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El legado de la Generación Dorada está más vivo que nunca. Gabriel Deck se tomó un avión y llegará en la madrugada para estar a disposición de Pablo Prigioni para el juego ante República Dominicana. Había prometido sumarse en caso de no tener asegurada la clasificación al Mundial, y como tantos otros de este equipo cumple.

Y no es el único, porque Marcos Delía puso el pecho a pesar de algunos problemas personales, Carlos Delfino dejó toda su vida en Italia cada vez que fue convocado, Facundo Campazzo hizo hasta los pedidos en la NBA para poder estar aún cuando sabía que sería imposible, Leandro Bolmaro quedó libre de la mejor liga del mundo y llegó a Mar del Plata a ayudar a pesar de no tener equipo.

“Lo que más destaco es el compromiso de estos jugadores que viajan muchísimas horas, que jugaron hace poco en sus clubes, algunos haciendo enormes sacrificios y sufriendo situaciones personales complicadas, y aun así queriendo estar. Y todos tuvieron su momento, todos aportaron, y eso me deja muy contento” expresó un Prigioni que es testigo y partícipe de ambas generaciones.

Campazzo fue la voz de los jugadores y remarcó que “apenas tenemos la oportunidad de estar, no lo dudamos un segundo, nos tomamos el vuelo y eso es lo valorable”.

Y eso no es algo casual, es una enseñanza más de lo que es la Generación Dorada y lo que significa para estos chicos que tienen tatuada la celeste y blanca y demuestran su orgullo por ello a cada paso.