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Primer acto: recibe en el poste bajo, aparece un rival a doblarlo y detecta a su compañero libre en la esquina, pasándosela con una delicadeza envidiable.

Segundo acto: consigue el rebote, sale picando a su propia velocidad y tras una serie de botes y un giro logra definir con su mano izquierda.

Tercer acto: se posiciona en la línea de libres para atacar a su rival, pero ni siquiera se mueve y lanza con el pie cambiado, en una versión invertida del flamenco de Dirk Nowitzki. 

¿Cómo se llama la obra? ¿No lo adivinaron todavía? Las pistas lo dejan en evidencia y el protagonista es Nikola Jokic. Alimento y evolución de la cúspide balcánica, es el pivote que todo lo puede y está revalorizando su puesto, siendo el líder de una nueva era en la que los centros volvieron a ser fundamentales para las franquicias norteamericanas. 

¿Es el mejor pivote ofensivo de la historia? A pesar de que solo lleva seis temporadas deleitando en el suelo de John Kennedy, Abraham Lincoln y Martin Luther King, ya presenta credenciales que le permiten competir de igual a igual con sus predecesores en el puesto. 

Su triple amenaza es letal, su inteligencia particular y su visión única. Posee todo el combo, desde el tiro hasta el pique, la capacidad de pase, lectura de juego y definiciones con ambas manos, dejando en cada partido en evidencia a quienes tienen la osadía de intentar detenerlo. 

Su nivel de MVP se justifica con 27.5 puntos, 11.5 rebotes y 8.5 asistencias, con 40.0% en triples, 56.5% en tiros de campo y 84.7% en libres. Literalmente su juego en ataque no tiene fisuras y en cualquier sismo no se quiebra su figura. 

Comparándolo con otros centros dominantes, solo otro pivote en la historia del certamen promedió al menos seis asistencias por juego durante una temporada: Wilt Chamberlain. Además, ni siquiera él superó esa cantidad de entregas en sus primeras cinco campañas, algo que Jokic ya logró en tres ocasiones, con apenas 25 años. 

También hubo solo dos centros en la historia de la NBA en registrar ocho o más asistencias en 100 o más partidos. El único además del serbio en lograrlo es, quién más si no, Chamberlain (149 veces). Recuerden que Nikola apenas lleva seis periplos en la liga... Y en sus primeras seis campañas apenas Alvin Adams (cuando jugaba en los Suns) se acerca a esa suma con 40 ocasiones en conseguirlo.

Otro apartado en el que se distingue por leguas de distancia es en el tiro exterior, en el que, de los considerados mejores pivotes de la historia (Kareem Abdul-Jabbar, Wilt Chamberlain, Bill Russell, Shaquille O´Neal, David Robinson, Moses Malone, Hakeem Olajuwon, Patrick Ewing y Bill Walton, entre otros), ninguno llegó a lograr un 40.0% en triples como Nikola, con un promedio de carrera de 34.2%.

Su visión de juego también es única y sus 5.7 asistencias en seis temporadas son la máxima en promedio con respecto a esa lista de internos. Nadie logró esa media en su carrera y el de Denver posee un entendimiento integral del rectángulo, estando siempre adelantado a todos sus rivales y compañeros.

La versatilidad y cantidad de definiciones solo es emparejada por Olajuwon, quien siempre castigó a sus marcas con un excelso juego de pies, el cual también posee Jokic, con el aliciente extra de que si las defensas se cierran en la pintura puede liquidar de media y larga distancia, algo que siempre le costó a Hakeem, no en el primer aspecto, pero sí en el segundo (20.2% de tres en su carrera).

Por otro lado, un anillo es algo que todavía no atrapó, pero su carácter ganador es prístino como el agua y desde que llegó a Denver no hizo más que cambiarle la mentalidad al equipo, logrando que los Nuggets sean una cara fija en los playoffs desde la temporada 2018/19.

En el clutch tampoco le tiemblan los pies ni le traiciona el cerebro. Actualmente el pivote es, junto a Collin Sexton, el tercer jugador que más anota en los últimos dos minutos de partido con 5.0 de promedio. 

Apenas seis temporadas, tan solo un par de roces y mucho por conseguir. Así es el presente y el futuro de Nikola Jokic, el mejor pivote ofensivo y más completo de la historia. Conminación, descontrol y diversión, el europeo va cantando su propio juglar, jamás sin dejar de reír y disfrutar. Déjenlo jugar, lejos va a llegar.  

Ignacio Miranda/ [email protected]
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