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No dimensionamos. La rompió en la Liga Nacional en Andino y Estudiantes de Bahía Blanca cuando nadie esperaba siquiera que llegara allí.

No dimensionamos. Llegó a Europa, ascendió en Italia y se coronó como el mejor jugador de toda Europa, con una triple corona, una Euroliga y un MVP en esa definición inolvidable ante Baskonia.

No dimensionamos. Llegó a la NBA cuando solo habían jugado dos argentinos y en su primera temporada ya consiguió su primer anillo con minutos importantes.

No dimensionamos. Nos llevó a una plata mundial y un oro olímpico, logros reservados en el común para Estados Unidos o las grandes potencias.

No dimensionamos. Logró su segundo anillo siendo la máxima figura de los Spurs junto a Tim Duncan y dominando la NBA.

No dimensionamos. Pensó tanto en el equipo más que en sí mismo que aceptó ser suplente, y logró ser el mejor suplente de la NBA.

No dimensionamos. Ganó cuatro títulos con los Spurs y siempre buscó lo mejor para el equipo.

No dimensionamos. Fue dos veces al All Star Game, tocando el olimpo del deporte con los más grandes de la mejor liga del mundo.

No dimensionamos. Se puso la camiseta de la selección Argentina y en cada ocasión dejó hasta lo que no tenía para tener éxito con sus amigos y hermanos de camiseta.

No dimensionamos. Lo elogian por su Eurostep desde su llegada a la NBA y lo admiran la mayoría de las figuras de la NBA.

No dimensionamos. Se retiró con los mayores honores y su camiseta 20 brilla en el cielo del AT&T Center de San Antonio.

No dimensionamos. Ingresó al Hall of Fame en su primera nominación y quedó inmortalizado para siempre en la historia del deporte.

Y tantas cosas más que logró a nivel estadístico que podríamos estar horas hablando y que no dimensionamos.

Y ojalá no dimensionemos nunca. Porque Manu Ginóbili es tan grande que no tomaremos nunca consciencia de lo que significa y todo lo felices que nos hizo.

Gracias Manu.

Alejandro Malky / [email protected]

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