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La globalización tiene quizá como uno de sus puntos más interesantes es que muchos de los nuevos problemas que se viven ocurren en todo el mundo. La misma situación que afecta, en este caso, a la Liga Nacional (una de las cosas que la afecta), también lo hace a la Liga acb de España o a la de México. Con parámetros distintos, contextos distintos y otras cuantas cosas distintas, pero con un denominador común.

Ese denominador común es el mundo del entretenimiento. Hasta hace no demasiado tiempo, cada sector de esa área pensaba en su entorno solamente. Al básquet lo afectaba otro competidor de básquet, o en algún caso de deportes. El cine competía contra el cine o el teatro. La TV entre sí. Y así era todo. Pero ya no más.

Hoy el mundo del entretenimiento es global y para las 5, 8 o media hora que la gente (alguna) tiene para ocio, la oferta es gigantesca, mundial y de todo tipo. Hoy, por ese tiempo, compiten Netflix, ESPN, la Liga Nacional, la ACB, un teatro mexicano, Paramount, Apple, etc. Todos entran, con distinto perfil, en la misma bolsa. No ahondaremos ahora en esto, pero iremos haciéndolo en los próximos meses, incluso con entrevistas a gente especializada en el tema. 

En este nuevo esquema, el básquetbol está en un problema. No solo el de la Liga Nacional, sino todo el que está fuera de la NBA. La NBA es un gran agujero negro que chupa en todo el planeta a los fanáticos del básquet, del deporte y del espectáculo. Y le da un servicio de primer nivel mundial, a la altura de cualquier otro competidor top. 

El juego FIBA no tiene cómo competirle, entonces necesita ver cómo mantener los nichos, intentando en lo posible aumentarlo muy de a poquito, buscando una marca de identidad. Algo que haga que eso sea diferencial. Que aunque la NBA sea mejor, esto no lo va a tener nunca. Y un ejemplo reciente es la Copa del Rey. Aunque los mejores jugadores de Europa y de España en particular se sigan yendo a la NBA, la Copa seguirá siendo algo especial. Al menos por ahora. 

Es un torneo distinto desde todo punto de vista. Se desea toda la primera mitad de la temporada, se selecciona con inteligencia la sede, se reúne público de todo el país siguiendo a su club (su ciudad) y se convierte en una fiesta social, más que deportiva. No tiene comparación. Las Copas de otros países logran, en algunos casos, algo similar, pero la de España es única. 

Nuestra Liga Nacional, lamentablemente, supo tener un Súper 8, copia de la Copa del Rey (es bueno copiar lo bueno, es malo innovar lo malo), que se dejó de hacer básicamente por caro. Argentina nunca logró que, salvo alguna excepción, la gente de cada club se trasladara a la ciudad sede para acompañar a su equipo. Pero con el tiempo, al menos, había logrado ser una gran cita, por el nivel de juego y porque había llegado a ser ese objeto de deseo de la primera mitad de temporada. 

La Liga necesita con urgencia encontrar su nicho. Encontrar la forma de ser una competencia diferente, que no expulse a sus fans hacia otros entretenimientos por no darle nada diferente. Por no obligarla a quedarse. Esto va más allá de la gestión actual, que no ha encontrado ese camino, eso es innegable. Porque aunque mañana llegara otra gente, resolver esto será algo muy difícil. Es una problemática multicausal, que solemos minimizar diciendo "con 16 equipos y volviendo a jugar viernes y domingo se soluciona todo". No es tan simple.

Probablemente eso sería un buen primer paso, pero lo que está pasando en el mundo del entretenimiento es muchísimo más complejo y, por eso, necesita de una gran inversión de recursos humanos para enfrentarlo. Muchos factores, como la situación del país, no ayudan. Pero tampoco observar que no se está teniendo conciencia de que esto puede dejar al básquet argentino totalmente fuera de circuito. 

Fabián García / [email protected]
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