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La NBA ha decidido hace ya algunas semanas retomar la temporada y completarla a partir de finales de julio, pero obviamente, al haber tanto tiempo entre la decisión y el inicio, no se puede asegurar que esté todo dicho, menos cuando justo en la zona de Orlando donde está el Disney Complex donde serán los partidos, rompe récords de contagios todos los días. 

Además, como ya hemos dicho un par de veces, se suman dos problemas parecidos pero distintos en cuanto al apoyo que habrá de parte de los jugadores. Por un lado, por los que no quieren jugar plegándose a una protesta por temas sociales y racistas (Irving a la cabeza). Por el otro, por los que no quieren jugar por su temor sanitario. 

La cuestión es que si la cuestión se desmadra y, por la suma de todos estos temas, la temporada se cancela, los jugadores se llevarán la peor parte de las pérdidas totales calculadas en unos 2.000 millones de dólares, dejando de percibir unos 1.250 millones. 

Así lo asegura el sitio Real GM, que suele manejar buena información en Estados Unidos, a partir de esta cuenta: perderían 870 millones en salarios y otros 380 por el fideicomiso que se deposita y que se reparte al final de cada temporada de acuerdo al resultado final de los ingresos que tiene la NBA en conjunto. Una catástrofe económica, más allá de los jugosos contratos que tiene una buena parte de los jugadores, aunque no todos, claro.