De vendedor ambulante a campeón, la historia de Giannis Antetokounmpo
20:29 21/07/2021 | Tuvo que pasar hambre de pequeño, aprendió a jugar al básquet a los 12 y a los 18 ya fue elegido en el Draft. Vivió de todo y hoy está en la cima.
¡Uno! ¡Dos! ¡Tres! ¡Cuatro! ¡Cinco! ¡Seis! ¡Siete! ¡Ocho! ¡Nueve! ¡Diez!
La gente no se cansa de cantar y Giannis Antetokounmpo anota un libre, pero falla el otro. Su mirada no se inmuta, se mantiene dura como una estatua y todo sigue igual.
¡Uno! ¡Dos! ¡Tres! ¡Cuatro! ¡Cinco! ¡Seis! ¡Siete! ¡Ocho! ¡Nueve! ¡Diez!
La paciencia en la línea de los respiros profundos es parte de su esencia. Contó esa misma cantidad de veces cuando estaba en Grecia, al igual que en las múltiples ocasiones en las que quedó eliminado de los playoffs con los Bucks. Nunca se rindió y como en toda su vida respiró y probó de nuevo.
Su mentalidad de seguir intentando no es casualidad y empezó a forjarse desde pequeño, con una historia de superación tras vivir las mil y una fuera de las canchas, en noches en las que ni siquiera sabía si comería o podría dormir al escuchar constantemente su estómago rugir.
Todo empezó en Grecia. Sus papás, Veronica y Charles, dejaron Lagos, Nigeria, en 1991, en busca de un mejor futuro para ellos y su familia. Francis, el mayor de los hermanos Antetokounmpo, se quedó momentáneamente con sus abuelos en el país africano y tres años después, un 6 de diciembre de 1994, llegó al mundo Giannis, cuando sus seres queridos se encontraban instalados en territorio helénico.
Sin los documentos necesarios para vivir y trabajar legalmente en Grecia, encontrar trabajo era una quimera para Veronica y Charles. La mamá de Giannis cuidaba a otros niños para conseguir dinero y su papá cumplía algunos turnos en una empresa eléctrica, pero no era suficiente.
Por ende, la familia entera debía buscar otras formas de generar ingresos, con ventas en las calles que iban desde dvd´s hasta anteojos y relojes por las calles de Atenas. Y, sin la estabilidad de empleos fijos, el hambre con frecuencia se presentaba. “A veces, nuestra heladera estaba vacía. Algunos días, no vendíamos las cosas y no teníamos plata para alimentarnos", recordó Giannis en una entrevista para The New York Times.
¿Qué ironía no? Veronica había sido una excelente deportista compitiendo en torneos de salto habitualmente en Nigeria y Charles supo ser un gran futbolista, pero nada de eso valía en la cima de la civilización moderna. También por el amor del progenitor Antetokounmpo, el Arsenal fue el equipo por el que la familia simpatizaba y Giannis y Thanasis supieron hinchar por el club inglés en sus primeros años de vida.
Curiosamente, los hermanos decidieron romper el molde e inclinarse por otra disciplina en la que su altura también podría aprovecharse. El básquet, ese bendito deporte fue el que los cobijó poco a poco. Desde los 9 hasta los 12 Giannis hizo aquella disciplina de la blanca y negra, antes de cumplir 13 se decantó por la naranja.
Entre toda esa nueva parafernalia la plata todavía escaseaba y Giannis y Thanasis debían compartir el único par de zapatillas de básquet que tenían para entrenarse y jugar. No solo eso, los primeros informes datan de 2007 y decían que el primero ni siquiera sabía picar correctamente, pero el talento estaba ahí, solo había que saber acompañarlo.
Spiros Velliniatis es el hombre al que se le atribuye el descubrimiento de un Antetokounmpo crudo mientras deambulaba por las áreas de inmigrantes en Atenas y sus alrededores en busca de talentos completamente desconocidos. “Pude ver que Giannis tenía la habilidad para cambiar de dirección, manos enormes y un cuerpo que parecía listo para crecer. Fue como si algo me detuviera desde el cielo, en el momento que lo ví me cayó un rayo”, dijo el griego en The New York Times.
La tarea de reclutarlo no fue fácil. La familia tenía un escepticismo entendible con las autoridades por los constantes maltratos que recibieron todos los integrantes de la misma por ser inmigrantes. Por suerte, Velliniatis no se rindió y suplicó a los entrenadores del equipo, el Filathlitikos, que apoyaran financieramente a Veronica y Charles para permitir que los hermanos practicaran la disciplina con énfasis.
“Estás enfrente a Mozart y no tiene comida, ¿qué le das? La respuesta no es un violín, sino un pedazo de pan”, fue lo que tuvo para decir al respecto Spiros. Y, por si las frustraciones de sus compañeros no eran suficientes, debido a que se preguntaban por qué recibían trato especial sin siquiera romperla en la cancha, tenían que soportar ser apátridas, con el riesgo de ser deportados todos los días.
Ustedes se preguntarán adónde. No eran ni griegos ni nigerianos en los papeles. Tampoco nunca habían estado en Lagos… Giannis y Thanasis eran un par de jóvenes despojados de identidades y no fue hasta 2013 que pudieron obtener oficialmente la ciudadanía griega, ayudado el MVP de las finales en gran parte por su ascendente perfil público.
Los scouts venían en masa a ver a Giannis y hasta se habló de una llegada al Zaragoza, pero terminó siendo la NBA la que lo sedujo, con los Bucks convencidos de que podían hacer brillar un espejo que estaba resquebrajado y un tanto oxidado.
Bandera de Grecia en su espalda, raíces nigerianas y africanas en su sangre, con apenas 18 años y un apellido impronunciable, Milwaukee eligió su nombre en el puesto 15 de la primera ronda del Draft de la NBA. De la noche a la mañana empezó a ser el rostro de dos naciones y el adolescente firmó un contrato de novato de 8,6 millones de dólares con el que nunca más pasaría hambre, ni él ni su familia que siempre lo apoyó.
Así comenzó una entrañable relación entre Antetokounmpo y Milwaukee. Se mudó a un departamento de dos piezas en St. Francis que compartió con sus padres y hermanos menores, Kostas y Alex, recibió un camión lleno de muebles de regalo de OJ Mayo, y los veteranos Caron Butler y Zaza Pachulia lo ayudaron a elegir ropa para los viajes del plantel por todo Estados Unidos.
Además, John Hammond, gerente general de Milwaukee, y el asistente del gerente general, David Morway, le enseñaron a manejar, y el asistente del coordinador de video Ross Geiger le prestó su auto para que aprenda. Mejoró su inglés viene Coming to America y Next Friday y se empapó de la cultura del lugar con la sencillez con la que supo adaptarse a un lugar que ahora llama su casa.
Pasaron los años, las derrotas en playoffs y los momentos en los que pensó que todo estaba perdido, pero nunca se rindió y hoy se puede llamar MVP y campeón. Aunque para él lo más importante es su familia, sus papás, sus hermanos, su compañera de vida, su hijo y un país que a veces le dio la espalda por un sistema frustrado y erróneo.
Atrás quedan las noches de vigilia, los entrenamientos sin que nadie lo vea y la vida que construyó sin tener absolutamente nada. Por Grecia, Nigeria, África y quienes creen que algo no se puede conseguir. Cuando piensen así, recuerden a Giannis y su proeza.
Ignacio Miranda/ [email protected]
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