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Allen Iverson fue una de las grandes estrellas de inicios del siglo XXI de la NBA. Y cuando las figuras van con Nike, Adidas y otros, su relación con Reebok se extendió mucho más allá de lo comercial y publicitario. Y tal fue así que una cláusula en su contrato le permitió evitar la bancarrota.

En 2001, después de llevar a Philadelphia a la final de la NBA, donde cayó frente a los Lakers, logró también el MVP de la liga y las oportunidades y ofertas le llovieron de otras marcas. Sin embargo, Iverson decidió quedarse y serle fiel a Reebok.

Es que la marca le ofreció un contrato de por vida. Un contrato de 800 mil dólares anuales y entre 5 y 10 millones de dólares por año hasta su retiro. Pero además había una cláusula clave que le daría un fondo de 32 millones de dólares que Iverson recibiría a los 55 años.

Asi, en los 9 años siguientes al acuerdo cobró 150 millones en contratos en la NBA con los Sixers, los Nuggets, los Pistons y los Grizzlies. Pero además se llevó 50 millones de dólares en contratos fuera del campo.

Sin embargo, su gasto para mantener a más de 50 personas incluyó enormes sumas de 55 mil dólares mensuales o más. Esto lo llevó a no hacer inversiones también por no confiar en los bancos, y en 2012 entró en bancarrota por no poder pagar 900 mil dólares en joyas.

Sin embargo, evitó ese problema y se recuperó gracias a esos 800 mil dólares por mes de Reebok y ahora está a 5 años de recibir ese fondo de 32 millones de dólares, algo que le salvará su vida a futuro.