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Corría ya 1984 y León se encontraba en Europa dirigiendo al CAI Zaragoza, pero con la mente puesta en lo que sucedía en Argentina con la posible concreción de la Liga Nacional.

Extracto del libro León Najnudel: Historia de un Adelantado.

Era inminente el nacimiento de la Liga de Transición de 1984, que se cocinaba a fuego lento en los despachos de la CABB y que tenía como “delegados” para cuidar el parto a una buena parte de dirigentes de clubes, entrenadores como Seguí y Germanetto, entre otros, y periodistas, encabezados por Orcasitas y Nocent. Aunque, claro, por más que quisiera estar de cuerpo presente, el Ruso tenía el compromiso de terminar su participación en la ACB.

CAI cerró la A1 (segunda fase) en el sexto lugar, con récord 5-9, detrás de Real Madrid (13-1), Barcelona (14-2), Cajamadrid (7-7), Cacaolat Granollers (7-7) y Joventut (7-7), y por encima de OAR Ferrol (4-10) y Arabatxo Baskonia (1-13).

En la primera rueda de playoffs, al mejor de tres, con ventaja de localía, le tocó enfrentar a Cafisa Canarias. Arrancaron de visitante, ganaron 106-92, y en el viaje de regreso, el 27 de febrero, en una parada para almorzar de la delegación, en Arcos de Jalón, en la provincia de Soria, León se enteró de la aprobación de Liga Nacional.

¿Cómo fue? Germanetto le mandó un telegrama con la noticia a León, pero a su casa de la calle La Pampa 1829, en el  Bajo Belgrano. Najnudel llamó desde España para saber noticias de su familia y su hijo mayor, Nicolás, le dijo que había llegado un telegrama. León le pidió que lo abriera, que se lo leyera y explotó de emoción al conocer el contenido.

Ninguno de los que viajaban en la delegación de Zaragoza podía entender la alegría del Ruso, desbordante entre Arcos de Jalón y la llegada a la capital de Aragón. Y ya no lo paró nadie.

Eran tiempos de comunicación por carta, de puño y letra. Semejante emoción lo motivó a escribirle una carta a Seguí, que aquí transcribimos en sus párrafos destacados.

 “Al enterarme de la buena nueva me puse a gritar como un loco y nadie de los que estaba a mi lado entendía nada. Cuando les expliqué el motivo de mi euforia no experimentaron nada y me puso muy triste comprobar por enésima vez que yo no tengo nada que hacer aquí, que no es mi lugar, en el que ni siquiera puedo compartir sentimientos con nadie, ni asombros, ni tristezas, ni alegrías. Y la culpa no es de nadie, es que yo ya tengo mi propia historia y solo me importa a mí y a la gente que convivió toda la vida con los mismos problemas…”.

“… Las nuevas generaciones podrán tener mejores posibilidades y solo este hecho nos debería gratificar por el trabajo realizado y no esperar más que eso, el placer del deber cumplido, de haber luchado y de haber conseguido objetivos que sin un gran amor o una loca pasión jamás se hubieran logrado. Y ahora el próximo paso es el de olvidarse de todos los obstáculos, de todos los detractores, de todos aquellos que por su ignorancia, en algunos casos, o por su excesivo afán de protagonismo, en otros, dificultaron el proceso…”.

“… Hay que tener la suficiente grandeza como para comprender que el básquetbol no es propiedad de nadie, que ninguno inventó la manija y que la nueva perspectiva que se abre es de todos los que conforman el medio y de todos los que se vayan incorporando. Necesitamos que sean muchos y cuantos más acudan será el deporte que tanto nos enloquece…”.