Steve Nash, el MVP improbable
12:49 14/07/2020 | Hace exactamente dieciséis años, el base volvió a los Phoenix Suns y empezó la mejor etapa de su carrera en la liga estadounidense.
El deporte es un escenario en el que las oportunidades son vitales. La gran mayoría de las veces, los equipos y los jugadores se encuentran en el lugar equivocado o en el momento menos oportuno. Sin embargo, hay ciercas ocasiones en las que todo se alinea para dar inicio a una reacción que parece ser única. Eso es exactamente lo que sucedió con Steve Nash y los Phoenix Suns, un día como hoy de 2004.
Luego de seis temporadas con la camiseta de los Dallas Mavericks, el base volvió a la franquicia de Arizona. Esta vez, para ser el líder indiscutido de un equipo que iba a basarse en su frenético estilo de juego. El canadiense era un perimetral distinguido, con aspiraciones de convertirse en una estrella de la competencia. Pero, más allá de eso, nadie pensaba que podía emerger como el atleta más valioso de todos. Nadie a excepción de Mike D'Antoni, quien vio en él a la persona indicada para comandar una filosofía que tomó por asalto a la liga.
Con el entrenador como mentor y Nash como punta de lanza, los Suns establecieron su famosa ofensiva de siete segundos o menos como una de las más letales de la época. No sólo destacaron a nivel equipo, sino que también consolidaron en el plano general la idea de jugar a una velocidad mucho más alta de la que reinaba en aquellos tiempos. El guardia lo hizo posible gracias a su facilidad para encontrar al hombre libre y entender el ataque como pocos. De un momento para el otro, pasó de ser un simple All-Star eventual a dominar el panorama. Contra todos los pronósticos, ganó dos MVP de temporada regular de manera consecutiva y escribió su nombre en la historia grande.
Durante ese segmento de ocho campañas en la institución, el nacido en Sudáfrica promedió 16,3 puntos y 10,3 asistencias con porcentajes de acierto altísimos: 51% en tiros de campo, 44% en triples y 91% en libres. Logró incluir su figura en el emblemático club del 50-40-90 (alcanzar o superar esas cifras de efectividad en el tiro) en cuatro oportunidades, un nuevo récord. Además, lideró a la NBA en pases gol cinco veces.
Nash representó a la perfección lo que significa estar en el momento justo y en el lugar indicado. Encontró en Phoenix a una gran mente ofensiva, que delineó un proyecto específico para sacarle el máximo provecho a sus habilidades. Lo que se suponía una utopía se volvió más real que nunca y su trascendencia en la competición está a la vista de todos incluso (más que nunca) en la actualidad. Ese contrato firmado hace exactamente dieciséis años no solo fue una decisión deportiva y laboral, sino que le abrió las puertas del cielo de los grandes a un personaje que nunca se había creido capaz de pertenecer a la élite de la élite.
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