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Muchas veces, cuando uno juega a un video juego, trata de armar el mejor equipo posible, con todas las grandes estrellas, sin importar que posición ocupen porque, generalmente, si tenemos los mejores jugadores, hay pocas chances que perdamos un partido. Pero eso, normalmente, ocurren en la ficción, en la vida real no es habitual. Sí pasa en la NBA, durante la disputa del All Star Game, que suelen estar las grandes estrellas divididas en dos equipos.

Pero hubo una vez que eso que parecía solo pasaba en la ficción, en los videojuegos, pasó en la vida real. Fue en Barcelona 1992, durante la disputa de los Juegos Olímpicos. En dicho certamen, el básquet masculino se hacía presente por 13° vez en la historia, pero hubo un hecho que cambió todo: la caída de Estados Unidos cuatro años antes, en los cuales fueron medalla de bronce, generaron un gran cambio en la reglamentación y fueron aceptados los jugadores profesionales de la NBA.

David Stern, comisionado de la NBA, José Antonio Samaranch, presidente del COI, y Boris Stankovic, presidente de FIBA, fueron quienes llegaron a este acuerdo y el máximo referente de la mejor liga del mundo comenzó con el armado del equipo. Chuck Daly venía de ser campeón en dos ocasiones con Detroit Pistons y fue el entrenador elegido y tenía una buena justificación: “Pude domar el carácter de un equipo de bestias, nadie es mejor que yo para gestionar los egos ajenos sin que todo se desmadre”. Claro, había dirigido a los famosos “Bad Boys”.

Las estrellas fueron cayendo de a una en una. Primero fue Magic Johnson quien confirmó su presencia, luego convenció a Larry Bird, posteriormente anunciaron que iban a participar Charles Barkley, Clyde Drexler, Patrick Ewing, Karl Malone, Chris Mullin, David Robinson y John Stockton. La aceptación por parte de Scottie Pippen trajo de yapa la presencia estelar de Michael Jordan. El último pasajero llegaría desde la NCAA, fue Christian Laettner, por encima de Shaquille O’ Neal, recientemente elegido 1 del draft.

Estados Unidos se floreó en el Torneo de las Américas del año 92 que se disputó en Portland, Estados Unidos, y que otorgaba plazas para Barcelona. El certamen continental fue una antesala de lo que se vería en España.

De entrada dio un indicio de lo que iban a ser los Juegos Olímpicos: aplastó a Angola, ganador del Afrobasket, en el debut con un juego excepcional. Fue un triunfo demoledor por 68 puntos de diferencia (116-48). Terminaron invictos en la zona a: derrotaron a Croacia (+33), Alemania (+43), Brasil (+44) y a España (+41).

En cuartos de final se cruzaron con Puerto Rico, a la que vencieron sin sobresaltos (+38 puntos); en semifinales llegó Lituania, quien tampoco presentó oposición y a quien derrotaron por 127-76 (+51). En la final, volvieron a enfrentarse con Croacia y, como en la primera fase y como en todo el certamen, no le dieron ninguna chance a su rival y lo superaron 117-85 (+32).

Un verdadero equipo plagado de grandes figuras, se coronó sin fisuras, sin chances a sus rivales, con poco espíritu amateur y con un nivel imposible de igualar por cualquier equipo. Ocho partidos, ocho triunfos, con un promedio de 44 puntos de diferencia sobre sus rivales y sin pedir un solo tiempo muerto.

Ese equipo que uno siempre intenta armar en los videos juegos, una vez existió y, como pasaría en la ficción, también jugó y aplastó a todo rival que se le pusiera enfrente. Y, no solo eso, cambió la historia del básquet. Para siempre.