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En la jornada de ayer, los Knicks vencieron a los Pelicans por 128 a 109. Sin embargo, el mejor momento del partido fue sin el balón, sin dribles, sin lanzamientos, solo los aplausos y el reconocimiento de parte del Madison Square Garden a Derrick Rose. El MVP más joven de la historia, ya con 34 años pisados, ha vuelto a tener minutos de juego y nada más ingresar al campo, su público que tanto lo esperó le dio una digna bienvenida con aplausos y coreando su nombre.  
 
Rose ha sido una de las apariciones más rutilantes de las últimas décadas en la NBA. Una historia sin igual, el chico drafteado en primera posición por el equipo de su ciudad natal. Pocos años luego, consigue hacerse con el trofeo del jugador más valioso de la liga, siendo el más joven en conseguir ese logro. Lamentablemente para él y todos los fanáticos del básquet, luego de su momento de plenitud, ha recaído en un largo camino de lesiones, de las que afortunadamente siempre se ha levantado. 
 

Rose lleva una sed inacabable por demostrarse a sí mismo que es capaz de todo, volviendo a jugar luego de cada momento desafortunado con una tremenda fuerza de voluntad. Esa fuerza, su personalidad humilde y tranquila y todo el talento que ha regado sobre la cancha es lo que hoy le da el cariño de todos los fanáticos de la NBA. Los mismos fanáticos que lo han puesto noveno en la votación de bases del Este para el All-Star. Además, es un baluarte solicitado para equipos contendientes al anillo como Phoenix. 
 

La rosa, volvió tras recuperarse de una lesión de rodilla que le ha impedido jugar desde el último 31 de diciembre. En el partido ante Pelicans sumó 2 minutos. Con los Knicks jugó 26 de los anteriores 61 partidos. En el equipo de la gran manzana promedia 5.6 puntos, 1.5 rebotes y 2 asistencias en 12.5 minutos. Pero para el público, las estadísticas son lo de menos, el carismático Derrick Rose, sigue siendo MVP.