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NBA

Allen Iverson, el jugador más incomprendido en la historia de la NBA

21:20 18/02/2020 | Su paso por la NBA fue único y especial. Le permitió a los más petisos soñar con un lugar en el básquet. Pero su pasado fue oscuro y conflictivo.

Iverson en Sixers (Foto: NBA)

"No quiero ser Michael Jordan, no quiero ser Larry Bird o Isiah Thomas. No quiero ser como ninguno de esos jugadores. Cuando me retire, quiero mirarme al espejo y decir: lo hice a mi modo", confesó Allen Iverson cuando aún practicaba básquet profesionalmente. Y de qué manera lo hizo, convirtiéndose en uno de los mejores kilo por kilo en la historia de la NBA mientras desafíaba a los fundamentalistas que decían que el deporte de la naranja era sólo para los altos.

Su carrera fue especial, pero también su vida, y no en el buen sentido, ya que desde su nacimiento debió afrontar situaciones que sólo se ven en las películas de terror. Su madre lo tuvo con apenas 15 años y a los ocho ya había presenciado su primer asesinato. Luego, a los 16, varios conocidos suyos murieron en un choque de pandillas y, en ese hecho, su mejor amigo fue apuñalado hasta la muerte.  

Una dura infancia

Nada fue estable en su vida, ni su casa, ni sus amigos, ni su familia. Inmerso en una comunidad devastada, lo único que alejó a Iverson de las calles fue el deporte. Allí se destacaba por su inherente talento con distintas pelotas. Durante la época secundaria, Allen fue la estrella del equipo de fútbol américano y de básquet. Era atlético, fuerte y rápido, podía controlar el juego y no le tenía miedo a la presión. En esos escenarios no sufría y todo lo malo se alejaba. 

Esto le permitió ser uno de los mayores jugadores a nivel nacional en ambas disciplinas, y también le ofreció la oportunidad de elegir entre los dos deportes, ya que muchas universidades del país lo querían para sus equipos. Pero el destino le tenía preparado otros planes y el 14 de febrero de 1993 se lo hizo saber. Resulta que Allen Iverson y sus amigos estaban jugando al bowling en un local de su ciudad y, mientras todos se divertían, ellos comenzaron a pelear con un grupo de personas que, aparentemente, se estaba burlando de su color de piel. 

A pesar de que nadie resultó herido, Iverson fue acusado de golpear con una silla a una mujer y lo inculparon de provocar una lucha racial. Juicio mediante, Allen fue condenado a 15 años de cárcel, en un marco completamente injusto para un pequeño de 17 años de edad. Por suerte, el caso llegó a los medios y muchos personajes importantes presionaron al estado para que lo liberen. Finalmente, el gobernador de Newport News, Virginia, Douglas Wilder, lo indultó. 

La universidad que lo cambió todo

La vida compensó a Allen gracias a su madre Ann. Mientras él estaba en prisión, ella fue a ver al entrenador de Georgetown University, John Thompson, para que ayude a su hijo. Así fue que en la primavera de 1994 el director técnico visitó a Iverson y lo convenció de jugar en su equipo. No hizo falta nada más, el picante escolta pondría rumbo a la capital. 

En la universidad lograron domarlo y ese conflictivo jugador se convirtió en un verdadero asesino en la cancha bajo las órdenes de estilo militar de Thompson. En su primer año promedió 20.4 puntos y 4.5 asistencias que le permitieron ser elegido el mejor debutante de la temporada. Después, en su segunda campaña no sólo reafirmó sus prestaciones, sino que las aumentó. Fue uno de los máximos anotadores de la NCAA, con 25.0 puntos por juego, y un gran pasador (4.7 asisencias). Junto con ello, su personalidad para resolver las jugadas le permitió ganarse el apodo que lo acompañaría para toda la vida: The Answer, la respuesta a todos los problemas de Georgetown University. 

La NBA como horizonte

En medio de todo este embrollo, su familia seguía teniendo los problemas de siempre, principalmente por falta de dinero. Por ende, Allen Iverson decidió abandonar la universidad y se presentó al Draft de la NBA en 1996. Los reclutadores estaban enamorados del escolta y su fama de conflictivo se había disipado sorpresivamente. Fue por esto que terminó siendo elegido en la primera posición del sorteo, por encima de descomunales talentos como Kobe Bryant y Ray Allen, entre otros. 

Único como siempre, fue el jugador más bajo de la historia en ser elegido en la primera posición del draft, y el equipo que lo seleccionó y creyó en el fue Philadelphia Sixers. Su preponderancia no tardó en salir y en su primera temporada se animó a humillar a Michael Jordan con un crossover que dejó pagando al número 23 en un intento de robo, anotando el doble y provocando el asombro de todos los fanáticos que tuvieron la oportunidad de presenciar el enfrentamiento. 

Fantasmas del ayer

Lamentablemente su pasado siempre volvía a decir presente, y la pelea en la que estuvo involucrado a los 17 años volvió en otras formas. Una vez lo encontraron con una pistola y marihuana en su auto, y luego trascendió el suceso en el que dejó a su esposa desnuda en la calle una noche, para después ir a buscarla con un revólver en la mano. Además, el código de vestimenta con el que desafió a David Stern. Él venía de la calle y estaba orgulloso de ello, se vestía con cadenas, jeans largos y camisetas de fútbol americano o básquet. Era un rebelde y nadie iba impedir que lo sea. 

Pero su talento lo continuó llevando al olimpo de la NBA y en 2001, bajo el mando de Larry Brown, Allen Iverson y Philadelphia lograrían disputar a las finales de la liga. Sin embargo, el destino otra vez se mofó de él y los suyos cayeron ante los poderosos Lakers de Kobe Bryant y Shaquille O´Neal.

Luego de esa temporada, Iverson continuó en Philadelphia hasta que los conflictos con Brown alcanzaron su punto máximo de ebullición. "Entrené a Reggie Miller, Danny Manning, Bobby Jones, Billy Cunningham, Dan Issel y David Thompson, pero nunca me enfrenté a un reto como él", exclamó Larry durante ese periplo. Unas semanas más tarde, Philadelphia lo envió a Detroit mediante un traspaso que provocó una irrupción y un ciclo vicioso en el que cambió de equipos más rápido que de pantalones. Primero los Pistons, luego Denver Nuggets y finalmente Memphis Grizzlies.

Hora de mirar para adelante

En el pasado decían que todos los caminos llevan a Roma y precisamente eso pasó con Iverson. Golpeado por la NBA y sus canjes, llegó a Sixers de nuevo en el 2009, apenas unos días después de haber anunciado su retirada. A pesar de su ímpetu, el escolta volvió a decepcionar al equipo y su carrera en la NBA llegó a su fin. Posteriormente, una experiencia en el Besiktas de Turquía y un par de pruebas en Estados Unidos lo convencieron de que el básquet ya era un recuerdo del que no podía más formar parte, al menos profesionalmente. 

En ese periplo terminó recurriendo a los monstruos del pasado y la fortuna de 165 millones de dólares que ganó durante su carrera desapareció como una hoja de papel en medio un incendio. Multas de tránsito, deudas y problemas con la justicia, nada pudo frenar su tempestad. 

La leyenda que superó a la ficción 

Hoy en día la cosa está calmada y el escolta se encuentra mejorando su situación financiera, ganando dinero gracias a distintos contratos publicitarios y trabajando para limpiar su imagen. Pero más allá de su pasado, de sus errores y de sus accidentes, Allen Iverson permanece en el imaginario colectivo de todos aquellos petisos que se animaron a soñar con un futuro próspero en el básquet. 

Su manga larga en el brazo, la vincha, los tatuajes, las trenzas y la ropa holgada todavía son usadas por los fanáticos y por distintos jugadores alrededor del mundo, quienes crecieron viéndolo humillar a Jordan en aquella acción en su primera temporada, sin nada que perder y todo por demostrar. Un pique por acá y uno por allá, tirando solo y anotando sin parar. Simplemente Allen Iverson.

 

Ignacio Miranda/ [email protected]
En Twitter: @basquetplus
En Twitter: @nachomiranda14

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