El origen del famoso gesto de Dame Lillard
09:31 15/07/2020 | El base de los Blazers suele apuntar a su muñeca cuando anota un tiro decisivo. Todo comenzó en 2014, durante un partido con OKC.
Dame Lillard es uno de los jugadores más decisivos y confiables en el famoso "clutch", aquellos minutos en los que se define un encuentro para un lado o para el otro. Casi instantáneamente, luego de cada tiro que anota en esos momentos, realiza un gesto que se ha vuelto un emblema de su estilo: apuntarse con el dedo a su propia muñeca. Pero, ¿cuándo nació el famoso Lillard Time?
Para encontrar su origen, es necesario viajar seis años atrás en el tiempo. En 2014, los Portando Trail Blazers encararon una gira de visitante que constaba de cuatro partidos y que finalizó con uno ante Oklahoma City Thunder. Esa noche, el base desplegó todo su arsenal ofensivo y terminó con 40 puntos. Sin embargo, el más importante de todos fue un triple que dio inicio al gesto: a falta de tres segundos para el cierre, Lillard encestó el lanzamiento y empató el resultado para forzar un overtime. Se dio vuelta y, con firmeza, comenzó a hacer la seña del reloj. Era su tiempo.
La idea surgió de la frase, que era utilizada por un relator y se le había pegado a los fanáticos: "Antes de ese juego, recuerdo que Mike Rice y esos muchachos decían '¡Lillard Time!' y, luego, los fanáticos lo adoptaron. No sé, después de que metí ese tiro simplemente me salió señalar mi muñeca", le confesó el atleta a CBS. Para Lillard, se volvió una forma de definir su juego. Determinante, confiado, listo para asaltar el desarrollo de un choque trabado en el momento menos esperado.
Así fue como se adueñó de dos de los seis game-winners para cerrar una serie de playoffs que ocurrieron en la historia de la NBA: ante Houston Rockets en 2014 y el recordado triple kilométrico frente a OKC en 2019. Es su esencia, su marca. El Lillard Time es mucho más que un gesto para poner eufóricas a las masas. Lo representa mejor que nada.
En la actualidad, muchos lo consideran el mejor definidor que tiene la competición. El hombre al que hay que darle la pelota cuando esta más caliente está. Una garantía en el instante en el que casi todos quedan a merced de sus nervios. Siempre al tiempo justo y con el ademán al pie del cañon. ¿Cuántos capítulos le quedan a esa historia? Sólo él lo sabe. Pero lo cierto es que la misma comenzó hace seis temporadas, cuando algunos osaban dudar de su valor en una cancha de básquet.
Leandro Carranza | [email protected]
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