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Zach LaVine llegó a la NBA de la mano de Minnesota Timberwolves, franquicia que lo eligió en la 13° posición del draft en 2014. Apenas una temporada en la NCAA le bastó para demostrar su nivel, su jerarquía y su capacidad de dar el salto a la mejor liga del mundo con apenas 19 años.

Fueron tres temporadas las que jugó en los Timberwolves, tuvo buenas actuaciones, fue uno de los más destacados del equipo pero estaban en un proceso de reconstrucción y en ninguna de las tres temporadas que estuvo pudieron alcanzar los playoffs.

En 2017 fue traspasado a Chicago Bulls y tras una primera temporada de adaptación, su producción fue creciendo progresivamente. Formó parte de la reconstrucción del equipo y se fue erigiendo en la principal figura de los Bulls.

Durante la actual agencia libre, LaVine era uno de los jugadores más seguidos, muchos especularon con una posible salida de los Bulls. Pero Zach y Chicago firmaron el contrato más grande de la historia de la franquicia: cinco años y 215 millones de dólares. El propio perimetral comentó: “Chicago es mi hogar. Construimos algo bueno en los últimos años. Estuve aquí durante cinco años y en los últimos dos o tres construimos algo. Ser capaz de volver como una pieza fundamental y ayudarles aportando cosas para ganar, es realmente importante para mí”.

Luego, hizo mención a la situación vivida durante la agencia libre: “Comencé la temporada baja con la mente abierta. Establecí mis objetivos, como siempre hice. Una vez que pude reunirme con el general manager Marc Eversley y el vicepresidente de operaciones de baloncesto Arturas Karnisovas, vinieron con todo lo que yo quería. No había otra razón para que saliera y mirara otros equipos. Creo que eso habría sido una falta de respeto de mi parte, ya que me dieron todo lo que pedí”.