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Los rankings no importan, no en tu caso. El arte de ganar a como dé lugar, de aceptar un rol y cumplir al pie de la letra un rol. Fuiste campeón, alegraste a una nación y contagiaste a muchos para siempre una pasión.

Los rankings no importan porque lo individual jamás fue para vos lo principal. Solo querías triunfar y estabas dispuesto a dar sin preguntar para arrasar. Tenías el mundo en contra, agachaste la cabeza y te convertiste con puño cerrado en parte de la realeza.

Los rankings no importan. ¿Por qué habrían de tener relevancia? Con Islas Vírgenes y Francia te juntaste y al resto derrumbaste. No era uno, sino tres, y varios más. Pasar, cortar, buscar y la ventaja encontrar. ¿Uno para todos y todos para uno? Todos para todos.

Los rankings no importan, los premios son de consuelo y los anillos los que en el pecho aún te generan revuelo. Sin trampas, esforzándote al máximo y buscando la perfección a partir del razonamiento, el estudio y la devoción por el trabajo duro.

Los rankings no importan, y nunca deberían importar. El poder grupal puede ser colosal y a cualquier elemento por sí mismo destrozar. Lo demostraste noche a noche y seguís haciéndolo. En el básquet como en la vida.

Los rankings no importan. Los mejores son los mejores y una elección no cambiará la percepción. Los ganadores, ganan, y jamás se detienen. Tu legado es lo más importante, por lo realizado en la cancha y las enseñanzas fuera de ella.

Manu Ginóbili, una filosofía de vida. 

Ignacio Miranda/ [email protected]
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