de su debut. Ganó cuatro anillos, fue y es parte de una de las dinastías más fuertes de la historia de la competencia, revolucionó el juego con su estilo único, se ganó el respeto de todo el ambiente norteamericano y generó un legado difícil de dimensionar, no solo en el contexto de nuestro país, sino para el básquet en general.

La NBA vio pasar por sus filas cientos de grandes jugadores, pero a la hora de hablar de aquellos que realmente dejaron una huellla, el número es mucho más reducido. Y en ese aspecto no solo hay que tener en cuenta el talento, los números o los logros, sino lo que significaron esos referentes para su época, cuánto lograron impactar en el presente y también a futuro, qué dejaron afuera de la cancha. Y en todo eso, Manu pertenece a una élite realmente pequeña.

Desde la maestría de su eurostep (hace poco elegido como la mejor acción de la historia de la NBA), a la idolatría de quienes crecieron admirándolo y hoy imitan partes de su juego (James Harden o D´Angelo Russell, por ejemplo), a momentos imborrables en la postemporada. Si alguien tuviera que escribir el guión de una carrera perfecta, dentro de las posibilidades con las que contaba el bahiense, seguramente se hubiese parecido demasiado a la realidad. O incluso, esta podría haber superado a la ficción. Después de todo, ¿quién podía imaginar a un jugador de 40 años teniendo el protagonismo y el nivel que muestra Ginóbili hoy en día?

Desde los números y los datos fríos, el paso de Manu por la NBA también toma peso propio: ya mencionamos sus cuatro anillos, pero también podemos hablar de sus dos elecciones al All-Star, de su premio al Mejor Sexto Hombre en la 2007-08, de ser el noveno jugador con más partidos en playoffs o el cuarto con más triples en esa misma instancia. De sus 16519 puntos o de sus 4658 asistencias. De sus 1210 partidos o de sus 31628 minutos. 

Y ojo, para estar a la altura de los tiempos, tampoco nos podemos olvidar que las estadísticas avanzadas, tan importantes en la NBA actual, ponen a Manu en un lugar de privilegio excepcional. El Box Plus-Minus (BPM), número que refleja el impacto de un jugador tanto en defensa como en ataque, lo tiene en la posición 16° de todos los tiempos. Según ese ranking, solamente LeBron, Jordan, Paul, Barkley, Robinson, Magic, Bird, Westbrook, Curry, Harden, Drexler, Kareem, Duncan, Malone y Garnett hicieron más para sus equipos que el argentino en su carrera. Impactante.

Si tuviéramos que hablar de los flashes más significativos de estos 15 años, parece imposible reducir a un grupo acotado de recuerdos, dentro de una galería interminable de momentos únicos. El primer título ante los Nets, su rendimiento superlativo en los campeonatos contra Pistons y Cavaliers, la redención ante el Heat en el 2014 luego de la derrota en el 2013, jugadas heróicas ante rivales de conferencia como el Thunder, Rockets o Mavericks. Volcadas explosivas, pases imposibles, robos sorpresivos, triples decisivos. Una ruleta infinita, que sin importar donde caiga la bola, sacará a la luz una pequeña muestra del valor de este monstruoso deportista.

Se cumplen 15 años del debut NBA de alguien que llegó para quedarse, no solo en ese período de tiempo, sino eternamente en todos quienes tuvimos la posibilidad de verlo, disfrutarlo y sobre todo, vivirlo.