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Con una sola derrota por parte de los australianos y dos por el de los franceses, una medalla de bronce no era un mal premio para terminar esta aventura china para ninguno de los dos. Y una derrota era una despedida muy amarga, sobre todo para los australianos, que venían de fallar en las 9 ocasiones anteriores en su historia por ganar una medalla (0/5 en semifinales, 0/4 en partidos por el tercer puesto), entre Juegos Olímpicos y Mundiales. Y perder en los dos partidos finales del torneo tras llegar invicto a semis era una pesadilla que no querían vivir. 

Y así fue buena parte del partido. Con el público volcado a favor de Francia por su enemistad con Andrew Bogut (que tuvo una desafortunada expresión pública por un atleta chino en una situación de dopaje no confirmado), los europeos jugaron una pésima primera mitad (21-30), con 25% de cancha, 9 pérdidas y todo funcionando mal. 

Comenzó a revertir la historia en el tercer cuarto de la mano de De Colo y Fournier, ante una Australia que empezó a mostrar los síntomas del efecto fantasmagórico que sobrevoló desde entonces a su banca. Perdió muchas pelotas, dejó de defender con la agresividad de la primera mitad y terminó el cuarto 4 arriba, permitiendo 21 puntos de Francia en ese período, la misma cantidad que le había anotado en los primeros 20 minutos. 

El último cuarto fue todo de Francia. Si bien no rompió el partido de entrada, logró pasar al frente al minuto, se mantuvo siempre en juego y, cuando Australia asomó la cabeza, se la cortó. De los 21 puntos de la primera mitad pasó a 46 en la segunda, y tuvo en Albicy a su killer: 3 triples del base en el período sentenciaron a una Australia que, una vez más, tuvo pánico escénico en los momentos menos apropiados. De Colo, con 19 puntos, Fournier con 16 y Albicy con sus 3 triples, fueron los mejores en el ganador. Ingles, con 17 y Mills, con 15 (aunque con pérdidas clave), los más destacados en Australia.