Renacer de las cenizas: la historia de John Wall
12:52 06/09/2020 | El base de los Washington Wizards vivió una adolescencia muy dura, pero logró sobreponerse y convertirse en un profesional del deporte.
“Nuestras discusiones nunca fueron acerca de dónde veníamos, sino sobre los lugares a los que querías que yo fuera. Mirando hacia atrás, ahí estabas vos: un preso encerrado sin mucho futuro. Pero eso no impidió que me animaras a mí, un niño, a obtener una educación e ir a la universidad". ESPN Magazine publicó hace dos años un especialo sobre los problemas sufridos por los atletas afroamericanos. Uno de los artículos era una carta de John Wall, en la que podía leerse esa cita. ¿El destinatario? Su padre, quizás la llave de la puerta que invita a recorrer su duro pasado.
6 de septiembre de 1990 fue la fecha en la que Wall llegó a este mundo. De muy pequeño, aprendió que iba a tener que convivir con una ausencia: la de John Sr, su progenitor, quien estuvo más tiempo en la cárcel que fuera de ella. Robo con violencia, posesión de arma de fuego y el asesinato en segundo grado de una ama de casa de 26 años en su juventud. Luego, asalto con un arma de fuego al encargado de una tienda. De parte de su padre, él sólo recibía malos ejemplos y la representación exacta de lo que era una vida plagada de errores y ataques a la libertad de los demás. No obstante, el niño pasaba a visitarlo por la prisión cada vez que podía.
Cuando alcanzó los 8 años de edad, su padre fue puesto en libertad. ¿La razón? Le habían detectado un cárcel de hígado en etapa terminal. Le quedaba poco tiempo de vida y, acostumbrado a tomar siempre el camino equivocado, decidió que iba a utilizarlo para dejarle algo a su hijo. Un legado en forma de mensaje: "No sigas mis pasos. Sé dedicado. No te metas en este infierno", le dijo en una larga charla que tuvieron en White Lake, Carolina del Norte. Al poco tiempo, falleció a causa de esa enfermedad.
La noticia fue tan dura que John estuvo muy cerca de hacer lo que su figura paterna le había aconsejado que no hiciera: seguir el oscuro sendero que él había seguido. Se involucró en robos de autos, pasó más tiempo en las calles que en su casa y comenzó a preocupar fuertemente a su madre. Demostraba un talento innegable en el básquet, pero sólo lo empleaba a la hora de presumir con sus amigos en los playgrounds. A los dieciséis años, ella vomitó las palabras que debía escuchar: "Estás desperdiciando todos tus dones. Si sigues así, terminarás como tu papá. Puedes hacer eso o puedes cambiar y generar un mejor futuro para vos y tu familia".
Desde ese entonces, Wall no miró hacia atrás. Brilló en el secundario Word of God Christian Academy, en donde promedió números cercanos a un triple-doble durante su temporada senior. Fue captado por la Universidad de Kentucky y el entrenador John Calipari lo adoptó como a un hijo. Luego de disputar una campaña en la NCAA y de presentar registros de 16,6 puntos y 6,5 asistencias, entró al Draft de 2010 como el atleta más solicitado.
Washington Wizards lo eligió en la primera posición y allí comenzó su carrera profesional. Una que no hubiera sido posible sin aquel click que lo modificó todo. El momento en el que entendió algo que suele repetir constantemente como su mayor aprendizaje: "Alguien tiene que cometer un error para que los demás no lo hagan. Ahora vivo mi sueño por mi padre".
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