Facundo Campazzo, la personificación de la época
20:49 20/11/2019 | El cordobés fue una de las figuras en el aplastante triunfo de anoche del Real Madrid ante Khimki por 104-76. Totalizó 15 puntos, cinco asistencias, dos rebotes y tres robos en 23;01 minutos en cancha.
En tiempos donde nadie espera por nadie, donde los resultados deben ser inmediatos, sin plazos para reflexionar ni dar marcha atrás, con vastas incertidumbres, pero también con muchas más herramientas que en el pasado, Facundo Campazzo sonríe y abraza el momento. Sabe que es su periplo, la era perfecta para ser quien quiera ser.
El cordobés es el alumno más aplicado de una clase que premia a los que juegan con vértigo y prisa, tomando decisiones en cuestión de segundos, anticipándose al resto en una suerte de juego de azar. Porque, para Campazzo, eso es el básquet: un juego. Se ríe, se divierte, hace bromas. Está como en el patio de su casa. Es feliz... feliz con tan poco.
En la cancha, como en la vida, no aguarda a los demás y se mofa de la ralentización de otros tiempos. Cuando la naranja está en sus manos no existe Dr Jekyll, sólo Mr Hyde. Es puro rock and roll, el caballo en el que Mick Jagger pensaba cuando escribió y compuso Wild Horses. Nadie lo puede creer, todos se toman la cabeza, pero él lo hizo de nuevo y, cual mago, saca pases de caño a por doquier de su infinita galera de trucos.
En Euroliga promedia 10.7 puntos, 5.3 asistencias y 1.9 robos por partido, pero los números enseñan una pequeña porción de su aporte, ya que en la duela es el centro de atención, el ojo de la providencia que todo lo ve, que todo controla. Cuando sale sus compañeros lo sienten y el ritmo, tarde o temprano, cede por antonomasia y baja.
Hoy el presente le sonríe, pero nada le vino fácil. Llegó al Madrid de joven, sin una gran reputación ni credibilidad más allá de su reinado sagrado en Mar del Plata. Debió ir a Murcia a dar sus primeros pasos. Aprendió de los veteranos y gradualmente fue haciéndose camino al andar, a los tumbos y golpes como siempre lo supo hacer, sin miedo, sin prisa, pero sin pausa.
Mejoró el tiro, la lectura de juego y la pausa para entender cuándo y cómo controlar el partido. Esto le permitió erigirse como el líder actual del conjunto merengue, el Dante Alighieri de la Divina Comedia que desciende al infierno y vence todo tipo de obstáculos para luego ascender al paraíso blanco, derribando prejuicios desde que tenía uso de razón.
Dichos atributos también contribuyeron a que Real Madrid aplaste en su estadio al poderoso Khimki ruso en la noche de ayer. Fue el conductor principal del asalto que arrancó en el primer cuarto, revolucionando el estructurado plan de juego de sus rivales gracias a sus 15 puntos y cinco asistencias en apenas 23 minutos en el rectángulo.
Ese preciso instante fue por lo que vino al mundo, por lo que entrenó y se esforzó tanto. Furor, descontrol, celeridad y diversión en 1,78 metros de altura. La revolución más humana de la tecnología, el ser vivo que todo lo puede. La personificación de la época, la vida misma. Desde Córdoba para el mundo.
Ignacio Miranda/[email protected]
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