Historia de Argentina en los Juegos Olímpicos: Atlanta 1996
15:08 23/07/2021 | Después de 44 años, Argentina volvió a unos Juegos Olímpicos en Atlanta, con un triunfo resonante y una gran desilusión.
Desde aquel Helsinki en 1952 a este Atlanta 1996 pasaron infinidad de cosas en la Argentina. Lo primero, como dijimos en el resumen de los Juegos de Finlandia para Argentina, la caída del gobierno de Perón trajo como daño colateral la proscripción de la primera generación dorada de básquetbol de nuestro país, con la declaración de profesionales de 34 jugadores, la mayoría menores de 25 años, lo que hipotecó el futuro del básquet en la Argentina. Entre otros, cayeron en la sanción los 16 que habían participado del Mundial de 1950 y los Juegos Olímpicos de 1952. Es más, al salir la prohibición, el equipo argentino se preparaba para ir a Melbourne 1956, con la mejor de las expectativas. Ricardo González le confesaría décadas después a Básquet Plus: "Los uruguayos no tenían con quién hacer amistosos, entonces fuimos con un combinado de Parque y Palermo. Jugamos 4 partidos y les ganamos todos". Uruguay fue medalla de bronce en Australia.
Pasaron las décadas y a fines de los 80, otra gran camada, liderada por Chocolate Raffaelli, pero con grandes jugadores como el Tola Cadillac, Miguel Cortijo, Carlos Romano, Adolfo Perazzo, Jorge Martín, Gustavo Aguirre y Luis Oroño, entre otros, logró la tan ansiada clasificación a Moscú 80, en un torneo inolvidable jugado en Puerto Rico. Apenas volvieron al país, la Dictadura Militar que gobernaba la Argentina se plegó al boicot de Estados Unidos y no hubo participación argentina en la Unión Soviética. Un sueño de años destrozado.
La buena noticia llegó recién en 1984, con el inicio de la Liga Nacional, pregonada por León Najnudel durante mucho tiempo, y que cambió el panorama del básquetbol argentino para siempre, sumado a la apertura de Europa a partir de la Ley Bosman, que se combinó para que los jugadores argentinos explotaran en los 90. Justamente, Atlanta 1996 fue probablemente la primera vez en donde Argentina mezcló todo lo bueno que le había pasado últimamente. Estaba Marcelo Nicola, que triunfaba en Europa y había sido fichado por el Panathinaikos, y dos jóvenes que luego serían parte de la Generación Dorada: Rubén Wolkowyski y Fabricio Oberto.
Para empezar, le jugó 20 minutos de igual a igual en su debut al Dream Team de Estados Unidos, donde entre otros estaban Shaquille O'Neal, Scottie Pippen, Charles Barkley y Karl Malone, más allá de la derrota final por 28 (68-96). Sin embargo, estaba claro que el equipo estaba para cambiar su imagen. En su segunda presentación, dio el gran batacazo, venciendo a la Lituania de Arvydas Sabonis y Sarunas Marciulionis.
Sin embargo, la alegría del triunfo se vio opacada por la gravísima lesión de Marcelo Nicola, que se rompió el tendón rotuliano y se perdería toda la temporada 96/97, nunca llegando a debutar en su nuevo equipo griego. El Colorado Wolkowyski sufrió además una fractura en una mano y ambas ausencias terminarían siendo fundamentales en el corto plazo. Pero ante Lituania fue todo furor, con Espil y Milanesio comandando la hazaña. Juan terminó con 25 puntos en 37 minutos y Marcelo con 15 y 6 asistencias, sin salir un segundo del campo.
Dos días después del triunfazo, llegaría la gran decepción, cayendo ante China 87-77. Los asiáticos, sabedores de la dependencia anotadora que había sobre Espil al no estar Nicola, le hicieron una zona cajón que Argentina no pudo romper. Aunque en la segunda mitad revirtió la gran desventaja de la primera, Espil se cargó de faltas y no hubo forma. Esa derrota terminaría mandando al equipo a la ronda Consuelo, ya que ante los croatas no hubo chances (75-90) y el triunfo ante Angola en la última jornada no cambió nada (66-62).
A todo esto, Argentina había perdido también a Esteban De la Fuente por lesión, pero igual se terminó con un digno noveno puesto, tras derrotar en los dos últimos encuentros a Corea del Sur y Puerto Rico. Igual, quedó para siempre la sensación de haber podido estar en los cuartos de final. La larga ausencia en un torneo de esta categoría, las lesiones y la falta de roce hicieron su trabajo. Algo que cambiaría por completo apenas unos pocos años más tarde. Juan Espil tuvo su torneo consagratorio, siendo el cuarto goleador de los Juegos, con 22.6 puntos de media.
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