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En un giro sorprendente de los negocios tecnológicos a la pasión por el baloncesto, Steve Ballmer, el antiguo CEO de Microsoft y actual dueño de los Los Angeles Clippers de la NBA, está demostrando que construir un equipo campeón de baloncesto puede ser más difícil que dirigir una empresa de tecnología, pero también mucho más divertido.

Ballmer, actualmente la décima persona más rica del mundo, está construyendo un asombroso estadio de $2 mil millones en Inglewood, California, para su equipo, los Clippers. Este proyecto, conocido como el Intuit Dome, será mucho más que un lugar de juego; será el símbolo de su compromiso de llevar a los Clippers a la cima de la NBA. A pesar de haber estado generosamente al mando durante más de ocho temporadas, el equipo no ha logrado acercarse a un campeonato.

En entrevista con la revista Forbes, Steve habló del entusiasmo que le genera el nuevo estadio y dejar atras la convivencia con los Lakers y sus banners. Con un enfoque en la excelencia y el confort, Ballmer planea que el Intuit Dome sea un lugar de ensueño para los aficionados y jugadores por igual. Desde asientos cómodos con espacio adicional para las piernas hasta una piscina para los jugadores y una vista espectacular de la ciudad, Ballmer está invirtiendo en cada detalle para crear un entorno que refleje la grandeza que busca en su equipo.

Aunque ya ha gastado generosamente en la búsqueda del campeonato, Ballmer reconoce que el dinero no garantiza el éxito en la cancha. A pesar de su inversión y determinación, los Clippers aún no han logrado levantar el trofeo de campeones. Sin embargo, su enfoque no es puramente financiero. "Me gusta el lado empresarial. Da algo en lo que trabajar a mi cerebro", comenta Ballmer.

Ballmer también está haciendo olas en la liga al comprometerse con iniciativas sociales significativas. Su promesa de destinar $400 millones en contratos de proveedores del Intuit Dome a negocios dirigidos por mujeres de color y su compromiso de $400 millones para el crecimiento de negocios propiedad de afroamericanos demuestran su compromiso con un impacto más allá de la cancha.

A pesar de sus esfuerzos y pasión, el deseo de ganar un campeonato de la NBA sigue siendo el objetivo final de Ballmer. "No se trata de mí. Se trata de los jugadores", enfatiza. A diferencia de su exuberancia en los eventos de Microsoft, Ballmer se ha vuelto más tranquilo y reflexivo, comprometiéndose a celebrar el triunfo del equipo de manera sobria y centrada en los jugadores.

En última instancia, Steve Ballmer está demostrando que su paso de la tecnología al deporte no solo es un cambio de industria, sino un cambio de enfoque y valores. Mientras continúa construyendo su sueño en el Intuit Dome, su legado en el mundo del básquet podría ser mucho más duradero que su impacto en la tecnología.

Citando a Steve Ballmer en su búsqueda por la grandeza en el deporte: "Nada más que lo mejor para los Clippers. Que los fanáticos de los Lakers esperen en la fila para orinar".