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Las lesiones son una de las peores cosas que puede enfrentar un deportista a lo largo de su carrera. Existen algunas que no son tan graves y requieren de breves recuperaciones. Luego están otras que son mucho más complicada y hacen que el jugador no vuelva a recuperar el nivel que demostró antes de que ocurran. 

Lo que le pasó a Gordon Hayward el 17 de octubre de 2017 en el primer partido de la temporada de Boston Celtics y de el en la franquicia frente a Cleveland Cavaliers le cambió la vida. En una jugada fue a buscar una pelota que le pasó Kyrie Irving (otro nuevo fichaje de los Celtics) y terminó cayendo muy mal fracturándose el tobillo y dejando una de las imágenes más duras de la NBA. 

Al recuperarse de la lesión y arrancar un año nuevo, el alero no pudo disputar más de ocho partidos seguidos: apareció otra piedra en el camino. En este caso, el chico de 28 años (en ese momento), sufrió una fractura en su mano izquierda que lo obligó a parar seis semanas.

En esta última temporada tan atípica por el Covid-19 jugó 58 partidos de temporada regular de los 72 partidos que se disputaron, pero en los playoffs frente a los Philadelphia 76ers volvió a tener una lesión en su tobillo que lo alejó otras cinco semanas.

Tras pasar por varios equipos y nunca más encontrar ese nivel que tuvo en la temporada 2016-17 donde promedió 21.9 puntos por partido, se retiró a los 34 años de edad.