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Nikola Jokic jugó en un nivel estelar, brillante, desequilibrante, imparable, superlativo y fue imposible de frenar para la defensa de Los Angeles Lakers. Denver Nuggets aprovechó este nivel de su principal estrella, Jamal Murray volvió a ser el de antes de la lesión, Aaron Gordon subió un escalón y Kentavios Caldwell Pop justificó el porqué de su contratación para que superen a los angelinos y lo eliminen por 4-0.

Si bien los Lakers mejoraron mucho en la parte final de la temporada regular y elevaron su nivel en la postemporada con los cambios que hizo en su plantel, terminó más arriba de lo esperado y jugando en buena manera. Pero la dura caída ante los Nuggets, con un contundente 4-0 en contra, puso en jaque a la organización incluso haciendo tambalear al propio LeBron.

Tras la derrota, James expresó en conferencia de prensa: "Veremos, veremos... Veremos lo que pasa más adelante. No sé, no sé. Tengo mucho en lo que pensar, siendo honesto, tengo mucho en lo que pensar. Solo personalmente siguiendo adelante con el deporte del baloncesto, tengo mucho en lo que pensar”.

Las palabras de LeBron pueden tener dos lecturas: intentó ponerle paños fríos o desviar el eje de la derrota y hacerse cargo de lo sucedido o, realmente, esté pensando en retirarse luego de esta dura caída. En este contexto entra en juego lo que había mencionado, meses atrás, cuando firmó una extensión de su contrato, que quería jugar con su hijo Bronny en la NBA, con lo cual deberá jugar uno o dos años más, mínimamente.

Luego agregó: "Fue un viaje bastante guay (esta temporada). Pero no sé, no sé. No me gusta decir que fue un año exitoso porque no juego por nada que no sea ganar campeonatos en este punto de mi carrera. No es divertido para mí no ser capaz de ser parte de las Finales”.

Por último, expresó: "No he comenzado a pensar sobre el próximo año. Tuvimos una gran racha (en los playoff) pero nos quedamos cortos en nuestra meta que es ganar campeonatos. Sobre eso gira esta franquicia. Perder es decepcionante”.