Trae Young, el niño que se preparó toda la vida para este momento
20:12 24/06/2021 | Su papá lo hacía jugar en los barrios más peligrosos para que no le tenga miedo a nada. Lanzaba más de 100 tiros al día en secundaria. Hecho para brillar.
“Te podés ir, estoy bien”
Un niño despidiéndose de su madre y una frase que repetiría a lo largo de su vida. Dolores dulces en un aeropuerto y Trae Young diciéndole a su progenitora que podía estar tranquila, que él tenía todo bajo control. El base se había recibido de la secundaria y antes de que termine la semana se fue de viaje para trabajar con entrenadores de técnica individual que lo prepararían para Oklahoma State University.
Pero quien lo había forjado antes era su padre, y no solo para el básquet, sino para la vida. ¿La razón? Rayford Young, un exjugador de Texas Tech University que supo labrarse una carrera con la naranja en Europa. Durante la mayor parte de la infancia de Trae, su papá trabajó en la venta de equipos médicos y tenía un buen pasar económico en Norman, Oklahoma, donde nació el actual armador de Atlanta un 19 de septiembre de 1998.
Rayford no había tenido todo en bandeja y se crio en una pequeña ciudad de Pampa, Texas. Su padre trabajaba en un campo petrolífero y Young consiguió una salida a través de una beca de la División I en el básquet universitario, a pesar de crecer jugando en canchas que ni siquiera tenían redes.
Al principio de la vida de Trae, Rayford y Candice, su madre, querían que su hijo fuera consciente de todos los privilegios que tenía la familia y lo trasladaron a una escuela primaria diferente, lejos del dinero y las fachadas del hogar. Young se propuso que el base jugara en otras ciudades y allí brilló siendo el chico de ropa de vanguardia y zapatillas coloridas que la mayoría envidiaba. Su progenitor quería que viera cómo era la vida fuera de Norman, que sea duro y que saque siempre el pecho para afuera.
Y no solo los partidos y la vida eran exigentes, también los entrenamientos. Durante años, Rayford y Trae se iban a entrenar a partir de las seis de la mañana y pasaban por una serie de drills diarios. ¡Comenzó cuando Young tenía unos cinco años! Dribling, lanzamientos, bandejas... Tal es así que al llegar a la secundaria tenía que realizar 100 tiros cada vez que entraba al gimnasio, generalmente al menos dos veces al día. Además, para desarrollar su flotadora característica, su papá levantó un palo de escoba e hizo que Trae disparara sobre él.
En Norman North High School, en su ciudad natal, explotó en su segunda año tras perderse el primero, promediando 25 puntos para guiar a los suyos hacia el campeonato estatal de 2015, en el que fue nombrado el sophmore de la temporada.
Luego, durante su tercer año mejoró significativamente su juego, con medias 34,2 puntos, 4,6 rebotes y 4,6 asistencias para ser el basquetbolista de la campaña en Oklahoma. Lo suyo, de igual manera, recién estaba empezando.
Las medias de su último año: 42,6 puntos, 5,8 rebotes y 4,1 asistencias. Tal era el ruido que Raymond llevaba auriculares a los partidos de su hijo para no ponerse más nervioso de lo que ya estaba. El estrés del proceso de reclutamiento a menudo tenía su mente acelerada, aunque siempre le recordaba a su hijo que lo disfrutara.
Entonces, a pesar de los viajes y el creciente estatus de celebridad, Young entendió que el reclutamiento no era una carga. Duke, Kentucky y Kansas lo buscaron. Entre charlas con el entrenador de Duke, Mike Krzyzewski, y diferentes propuestas seductoras, el joven armador fue a lo simple y despejó las dudas.
Terminó rechazando todos los cantos de sirenas y decidió jugar en una escuela cuya pasión y emblema era el fútbol americano, que tenía a un veterano llamado Lon Kruger como entrenador del programa de básquet. Young podría ser el rostro de la institución, estaría cerca de casa y tendría una zona de confort especial para brillar.
Discreto, pero subiendo, aprendiendo en sus clases de psicología en la universidad diferentes técnicas de respiración para no ponerse nervioso en momentos clave, al comienzo del 2017, un 12 de noviembre, logró 15 puntos y diez asistencias. Tres días después 22 tantos y 13 entregas y 14 lunas luego se fue convirtiendo 43 unidades que le valieron una comparación impactante con Stephen Curry.
Por si eso no era suficiente, el 19 de diciembre repartió 22 asistencias que le permitieron empatar el récord de entregas de la NCAA en ese momento y pasar de ser un pick tardío de la primera ronda a uno de los tres principales prospectos del Draft 2018, junto a Luka Doncic y DeAndre Ayton. ¿Nada mal no?
Esos caminos y la ética de entrenamiento sin fin lo pusieron el 21 de junio de 2018 en el Draft de la NBA en el que cumpliría su sueño de toda la vida. Young fue seleccionado con la quinta selección general por los Mavericks en el, pero rápidamente fue canjeado a los Hawks junto con un pick protegido de primera ronda a cambio de un tal Luka Doncic, con quien inmediatamente compararon.
Al final, el 1 de julio de ese año Young firmó oficialmente con los Hawks y estaba listo para asaltar la NBA, no sin antes luchar por tamaño, adaptación y sacrificio. Pero estaba preparado, su padre lo había alistado y sabía que con práctica y confianza todo se revertiría.
Paulatinamente el base de los Hawks desafió al de los Mavericks por el premio al novato de la temporada, en donde promedió 19,1 puntos, 8,1 asistencias y 3,7 rebotes por juego. Sin embargo, esas medias no reflejan cómo Trae mejoró dramáticamente durante la segunda mitad de la campaña, en la que llegó hasta los 24,7 tantos, 9,2 entregas y 2.4 triples por partido después de la pausa por el All-Star.
Cerró la campaña con la certeza de que podía dominar en su equipo, pero nadie esperaba que alcance el techo actual. Un detalle fue nodal y Steve Nash es el motivo. El actual coach de los Nets era uno de los ídolos de Trae, pero Young nunca lo había podido conocer hasta que el anterior entrenador en jefe de los Hawks, Lloyd Pierce, quien compartió equipo con Nash en Santa Clara, finalmente los presentó en un momento durante la temporada debut del base en la NBA.
Nash y Young hablaron sobre reunirse durante la temporada baja y cuando se cruzaron de nuevo en la final de la Champions de 2019, solidificaron sus planes para entrenar juntos en un gimnasio de California llamado Shoot 360.
Young le pidió tutoría para mejorar su juego de media distancia, y también hablaron sobre la importancia de usar ángulos en la cancha, bajar las caderas para ayudar a cambiar de dirección y analizar los enfrentamientos de uno contra uno.
"Se trata de lo que ve en la cancha. Le pregunté cómo calentaba, cómo hacía funcionar las piernas y cómo podía jugar durante tanto tiempo a un nivel alto. Era más yo interrogándolo, revisando las cosas y absorbiendo lo que ve en los pick and roll”, dijo Young en una nota.
De esa forma, sin pausa llegó Young a la élite de la NBA, con actuaciones memorables en playoffs que no hacen más que teletransportarlo a ese aeropuerto en el que sin inmutarse, y con la misma mirada de calma que pone en el rectángulo, le dijo a su madre cinco reconfortantes palabras.
“Te podés ir, estoy bien”
Ignacio Miranda/ [email protected]
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