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Tyrese Haliburton vivió su noche más amarga en playoffs justo cuando más lo necesitaban los Indiana Pacers. En la derrota 120-109 ante Oklahoma City Thunder, el base no convirtió ni un solo tiro de campo: cerró con un 0-6 en lanzamientos, todos errados, y sumó apenas 4 puntos desde la línea de libres, completando su producción más baja en una postemporada. Es la primera vez en su carrera de playoffs que termina sin anotaciones de cancha, y apenas la tercera vez en la temporada que esto ocurre (las dos anteriores fueron también derrotas como visitante).

El rendimiento del All-Star se vio claramente afectado por una lesión en la pantorrilla derecha, la misma que ya lo había limitado semanas atrás. En el primer cuarto del partido, Haliburton debió salir tras una caída incómoda, volvió con hielo y un vendaje visible, pero su movilidad ya no era la misma. En 34 minutos, logró 7 rebotes, 6 asistencias, pero perdió fluidez y explosividad. Su falta de impacto se notó especialmente en el cierre del primer tiempo, en el que se fue sin puntos, sin aciertos y con la cabeza gacha.

A pesar de su bajo rendimiento, Haliburton mostró una fortaleza mental destacable. “Son las Finales de la NBA. Si puedo caminar, voy a jugar”, declaró luego del partido. Su entrenador Rick Carlisle confirmó la molestia pero dio pistas de continuidad: “No está al 100%, eso es evidente, pero no creo que se pierda el próximo partido”. Lo que sí está claro es que sin su conductor en plenitud, Indiana pierde no solo anotación sino dirección de juego, y las 23 pérdidas del equipo, que derivaron en 32 puntos para OKC, dejaron en evidencia su falta de control.

Mientras Pascal Siakam (28 puntos) y T.J. McConnell (18 desde el banco) intentaron sostener la ofensiva, la sombra de Haliburton fue más simbólica que efectiva. Indiana ahora está 3-2 abajo en la serie, con la obligación de ganar en casa para forzar un séptimo juego. Pero más allá de la estrategia, el estado físico del base será el eje de toda la previa: su salud condiciona el destino de los Pacers. Y aunque su actitud lo eleva como líder, el margen entre el sacrificio heroico y el lastre deportivo es cada vez más delgado.