Historias de Liga

Nicolás Copello, volver a creer

09:54 06/05/2021 | Era un talento de su camada, sufrió la transición a profesional y casi deja de jugar. Bajó al Federal para juntar fuerzas y hoy es importante en un Quimsa finalista.

Nicolás Copello y su resurgir en Quimsa con títulos y ahora su primera final de Liga (Foto: Liga Contenidos)

La carrera de un deportista profesional se rige por momentos, buenos y malos; y la confianza en sí mismo es una cuestión fundamental para crecer  e ir subiendo escalones. Para Nicolás Copello la etapa formativa le presumía un porvenir de grandes expectativas con citaciones a distintas selecciones nacionales y llamados de Atenas y Boca Juniors para ser parte de sus semilleros.

 

"Antes de ir a Boca, hice un año en Atenas que me sirvió para hacer el último año de colegio y después me fui a entrenar a Boca uno días, allí coincidí con Marcos (Delía) y como ya nos conocíamos de las preselecciones hicimos un pacto de que si uno iba a un lado el otro también iba. Así fue que fuimos a Boca y estuvimos con Rolando (Córdoba) bastante años"

 

Si de experiencias se trata en su adolescencia pudo vivir muchas imborrables y entre las más destacadas está haber jugado un mundial U19 y además con un resultado positivo, el último gran puesto del básquet formativo nacional consiguiendo un cuarto puesto en Letonia 2011 en un equipo integrado además de por el entrevistado por dos subcampeones del mundo como Marcos Delía y Patricio Garino entre otros.

 

"Tengo los mejores recuerdos, realmente formamos una familia durante esos años que culminó con ese mundial. Fue hermoso lo que vivimos en todo sentido, enfrentarte contra chicos que hoy están en la NBA o mejores equipos de Europa es loco pero estuvo bueno. La pasamos bien y nos dimos a nosotros mismos una muestra de lo que pudimos hacer", indicó el escolta santafesino.

 

Republica del Oeste

 

El barrio Roma fue el escenario donde Nicolás se encontró por primera vez con la naranja cuando  tenía cinco años y un amigo le hizo de nexo con una invitación que no pudo rechazar: “Me había ido a almorzar a su casa después del horario del colegio y a la hora de su entrenamiento me invitó a ir al República del Oeste y me gustó. Después de esa práctica, por cercanía y comodidad de mi mamá, termine empezando en otro club, Ateneo”

 

Los primeros colores siempre tiran, los amigos y el sentido de pertenencia hacen que el primer cambio de club sea más complicado de hacer. En el caso del entrevistado, una mudanza y la insistencia de un vecino hizo que, ahora sí, el República del Oeste sea el punto de partida de la carrera de Nicolás Copello, en un club que se animaba a jugar torneos nacionales. “A los 13 años me cambié al República por cercanía, ya que nos habíamos mudado cerca y también por mi vecino de toda la vida que jugaba ahí y no había un día que no me insista en ir a jugar con él y me terminó ganando cansancio” describió entre risas.

 

La adolescencia junto a un club es una comunión que se une a fuego para toda la vida, pertenecer a un club rodeado de amigos produce esa alegría del presente y la nostalgia futuro para los gratos momentos. “Tengo los mejores recuerdos en el República, los sábados los días de los partidos nos la pasábamos todo el día en el club y durante la semana era ir lo máximo que podía, entrenaba con mi categoría y después me quedaba dando vueltas y viendo de reojo el entrenamiento de primera para ver si me llamaban para jugar, a pesar de que por momentos me hacían sentir el rigor cuando me tocaba”, detalló.

 

“Me encantaban los torneos donde viajábamos y estabas tres días enteros con tus amigos, era hermoso jugar los campeonatos provinciales y pasar para después jugar los nacionales”, agregó el zurdo, quien a través de uno de estos certámenes fue visto por otros entrenadores que lo invitaron primero a entrenar en Atenas, allá por el 2009 mientras estaba Rubén Magnano y el año siguiente a Boca donde terminó cerrando por el pacto que tenía con su amigo, el entonces lunguito Marcos Delía.

 

En Boca: aprender, querer y no poder

 

Estando en Boca llegó la historia linda con la selección U19 y la Copa del Mundo de Letonia, para luego retornar y ver de estar listo para dar el salto, para decir acá estoy para jugar. Pero los momentos profesionales no siempre coinciden con los de las jóvenes promesas de la institución deseosas de saltar a la cancha. Por eso que aquellos que no tienen la paciencia necesaria y optan por otro camino, no siempre sale bien y para el surgido de República de Oeste la cuestión no fue fácil en esos primeros años ligados de lleno al profesionalismo.

 

“Quería empezar a demostrarme si podía jugar y veía que en ese momento iba a ser complicado para mí en Boca y por eso salieron esas chances de préstamos y las tomé. Me sirvieron para darme cuenta que no era tan fácil como imaginaba y en parte lo absorbí como algo positivo más allá de lo que haya hecho en sí en cualquiera de esos equipos. De todas formas me hizo dar cuenta que tenía que mejorar mi físico y mi juego sobre todo”

 

La frustración en un deportista con aspiración puede ser difícil de superar y en muchas ocasiones ese jugador talentoso que pintaba para más se queda en el camino. “Después de mi último año en Boca, termine mal. Sentía que seguía en el mismo lugar de siempre sin avanzar y había decidido dejar de jugar y comenzar a estudiar”, expuso Copello sobre su momento de tirar la toalla y abrirse al estudio, una actividad que aún continúa y que en aquel momento también fue importante para darse cuenta que a la par del básquet puede haber otras cosas y más pensando a futuro.

 

El talento no se perdió. Juntar fuerzas y resurgir, fue la cuestión

 

En el 2015 tenía la intención de abandonar hasta que recibió un llamado de un entrenador que lo conocía para invitarlo a jugar en su equipo en el Torneo Federal dos categorías por debajo de Boca para el que había jugado 41 partidos en la temporada 2014/15: “Cuando empecé a estudiar recibí una llamada de San Justino (ciudad de San Justo, a una hora de Santa Fe capital) de un entrenador (Francisco Blanc) que conocía mucho y teníamos una cierta amistad, comentándome que había tenido un problema de salud y necesitaba completar el equipo”.

 

“Bueno dije, voy a jugar y a tomarlo de una forma más relajada y me empecé a divertir como lo estaba haciendo, con la gran ayuda de estar jugando cerca de casa. A partir de ese Federal que jugamos con San Justino le empecé a agarrar de nuevo el gustito al básquet y desde ahí que fue todo positivo, pasé a Salta Basket y después a Libertad donde ascendimos y tuvimos el año de Liga”, agregó.

 

Libertad de Sunchales: listo para el desafío

 

Libertad de Sunchales es un equipo histórico de la Liga Nacional que en la temporada 2016/17 le toca descender a la Liga Argentina, aceptando la derrota, pero sabiendo que el básquet no se terminaba y se iba a armar un equipo para pelear por la vuelta. Entonces Sebastián Saborido fue el elegido para llevar adelante ese proyecto y Nicolás Copello fue uno de los apuntados para ser el hombre que maneje los hilos desde el perímetro.

 

“Tenía la confianza de Seba (Saborido) para manejar ese equipo, que si veías en nombres era el que menos experiencia tenía para el afuera pero con la confianza de él me sirvió para manejar los tiempos y en parte tratar de que todos estén contentos. Tocó también  una temporada de Bruno (Barovero) fenomenal donde tuvo promedios muy pocos vistos y donde generalmente esos números se suelen ver más en un equipo de más abajo en la tabla que en un equipo que pelea más arriba. Sin embargo nos acomodamos, respetábamos cada uno nuestros tiempos y nos sirvió para hacer ese gran año que se cerró con el ascenso”, remarcó el ex Boca.

 

El ascenso tan claro con Libertad con un equipo que casi que dominó por completo la categoría, llegaba la tan ansiada chance de jugar en la Liga Nacional con cierto protagonismo, una cuenta pendiente. “Traté de adoptar la misma postura que había puesto en la liga argentina. Tuvimos una temporada donde Loku (Martín Cuello) se pudo destacar y por ende trate de usar la misma forma que había hecho con Bruno (Barovero), la de darle confianza, aprovecharlo al máximo y así con cada uno. Lo que no teníamos de experiencia la mayoría de nosotros lo suplantamos con ganas y más esfuerzo para poder hacer una gran temporada"

 

Una sorpresa llamada Quimsa

 

Cuando un jugador está enfocado en lo que hace y lo disfruta se ve reflejado en el juego, generando buenas sensaciones que pueden culminar en nuevas posibilidades. Quimsa se renovó para la temporada en la que tenía doble competencia y Sebastián González se fijó en Nicolás Copello para probarlo en un siguiente nivel.

 

"Cuando me dijeron que existía la posibilidad prácticamente no lo dudé. Había hablado con Seba (González), él quería lo mismo que venía haciendo pero reduciendo los minutos y mejorando algunos aspectos que yo también quería mejorar. Entonces como que desde eso lado no lo dude ni un segundo. Se lo que es Quimsa y lo que busca y es lo que quería para ese momento que hoy se puede ver reflejado sin dudas."

 

La buena continuó en ascenso y Nicolás, además de ya haber obtenido dos títulos con la Fusión (Champions League y Súper 4) se encuentra a las puertas de disputar su primer final de Liga Nacional: "Finales no se juegan todos los días y en este caso mi primera. Tuve una charla con una persona muy importante del equipo el otro día y entre lo que sacamos era la de disfrutar los momentos y el presente; vamos a ir en buscar de eso, la premisa es disfrutar estar jugando la final de la Liga Nacional".

 

Nicolás Copello retrocedió para tomar impulso y reinventarse en el camino. Hoy con madurez y una perspectiva de valorar todo mucho más, juega mejor y rinde al más alto nivel en uno de los mejores equipos del básquet argentino, una merecida revancha por no haber aflojado cuando el mal momento apremiaba.

 

Mauro Osores / [email protected]
En Twitter: @basquetplus

En Twitter: @osoresmauro

 

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