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Tras conquistar su 18.º título en la temporada 2023-24, los Boston Celtics encaran un nuevo desafío: defender la corona en una NBA cada vez más competitiva. La franquicia de Massachusetts no realizó cambios drásticos en su núcleo y sigue apostando por la solidez de figuras como Jayson Tatum, Jaylen Brown y Jrue Holiday. Sin embargo, alcanzar títulos consecutivos es una hazaña difícil en la liga moderna, algo que no se logra desde los Golden State Warriors en 2018. Para repetir, los Celtics deberán esquivar las trampas del desgaste físico y la complacencia, al tiempo que enfrentan rivales rejuvenecidos.

Uno de los primeros obstáculos que deberán superar es la baja temporal de Kristaps Porzingis, afectado por una lesión de tobillo poco común. El letón, pieza clave en el esquema ofensivo del equipo, podría perderse los primeros partidos de la temporada. Su ausencia genera dudas sobre el equilibrio en la pintura, donde Al Horford, con 37 años, deberá asumir un rol más exigente. Mientras tanto, equipos del Este como Philadelphia 76ers y New York Knicks se han reforzado para complicar el camino de Boston hacia las finales.

Además de las cuestiones físicas, los Celtics tendrán que gestionar la química interna en un vestuario que ha visto incrementarse las expectativas individuales. Las renovaciones multimillonarias de Tatum (315 millones de dólares) y Derrick White (118 millones) podrían añadir presión a la dinámica del equipo. El deseo de Tatum de ganar el MVP podría complicar su entendimiento con Brown, ya que ambos deben equilibrar objetivos personales con el éxito colectivo.

En el mejor de los casos, Boston logrará mantener la sintonía del año pasado, con un Porzingis recuperado y una dupla Tatum-Brown imparable. Si sus piezas secundarias —Horford, White y Payton Pritchard— siguen aportando desde la banca, los Celtics tendrán chances reales de convertirse en una dinastía. No obstante, el peor escenario plantea un equipo que sufre por lesiones, pierde cohesión interna y cae prematuramente en playoffs. La falta de química y la competencia emergente podrían hacer tambalear sus aspiraciones al bicampeonato.

El destino de los Celtics está atado tanto a su capacidad de manejar las presiones internas como a su respuesta ante los desafíos externos. Con talento y experiencia de sobra, Boston tiene la oportunidad de revalidar su título, pero solo si puede mantener la salud y la ambición en un entorno que no perdona la mínima distracción.