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29/08 | Mi club de barrio

Paco Festa: “Es muy importante en un club tener buenos formadores”

21:02 29/08/2014 | Aunque su nombre está relacionado principalmente con Boca Juniors, el club de origen y de la vida cotidiana de Paco Festa fue, es y será Gimnasia y Esgrima de Villa del Parque.

Pocos jugadores tienen la chance de mantener fiel contacto con el club de sus orígenes una vez que entran en el profesionalismo. Y, menos aún, seguir viviendo cerca. Es el caso de Paco Festa, ídolo de Boca Juniors, pero representante claro de un histórico del básquetbol argentino: Gimnasia y Esgrima de Villa del Parque, club que mantiene el orgullo de haberle dado nada menos que tres jugadores al campeón del mundo de 1950: Raúl Pérez Varela, Omar Monza y el inigualable Oscar Furlong.

Por eso, cuando ingresamos al club, Paco deja en claro que su nombre viene abajo, lejos de estos monstruos y de otro que, para él, es un ídolo inolvidable: Ricardo Alix. “Acá vengo desde que tengo uso de razón. De toda la vida, porque mis padres venían acá”. Fiel a su forma de jugar, Paco arranca con todo ritmo a mostrar el club de sus amores y comienza por lo que, para él, es clave cuando uno nuevo llega. “Lo traemos acá, que es el salón social y donde están colgados los cuadros con la historia del club. Furlong, Nuré, Monza, Alix...el papá del Turco Chaher. Es una forma de que conozcan al club”.

Paco quiere mostrar rápidamente lo que, para él, es casi una reliquia. El gimnasio donde los monstruos de hace medio siglo jugaban los clásicos contra Palermo, en el primer piso. “Yo venía de muy chico a ver al equipo. Se llenaba. La gente venía a ver a Parque y las galerías explotaban. Esta cancha es histórica. Ahora no se juega más acá porque no dan las dimensiones y se hizo otra más grande al fondo. Parque fue tan groso que llegó a viajar para jugar contra la Unión Soviética”.

Festa recuerda entonces sus primeros pasos en GEVP. “Vine al principio por el club, porque mi familia era habitué, pero tardé nada en meterme en el básquet, porque iba a ver jugar a mi viejo y ya picaba una pelota de muy chiquito. Los que hemos venido a este club coincidimos en que nos cambió la vida, por el club y por hacer deporte. Nos hizo tener un enfoque distinto”. Mucho tiempo después, claro, Paco acepta sus travesuras. “Nunca tenía que estudiar, nunca me daban tarea, nunca nada. Entonces era el primero en llegar al club, con otro amigo que vive acá a la vuelta, Javier Castro. En la primaria tenía doble escolaridad, así que a las 4.30 venía corriendo, me sacaba el delantal y me ponía a entrenar. En la secundaria, que fui de mañana, más todavía. Estaba todo el día acá”.

Siguiendo su ejemplo, los hijos de Paco repiten la historia en el club. “No veo tanta diferencia con mi época, salvo en el tema de la tecnología. A ellos les encanta venir a entrenar acá y aprovechan cualquier momento para juntarse aquí con sus amigos. Les hace muy bien. Hacen grupo. Y en lo social eso es importantísimo. Mi hijo, por ejemplo, se fue hace poco al viaje de egresados y la mitad de su grupo es el mismo del equipo de básquet de acá. Increíble”.

La recorrida sigue por el club por zonas clásicas: canchas de tenis exteriores, doble pileta de natación, gimnasio y parrilla, que siendo domingo el día en el que se hace la entrevista, está poblado de amigos que, se nota, utilizan el lugar habitualmente para juntarse.  También nos lleva a la cancha nueva y una más, lateral, impecables. “Todo esto se hace con el aporte de los socios. No sé cuántos habrá ahora, pero con lo que aportan ellos se pudo hacer todo esto”.

 

El cierre es al lado de la parrilla. “No me imagino una vida sin club. Cumple una función social muy interesante, porque le da muchas herramientas y alegría a los chicos. Y después se terminan enganchando los padres. Creo que está volviendo el auge de los clubes. Por eso es muy importante en un club tener buenos formadores”.

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