NBA Finals 2018

Las vergüenzas del Rey

15:18 09/06/2018 | No se le puede tocar. Ni criticar. Lo fácil es no hacerlo cuando alguien pro-media 34p-10 as-8.5reb en las Finales. Pero es nuestra obligación.

(foto: Mike Lawrie /AFP)
Olvidemos por un momento la atmósfera generada a lo largo y ancho de la franquicia de los Cleveland Cavaliers entorno a su persona. El miedo está ahí, y te lo comentan en los pasillos, en los corrillos, siempre en voz baja. Todo el mundo lo sabe: en los Cavs manda James y absolutamente nadie puede contradecirle, o paga su ira, su influencia. Pero hemos quedado en olvidarlo por un momento, aunque influya mucho en el resultado final, y centrarnos en otros aspectos. Vayamos a la cancha.  
 
Comparaciones odiosas
Leemos todos los días sobre el lugar de LeBron en el Olimpo de los dioses, sentado al lado de un tal Michael Jordan o intentando moverle el trono de GOAT (Greatest Of All Time). Bien, para los que tengan memoria suficiente recuerden que MJ pidió el emparejamiento cara a cara con Magic Johnson en las Finales de 1991. Lo defendió él porque el mito de los Lakers era su gran némesis, además del mejor jugador del equipo contrario. Para ganar alguien tenía que pararle. Hizo lo mismo en las Finales de 1992 ante Clyde Drexler, después de que un periodista preguntase si de verdad creía que el MVP de la temporada no debería haber sido para el escolta de los Blazers. Instinto asesino, agarrar el reto con los dientes… Ése era Jordan. ¿Ha hecho lo mismo LeBron con Kevin Durant en este 2018? Todo lo contrario. 
 
Persiguiendo sombras
Asumió el reto ante KD en las Finales que sus Heat ganaron a los Thunder, y fue MVP de las mismas, pero ante los Warriors las cosas han sido muy distintas. Por momentos casi humillantes. Dejamos de lado que Durant le supera ampliamente en la batalla personal desde que se unió a los ‘chicos de la bahía’ (11-2 en el récord de victorias/derrotas), con dos MVP’s de las Finales para el alero de los Warriors… Y lo hacemos porque esto es un deporte de equipo, pero el duelo cara a cara en cada posición no lo es.
James ha empezado los partidos con la demarcación de alero puro ante KD, pero por mucho que haya tenido que estar en pista más de 45 minutos de media (error de un entrenador, Lue, puesto por él mismo, que tiene las carencias a flor de piel) la dosificación atrás ha sido evidente, con momentos de estupor.
Esconderse tras continuos cambios defensivos en los cortes y bloqueos del rival es una buena treta táctica a veces, no por decreto ley, y menos cuando está matando a tu equipo un tipo que lucha por tu propia corona. ¿Ejemplo? En el definitivo cuarto partido, con la daga al cuello, LeBron aceptó el reto defensivo directo únicamente tres veces: KD le desbordó con un bote en la primera para asistir, falló el tiro en la segunda y le sacó falta rápida en la tercera. ¿Y el resto del partido? Pues Durant disfrutando ante la impotencia de George Hill, J.R. Smith, Rodney Hood y compañía. LeBron, mientras, perseguía sombras cambiando de demarcación sin cesar.
 
Apatía y enfado   
Puedes querer matar al loco de J.R. Smith por su errar garrafal en el primer partido, pero no dejarte llevar por la ira hasta el punto de desaparecer en la prórroga tras montar un número en el banquillo durante el tiempo muerto. Volvió a hacerlo en el cuarto partido, mientras Lue daba instrucciones, gritando y creyéndose por encima de la situación, de todos los integrantes del minuto táctico, cuando se vio la batalla perdida. Para colmo, esos enfados han llegado acompañados de una pasotismo atrás patente: quedándose parado en la carrera al perseguir a su par a través de los bloqueos, hacer la estatua inerte ante una puerta atrás de Draymond Green, no levantar los brazos para puntear los triples con Curry (mucho más bajo) en la cara… Y todo ello tras la irresponsabilidad de golpear una pizarra con el puño tras el Game 1 que le generó una contusión ósea. Cuando eres un Rey, tu responsabilidad profesional, tu debe para con tu reino y tu pueblo, te impide poder hacer algo así. Y debes saberlo.
Ha llegado a empujar literalmente en una jugada a su compañero J.R para lanzarlo a la defensa contra Kevin Durant. No señor James, tendría que haber ido usted. Y que conste que hablamos de uno de los 10 mejores jugadores de la historia, incluso de los cinco. De eso hay poca duda, pero las vergüenzas están ahí y el imperio creado en Cleveland, donde nadie le lleva la contraria ni escribe estas cosas, no le está ayudando.
 
David Carro
Especial para Básquet Plus desde Cleveland, EEUU
 

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