Latrell Sprewell, un ídolo a la medida de los Knicks
17:45 20/10/2022 | Controversial, polémico, talentoso, Spree y su amor eterno con New York, la franquicia a la que a punto estuvo de llevar al anillo.
Los últimos 20 años en el Madison Square Garden estuvieron cargados de frustraciones, no hubo ningún equipo que haga ilusionar a la gente con poder arañar un título esquivo desde 1973, pero no solo eso sino que no hubo identificación, más allá de lo que aportó Carmelo Anthony en su faz más individualista de todas o aquella ovación esporádica que recibió Pablo Prigioni.
Hace dos temporadas, Tom Thibodeau devolvió un poco de esperanza llevando al equipo a postemporada después de ocho años y hasta ganando una serie, pero cuando debían confirmar ese vuelta a los primeros planos, en la campaña pasada casi con el mismo equipo no llegaron ni al play-in. Todo tan Knick que duele, dirían sus hinchas.
Si bien no hubo anillos, la década de los 90 para Nueva York fue buena e interesante, tenían un equipo contendiente que siempre tropezaba con la piedra Chicago Bulls, pero cuando Jordan decidió jugar al beisbol o bien retirarse, los Knicks se quedaron con el Este y arribaron a las finales. En la última, allá por 1999, su gran figura fue Latrell Sprewell, un jugador tan controversial como atrayente para el público, con pinta de duro y un básquet explosivo que era el maridaje ideal para la ciudad de las luces.
Durante su infancia Spree vivió mucho tiempo con sus abuelos en Flint, Michigan y tras el arresto de su padre por distribución y posesión de drogas, volvió a Milwaukee donde comenzó a jugar al baloncesto a la edad de primer año de secundario, ya que por porte físico fue invitado por el entrenador del equipo de la escuela Washington a probar suerte con la naranja.
En el high school fue mejorando día tras día, siendo un alumno callado y obediente a la hora de corregir aquello que le marcaban con errores y transformándose de a poco en un jugador de interesantes condiciones para ir a una universidad. Así llegó el llamado de la Universidad de Alabama para sumarse al básquetbol NCAA, un siguiente paso que el joven y dócil Spree sortearía con éxito. Dos fructíferos años en Alabama fueron suficientes para captar la atención de la NBA y en el Draft de 1992 fue elegido por Golden State en el puesto 24 de la primera ronda.
En la NBA las cosas fueron muy bien desde un principio, en los Warriors encajó bien y rápidamente tuvo su lugar merced a buenas actuaciones en los dos costados de la cancha. Era un jugador completo que llegó a estar entre los mejores de la liga pero fue mutando su carácter y esto comenzó a jugarle en contra. Desavenencias con entrenadores, peleas con compañeros de equipo, disgusto por partida de amigos dentro del plantel, todo fue creando una atmosfera complicada en la mente de Sprewell que terminó por estallar el día del estrangulamiento al entrenador P.J. Carlesimo.
Ese fue su ocaso de su carrera, fueron 68 partidos de suspensión y el interrogante de si iba a poder reinsertarse en una franquicia NBA y además si estaría en condiciones de dejar de lado esos hábitos negativos de estar en polémicas para seguir su camino a ser un All Star NBA como venía siendo.
Pero si de franquicias extrañas se trata, New York es distinta a todas, por el hecho de estar en una ciudad muy cosmopolita y pomposa, los Knicks son el atractivo de muchos y el temor de otros por el nivel de exposición que hay. Para un jugador como Latrell Sprewell esto último era una situación por demás llamativa, como encajaría un joven oriundo de Milwaukee en la ciudad de las luces y con la mirada de todos encima por sus actos de indisciplina que taparon todo lo bueno de sus primeros años en el básquetbol profesional.
La respuesta fue cien por ciento positiva, Sprewell supo que era la última chance del tren NBA y se subió con todo, tras una temporada y media entera sin jugar llegó a New York para enmendar su nombre. El romance con el público de New York fue a primera vista, viniendo desde la banca, Sprewell aportó la energía necesaria para que los Knicks avancen a las Finales de la NBA en 1999 ante los Spurs.
Spree se transformó en un jugador carismático para la gente y él se sentía cómodo con ese papel, recuperando el terreno perdido y revirtiendo de a poco su imagen. En una franquicia donde la derrota era lo normal, el ex Warriors, junto a Alan Houston y Marcus Camby, entre otros, daban la identificación que el público quería, un equipo con agallas, peleador y con buen baloncesto a la vez.
Fueron dos temporadas de mucho éxito para New York, pero como son los Knicks todo es efímero y el instinto animal en Sprewell no era su aliado. Volvió a cometer actos de mala conducta o mejor dicho de dudosa conducta, puesto que un verano se presentó a entrenar con una fracturada producto de una pelea en su yate. Otra vez perdió la línea, nuevamente los problemas de afuera repercutieron adentro y el equipo ya no fue el mismo.
El éxito deportivo se fue marchitando y la franquicia optó por sacarse de encima a Sprewell y mandarlo a Minnesota donde le quedaría un capítulo más en su carrera. Pero ni el primero, ni el último serán como su historia en la gran Manzana, el Madison Square Garden lo adoptó como un hijo y en dos años de esplendor le rindió una idolatría que aún mantiene hasta el día de hoy.
Mauro Osores / [email protected]
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