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La leyenda en Nueva York es que para aquellos jugadores que fueron un Knick, serán un Knick de por vida. Esta frase no remite a todos los jugadores, sino a aquellos que dejaron algo y defendieron la camiseta a la altura de los estándares del fan, que quizás no veneran tanto la destreza como la entrega, la cual nunca puede faltar.

Larry Johnson en Nueva York, quizás no mostró su faceta más goleadora como la que tenía en Charlotte, pero era un jugador tan inteligente que podía ceder protagonismo en compañeros como Allan Houston o Latrell Sprewell y él impactar desde otro lado, con la entrega y la pasión para luchar cada balón cerca de la canasta. Eso sí, algunos tiros le iba a dar y ahí su jerarquía seguía intacta.

En el Garden todo lo que se hace se magnifica, desde un gran juego hasta un gran fiasco, todo parece quedar para la historia y Big Larry dejó para la posteridad y para que los jóvenes imiten, un festejo que él no inventó, sino que fue un compañero de la banca, Rick Brunson.

“Rick Brunson fue quien me enseñó ese festejo. Recuerdo que cada vez que metía un triple, el estaba en el banco haciendo esa seña como la que se hace cuando uno quiere enseñar bíceps fornido. Pero al mismo tiempo con el otro brazo se golpeaba el codo y entonces le pregunté que es esa seña que haces cuando meto un triple y me respondió ‘es la gran L hermano, la gran L’. Así que Rick recibe el crédito por ese festejo”.

Ese festejo consiguió su sumun de exposición, luego de que Grandma Johnson consiguiera la más icónica jugada de cuatro puntos en la historia del Garden ante los Pacers y en una final de Conferencia. Luego de ese triunfo, Larry estuvo recorriendo la cancha haciendo la Big L con sus brazos y allí inmortalizó esa celebración.

“En esa jugada yo era la tercera opción. Primero estaba Allan Houston y la segunda Latrell Spreweel y a ambos les estábamos poniendo doble cortina para liberarlo. En esa jugada estábamos con un equipo bajo, dado que Jeff Van Gundy quería tener un quinteto de todos tiradores para igualar el partido. Puse dos cortinas, a decir verdad dos cortinas de mierda (risas), pero porque yo quería liberarme y tomar el balón, Realmente lo quería estaba con la confianza bien arriba. Fue de esos momentos que cuando sueltas el balón y ya sabes que va adentro, antes de que la pelota llegué al aro”, explicó Johnson en el Podcast Knuckleheads conducido por Darius Miles y Quentin Richardson.

El primero que llegó a celebrar luego de que metiera el triple fue el base Chris Childs, pero lejos estuvo de felicitarlo, quería una más: “Chris era una base recto y me dijo ‘¿Qué estás haciendo, que diablos estás haciendo?, cálmate todavía falta el tiro libre’(risas)”.

Definitivamente hay acciones del juego que marcan una carrera y si bien Larry Johson tuvo una gran estadía en su paso por la NBA, aquel triple y falta lo marcó y es su gran highlight de sus años con los Knicks.

“Sigo viviendo de eso, todavía sigo comiendo con ese tiro. Por eso dije que me encanta Nueva York, es una ciudad muy deportiva y te lo hacen sentir con ese recuerdo, todavía te muestran respeto. Ese tiro fue una verdadera locura en el Garden y tuve la suerte de que estuvieran mis tres hijos en la cancha y experimenten ese momento. Esa noche salí a dar una vuelta por Nueva York y fuimos al bar Jimmy’s en el Bronx y fuí el líder de esa velada (risas), una locura ese disparo. Aún hoy lo veo y recuerdo ese momento como si lo viviera hoy, me marcó para siempre”, concluyó Larry Johnson, corroborando que jugar para los Knicks es la aventura distinta que tiene la NBA, será un equipo con pocas aspiraciones, pero tienen unos fans que si te va bien ahí, el resto de tu vida serás un ciudadano de lujo en la Gran Manzana.

Mauro Osores / [email protected]
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