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Chicago estaba conmocionado. Unos meses antes, Michael Jordan se había retirado por primera vez y, tras un año relativamente exitoso (buen récord, derrota ante los Knicks en la segunda ronda de playoffs 4-3), la dirigencia liderada por Jerry Krause empezó a barajar alternativas a futuro. 

En su plantel tenía a uno de los jugadores más subvaluados de la NBA, Scottie Pippen, y entonces surgió la posibilidad de canjearlo a Seattle por un joven que pintaba para súper estrella (Shawn Kemp) y una figura ya en baja pero de sólida experiencia (Ricky Pierce). La operación podía concretarse en la noche del draft de 1994, en la que ambos iban a intercambiarse además sus respectivos picks. 

Según dicen, la negociación no llegó a buen término por decisión de los Sonics, que recibieron mucha presión para no desprenderse de Kemp, al que todos veían como la figura justa para acompañar a Gary Payton al título de la NBA. Nunca se sabrá la auténtica verdad. 

La pregunta que se hacen todos es, ¿qué hubiese cambiado de darse ese canje? ¿Hubiera vuelto Jordan a los Bulls? ¿Hubiera ganado el segundo tricampeonato? ¿Hubiese sido Seattle un equipo campeón con Pippen por Kemp?

Jordan contestó alguna vez que no hubiera tenido problemas en jugar con Kemp de compañero, pero que su comodidad hubiese sido distinta a la de jugar con Pippen. La idea de una dupla Payton-Pippen hace imaginar a muchos que la defensa de los Sonics podría haber sido memorable. ¿Y por qué no ganar algún anillo?

El what if aquí es gigante e imposible de predecir. Pero algo es seguro: el futuro no hubiera sido el mismo. Porque con Kemp en el equipo, los Bulls no hubieran fichado a Rodman, con lo que la estructura hubiese sido muy distinta. ¿Los resultados? Eso sí nadie lo sabe.