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Las finales de la Liga Nacional están aquí nomás, a horas de comenzar, y en Básquet Plus te empezamos a dar, como todos los años, muchísima información relacionada para que tengas todo el contexto de la definición de la competencia que desde hace 40 años le cambió el rumbo al básquetbol argentino. 

Un detalle no muy habitual es que Gonzalo Pérez, el flamente coach de Boca, será apenas el séptimo caso en la historia en el que un entrenador debutante llega a la definición de la Liga Nacional. Esto tiene un lindo recorrido para hacer porque nos lleva a los primeros años de la Liga, a nombres importantes y a cifras hoy casi imposibles. No contamos obviamente la temporada 1985 porque ahí eran todos debutantes. 

El primero en lograrlo fue Daniel Allende en 1986. El Trompo puso a su Olimpo querido en la final ante el todopoderoso Ferro, con un equipo sumamente joven y talentoso, donde descollaba el Loco Hernán Montenegro (¡19 años!), el Gallo Esteban Pérez y varios otros veteranos, como Marcelo Allende (hermano del Trompo), el Leche Merlini, el gran extranjero Eric Boyd y los rocosos pivotes Ariel Scolari y Tim Ruff. Ferro salió campeón con su mágico equipo, pero le costó un Perú, pese a tener a Cortijo, Darrás, Maggi y el enorme Michael Schlegel. 

Cuatro años más tarde se produjo el segundo caso, con el Che García llevando a Estudiantes, también de Bahía Blanca, a la definición. Es el más increíble de la historia, porque el Che tenía 25 años y manejaba a un grupo con mucho nombre, entre otros, otra vez, el Loco Montenegro, y Juan Espil. También perdió en la final, 4-2 ante el GEPU inolvidable de Pichi Campana y, oh casualidad, Diego Maggi. 

En la 90/91 se dio otro caso particular, porque Walter Garrone, entrenador de Atenas, hizo un largo viaje por Estados Unidos en medio de la temporada y Rubén Magnano dirigió al equipo durante 13 partidos, con lo cual la consideramos su primera campaña como entrenador principal. Si no, hubiese sido la 91/92, en la que llegó a la final y fue campeón. 

En la 92/93 se dio un caso raro, porque empezaron la temporada dirigiendo a GEPU Antonio Manno y Orlando Ferratto y, tras la primera fase, quedó solo Ferratto, debutante él. Salió campeón arrasando con un estilo que, 30 años después, pareciera el de hoy, jugando el famoso VeDiMe de Manno, que aprovechaba los espacios, el tiro de tres puntos y el contraataque. Fue el primer debutante campeón de la historia.

Pasó bastante para que se volviera a dar un caso parecido. Fue en la 2006/07, en Boca y con corte de entrenador en medio de la temporada, tomando el cargo el primer asistente, ¿le suena? Sí, es lo que pasó en Boca estos dos últimos años (Duro por García en la 22/23 y Gonzalo Pérez por Duro en la 23/24). Gabriel Piccato tomó las riendas por el Tola Cadillac, llegó a la final y se consagró campeón ante Peñarol 4-2, con Leo Gutiérrez en medio de su explosión como figura estelar de la competencia. 

En la 2010/11, luego de no renovar al Huevo Sánchez tras perder la final contra Peñarol, Atenas apostó por el joven Sebastián González, que ganó el Súper 8 en Formosa y también llegó a la final, aunque cayendo otra vez ante los marplatenses por 4-1. 

Peñarol fue justamente un caso relativamente parecido, porque en la 2013/14, tras la salida de Sergio Hernández, fichó a su asistente Fernando Rivero, que llegó a la definición ante Regatas Corrientes (memorable duelo entre Campazzo y Paolo Quinteros), para salir campeón 4-2. 

Diez años después, vuelve a darse un caso de un debutante finalista. Gonzalo Pérez, de solo 30 años, formado y criado en Boca, llega a la final de la competencia con su club, y con toda la ilusión del mundo para volver a darle a Boca un título que, paradójicamente, se le niega desde aquel 2007 en el que un asistente reemplazó a un entrenador principal y logró la corona. Los hinchas y Gonzalo sueñan con un revival.

Fabián García / [email protected]
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