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Facundo Campazzo llegó desde Córdoba a jugar un argentino de cadetes con su club Municipal a Mar del Plata, sin saber que ese sería uno de los destinos que marcaría a fuego su vida. Los títulos, los amigos, la diversión, la contención son muchas cosas que puede enumerar si tiene que rememorar tiempos en La Feliz, pero sí la cuestión se trata de definir mucho en una foto, ya sabe cuál es.

En el ciclo de entrevistas la Caja Negra de Filo News y conducido por Julio Leiva, el base de los Nuggets charló de todo y cuando se le preguntó por una foto que le recuerde su estadía en la Liga Nacional, como lo hace en la cancha, Campazzo no dudó.

“La foto que recuerdo es en mi segundo año en la Liga, en la final con Atenas en el quinto juego, donde estábamos ganando por seis y necesitábamos defender la siguiente si o si. Me acuerdo que la robo en el saque, me hacen falta, se para el partido y vienen Marcos Mata y Leo Gutiérrez a abrazarme. Ahí dije ‘ya llegué’, fue una sensación única de haber conseguido algo importante en mi segundo año como profesional, después de haber perdido una final y además jugando minutos importantes”, aseguró Facu.

Aquella noche del 2010, Peñarol se tomaba revancha de Atenas en el Polideportivo, lo vencía por 4-1 y se coronaba campeón de la Liga Nacional con Facundo Campazzo mostrando su primeros dotes de calidad en su juego basado íntegramente en su intensidad y sus ganas de jugar.

“Esa foto los tres abrazados es un gran recuerdo, fue un partido inolvidable, creo que tiré los últimos siete tiros libres y los metí todos. Se te ponía la piel de gallina con siete mil personas en el estadio, tenía 18 años y estaba un poquito cagado, pero al mismo estaba súper emocionado, ansioso, la quería meter a toda costa”, contó con una sonrisa que se le dibuja con el solo hecho de viajar en el tiempo a ese momento.

Facundo Campazzo esta en otra esfera deportiva ahora, en la NBA, pero ni remotamente se olvida de lo que lo hizo crecer  y feliz. Mar del Plata, Peñarol, dos nombres que se llevará guardados para siempre y una foto que ya esta grabada en su inconsciente, un abrazo que hasta el día de hoy lo siente como si hubiera sucedido anoche.

Mauro Osores / [email protected]
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