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Una gran parte del mundo de la NBA está marcado por los escenarios hipotéticos. Cosas que hubieran sucedido si los hechos hubiesen ocurrido de otra manera. En el Draft de 2017, Boston Celtics traspasó la primera elección por la tercera y una primera ronda protegida a futuro. Muchos pensaron que era una locura. Con un tramo de la historia ya concurrida, la franquicia puede decir que no se equivocó: escogieron a Jayson Tatum, quizás el mejor jugador de esa camada. Era un movimiento que tenían bien en claro. Pero la realidad indica que el que no quería recalar en Massachusetts era el joven alero, quien deseaba vestir la camiseta de Phoenix Suns

"Earl Watson (entrenador de los Suns) me pasó a buscar en su Mercedes. Paseamos y me mostró todas las casas en las que vivían los jugadores. Me dijo que Devin Booker y yo podíamos ser dos asesinos del aro. Yo llamé a mi familia, a mis amigos y les dije que quería jugar en Phoenix. Me gustaba el clima, iba a tener una casa grande con piscina, todo. Mi agente me dijo que Danny Ainge estaba preparado para que hiciera un workout con los Celtics, pero yo me opuse", contó Tatum en el podcast All The Smoke, conducido por los exjugadores Matt Barnes y Stephen Jackson.

Finalmente, fue su entrenador de Duke Mike Krzyzewski quien lo convenció de asistir a ese entrenamiento. Unos días después, Boston lo seleccionó y los Suns debieron conformarse con Josh Jackson, quien cayó hasta la cuarta posición. Su estadía en la competencia ha separado estrepitosamente sus carreras. El primero ya es un All-Star y emergió como uno de los talentos más interesantes de la NBA. El segundo, fue traspasado a Memphis Grizzlies y apenas disputó 18 partidos en esta temporada.