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El miércoles pasado fue una fecha más que importante para la historia de Golden State Warriors, la franquicia que dominó la NBA entre 2015 y 2019 con la obtención de tres campeonatos y el arribo a cinco Finales consecutivas: hace once años, Steph Curry hizo su debut oficial en la competencia estadounidense con la camiseta de ese equipo. Jamás jugó en otro, lo que le da una condición única entre los de su camada.

El base se mantiene como el único jugador de los pertenecientes al Draft de 2009 que jamás cambió de franquicia y aún se mantiene en la que lo seleccionó en esa ceremonia con el puesto siete. Nombres ilustres como el de James Harden y Blake Griffin, que entraron en el podio, pasaron por al menos una organización más. En el caso de La Barba, fue de Oklahoma City Thunder a Houston Rockets. El interno jugó en Los Ángeles Clippers y en Detroit Pistons.

Durante el partido inaugural de su trayectoria en la liga, Curry finalizó con 14 puntos, 7 rebotes y 5 asistencias en el enfrentamiento entre sus Warriors y los Rockets. Con el paso del tiempo, se convirtió en un revolucionario del juego por su impacto en el estilo actual y fue el líder de la dinastía que reinó en la etapa mencionada. Pero, por sobre todas las cosas, emergió como el máximo representante de una franquicia con mucha historia y la participación de leyendas como Wilt Chamberlain o Rick Barry.