NBA 2019/20

Gerald Green, un aro y la tarde en la que perdió un dedo para siempre

16:56 05/02/2020 | El nuevo jugador de Nuggets perdió su dedo anular intentando una volcada. Nada impidió que llegue a la NBA. Una historia de superación.

Green con Houston (Foto: NBA)

Un aro manufacturado en el patio de la casa, dos hermanos divirtiéndose y compitiendo, un torneo de volcadas y muchas risas. Era una familia feliz y todo parecía normal. Ambos imberbes daban muestras de su capacidad de salto y quien se arriesgó más de la cuenta Gerald Green. Sí, el nuevo jugador de Denver Nuggets. Resulta que el bueno de Gerald quiso hacer una jugada espectacular, pero nunca se percató que tenía el anillo de su madre en su dedo anular derecho. 

Acto siguiente, el de los Nuggets metió una volcada espectacular, pero el anillo que llevaba en su dedo anular se enganchó en una parte del aro, y éste arrancó su extremidad por completo, cortando todo tipo de ligamento y nervio. Ambulancia de por medio, el joven Gerald llegó al hospital y recibió la peor noticia: la única opción era amputarlo. Afortundamente la situación pudo ser controlada, pero las secuelas lo torturaron durante mucho tiempo.

Los primeros signos de inseguridad aparecieron en el colegio, adonde tan sólo era un chico de sexto grado que había perdido una de las partes de su cuerpo. "Nunca me acostumbré a hablar sobre eso", confiesa. El accidente lo volvió aún más tímido, se la pasaba con su mano derecha en el bolsillo y ni su estatus de estrella en la secundaria, ni el éxito alcanzado en el básquet le dieron un shock de confianza.

Su miedo e inseguridad era tal que, cuando fue elegido con el pick 18 por Boston Celtics, llevaba la mano derecha inmersa en el hueco de su pantalón para que nadie vea su anomalía. Pero el comisionado de por aquel entonces, David Stern, le pidió que saque su mano para saludarlo y así fue que el dirigente logró deshacer la primera capa del jugador, dando muestras de que paulatinamente Gerald Green iría superando la situación. 

Como una mamushka rusa, el saltador de Texas fue destapando sus propios moldes y convirtiéndose en una persona más segura con el correr de los años. Se mantuvo fiel al básquet y jamás se le pasó por la cabeza dejar de jugar. Ningún accidente impediría que haga lo que más amaba en el mundo, en el único lugar que nadie lo juzgaba. El rectángulo de juego era su santuario. Allí encontraba paz. Poco a poco aprendió a no tomarse tan a pecho las bromas que hacían de él, aceptó su realidad y modificó su pensamiento. 

Gerald Green es una muestra más de que no hay que estar avergonzado de lo que somos, ni de los defectos físicos que tenemos o de nuestras propias inseguridades. A pesar de cualquier contratiempo, siempre hay una oportunidad para sobresalir y ser la mejor versión de uno mismo. ¿Y si no? Pregúntenle al oriundo de Texas que llegó a la NBA sin un dedo. Los médicos le dijeron que sería imposible, pero el siguió adelante. "Si tuviera ese dedo tendría muchas más volcadas, pero todavía finalizo el trabajo", sentencia.

 

Ignacio Miranda/ [email protected]
En Twitter: @basquetplus
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