"Mi objetivo personal es ganar el premio al Jugador del Año en la Conferencia Southland de la NCAA", dice Erik Thomas. Hasta aquí nada raro. Es el mismo sueño que tienen miles de jóvenes americanos que empiezan a dar sus primeros pasos dentro del básquetbol de elite. Sin embargo este chico es especial, porque sus raíces son distitntas: "Argentina siempre sigue en mi corazón".
Resulta que su padre es James Thomas, también basquetbolista, quien, como todo estadounidense que no encuentra un lugar en su país, se transformó en un trotamundos del baloncesto. La profesión fue la que lo trajo a la Argentina, en donde, en 1989, se coronó campeón con Ferrocarril Oeste. Antes había jugado en Estudiantes de Bahía y Olimpo, y luego de Ferro siguió a Gimnasia de Comodoro, terminando en la Liga jugando en Boca en 1993/94.
En nuestro país, Jimmy conoció a la bahiense Fabiana Díaz y con ella tuvo dos hijos: Sthefany y Erik, quien nació en Paraná. La familia representa algo muy especial para el heredero de Jimmy: "Son mis ídolos porque todos jugaron básquet y siempre estuvieron ahí para ayudarme con cualquier cosa en mi vida. Mi papá me aconseja mucho y todavía me ayuda, pero ahora me ha dejado estudiar y aprender el juego por mi cuenta".
También tuvo un apartado especial para su hermana, que juega en la liga australiana y en la selección argentina: "Me hace feliz que Sthefany haya podido completar todo lo que soñó en la vida. Por supuesto que no pudo siempre ganar todos los partidos o torneos, pero ella tiene uno de los mejores currículums en nuestra familia, después de mi (risas)".
Actualmente forma parte de New Orleans Privateers y está jugando como para cumplir la meta personal expresada anteriormente. Tras once partidos promedia 20,5 puntos por juego (con una efectividad de campo del 62,7%), 8,1 rebotes, dos asistencias y 1,5 robos. Sin embargo, al equipo no le va tan bien, ya que su récord es 5-6, por lo que se aleja el objetivo grupal de "ir a instancias decisivas de la NCAA".
Erik mide 1.95, tiene 21 años y ya se ha puesto la camiseta argentina en 2012. En ese año participó de la preselección U17 y, a pesar de no quedar en el equipo, pudo cumplir un sueño por partida doble: "Cuando estuve en la selección pude visitar a mis abuelos, tío, y primos que viven en Argentina. Toda la familia de parte de mi mamá vive ahí. No puedo visitar mucho por la escuela pero pienso hacerlo cuando me gradúe, así como también intentaré ganarme una segunda oportunidad para jugar en la selección".
Quizás a veces se le escapa alguna palabra en inglés cuando construye la oración, pero no caben dudas de que es tan argentino como nosotros y que tiene presente al país, al margen de la distancia. "Me encantan Ginóbili y Chapu Nocioni porque los dos juegan al básquet con mucho corazón, como me gusta jugarlo a mí. En un futuro pienso jugar en la Liga, tal como lo hizo mi papá", finalizó Erik.
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